
Una nueva elección en la Ciudad de Buenos Aires y los mismos candidatos de siempre. Las caras que vemos en las boletas cada dos años. A veces se presentan en los comicios porteños, otras veces en territorio bonaerense, también pueden hacerlo a nivel nacional. Políticos “profesionales” que compiten para ser legisladores porteños por acuerdos entre ellos y que ni siquiera sabemos si van a asumir su banca en caso de ser elegidos, nos conducen a una pregunta inevitable: ¿realmente quieren ser legisladores porteños?
Nos encontramos acorralados por una política de crueldad en la Nación y una de indiferencia a nivel local. Una combinación que lastima a los jubilados, a los docentes, a los que no llegan a fin de mes, al comerciante que tiene que bajar la persiana y a la gran mayoría de los porteños, que no entendemos por qué una ciudad dinámica, innovadora y diversa empeoró tanto en tan poco tiempo.
Basta con mirar la Ciudad con sus calles mal iluminadas, la basura que no se junta, sus hospitales públicos en un estado lamentable, sus maestros con sueldos deplorables, una presencia policial cada vez menor y su zona sur completamente olvidada para advertir que tenemos problemas mucho más graves que el olor a pis.
Hay formas de solucionar estos temas. La Ciudad debe cambiar sus prioridades. ¿Cuánto se gasta en anunciar en época de elecciones y por tercera vez la construcción de una nueva línea de subte que nunca se concreta? ¿Cuánto se gasta en cambiar veredas en buen estado hasta tres veces?
Voces frescas y caras nuevas no van a solucionar todos los problemas que tenemos los porteños en el día a día, pero son un punto de inflexión: dejar atrás las peleas políticas, las internas entre los dirigentes que no saben lo que es pagar un alquiler o ir a trabajar en subte para darle lugar a una nueva generación que no vive en otra galaxia.
Somos una generación nueva, con prioridades distintas a las que tienen los políticos de siempre que necesitan ser defendidas con más fuerza que nunca ante la crueldad e indiferencia que nos lastiman y polarizan. Es momento de frenar tanta insensibilidad.
No podemos pretender que los mismos que están hace 20 años solucionen los problemas que tenemos hace muchos más. Buenos Aires necesita una nueva generación para evolucionar.
El botón para resetear la Ciudad son las elecciones. Las elecciones representan una buena oportunidad para marcar un cambio de rumbo. Antes algo típico de la ciudad era la pizza, ahora es más típica la basura. Nos cambiaron la ciudad que más queremos. Es momento de cambiarlos a ellos.
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