
Argentina, en diciembre de 2023, presentaba un atraso en el tipo de cambio oficial, evidenciado por una brecha cercana a al 200% frente al tipo de cambio libre o blue, además de los tipos de cambio financieros. Este atraso se sostenía por la escasez de divisas, reservas negativas (brutas, netas y líquidas), la acumulación de deuda de importadores y las dificultades para cumplir con los compromisos de deuda del Tesoro.
Que un año después el tipo de cambio real se encuentre nuevamente en un nivel similar no implica necesariamente un atraso cambiario, especialmente si se consideran los logros del primer año de gobierno de Javier Milei: equilibrios macroeconómicos, superávits gemelos (fiscal y externo) y avanzado el ordenamiento del balance del Banco Central.
El tipo de cambio real es un precio que refleja la escasez o abundancia del activo en cuestión. En diciembre de 2023, con una marcada escasez de divisas, el tipo de cambio debía estar alto. El equipo económico subió la paridad nominal 118%, reconociendo esa carencia. Sin embargo, en diciembre de 2024 no parecía haber tal falta, por lo que no se justificaría una nueva devaluación.
Dependiendo del período analizado, el nivel del tipo de cambio real multilateral actual es similar o apenas inferior a la media histórica de las últimas décadas. Sin embargo, esta vez el contexto es diferente.
En las últimas décadas, la política económica generaba desequilibrios macroeconómicos; ahora, se están implementando políticas que apuntan a corregir esos problemas.
En una Argentina con equilibrio fiscal por primera vez en años, es razonable que el tipo de cambio real sea inferior al de períodos marcados por desbalances.
En 2024, Argentina logró superávit gemelos: fiscal y de cuenta corriente de la balanza de pagos con el resto del mundo. Este último incluyó el superávit comercial más alto de la historia, impulsado por mayores exportaciones de agro, energía y minería, y por el impacto de la devaluación sobre las importaciones, que cayeron.
Si bien se espera una recuperación de las compras externas en 2025, los analistas proyectan la continuidad de altos superávits comerciales también para los próximos años.
Un tipo de cambio bajo tiene efectos mixtos: afecta negativamente al turismo receptivo, pero favorece los viajes al exterior. No obstante, los datos de diciembre de 2024 en ocupación hotelera muestran un desempeño mejor que en diciembre de 2023. Esto sugiere que la temporada turística local no necesariamente será negativa.
Además, es importante recordar que en años anteriores el turismo local estuvo fuertemente subsidiado, lo que infló la demanda.

La capacidad de sostener el tipo de cambio en estos niveles se apoya en la generación de divisas. A los ingresos del sector agropecuario, Vaca Muerta y la minería, se suman los resultados del blanqueo, el crecimiento de los depósitos en dólares, la posible entrada de capitales a partir de privatizaciones y el impacto del Régimen de Incentivo a la Generación de Inversiones (RIGI).
El Gobierno nacional no está tomando deuda para financiar el déficit del Tesoro, sino que reestructura deuda existente a tasas más bajas, respaldada por la confianza que ha logrado generar, reflejada en un riesgo país en marcado descenso. La relación deuda/PBI se proyecta a la baja en los próximos años: el endeudamiento se estabiliza y la generación de riqueza crece.
Es cierto que los bienes transables están caros en dólares, pero una devaluación no resolvería ese problema. La solución pasa por abrir la economía, reducir impuestos, avanzar en la desregulación y combatir la burocracia y la corrupción. Estas tareas pendientes están en la agenda del presidente Milei y su equipo económico.
¿Por qué no se elimina el cepo?
Porque hacerlo ahora podría generar tensiones de corto plazo. La situación no es comparable con diciembre de 2023, cuando los desequilibrios eran mayores y la escasez de divisas más aguda. La perspectiva para 2025 parece más favorable, lo que sugiere un momento más adecuado para eliminarlo, minimizando costos sociales y políticos.
Aunque el cepo no se ha levantado completamente, se han relajado numerosas intervenciones en el mercado cambiario, avanzando hacia un desmantelamiento gradual. El levantamiento completo se anunció para este año.
A pesar de las compras netas por casi USD 20.000 millones en 2024, las reservas netas líquidas propias del BCRA continúan siendo negativas. Un acuerdo con el FMI para fortalecerlas busca reducir riesgos al momento de eliminar el cepo. Se trata de resolver los problemas heredados, evitando prácticas del pasado, como financiar el déficit fiscal con deuda sin reducir el gasto.
En otros gobiernos, las intervenciones en el mercado cambiario sólo buscaban ganar tiempo, sin resolver problemas estructurales. En este caso, las intervenciones se están reduciendo de manera gradual para evitar costos sociales y políticos significativos. El objetivo final es que el mercado cambiario opere libremente.
El autor es profesor de Macroeconomía y Director del Posgrado en Economía Institucional y Ciencias Políticas de Ucema
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