
Emprender en Argentina es un acto de valentía y creatividad. En un país donde las reglas del juego económico parecen cambiar a diario, los emprendedores enfrentan desafíos únicos, pero también tienen acceso a un ecosistema vibrante y una cultura de resiliencia que inspira. Sin embargo, convertir una idea en un negocio sostenible es una aventura que requiere estrategia, perseverancia y, sobre todo, capacidad de adaptación.
Levantar capital: una odisea local
Cuando fundamos KURU, uno de los mayores desafíos, como para cualquier emprendedor, fue conseguir los recursos iniciales. En Argentina, esto se convierte en una carrera de obstáculos. La inflación, la inestabilidad del tipo de cambio y la falta de acceso a financiamiento competitivo crean un panorama complicado. Los emprendedores se ven obligados a ser creativos, recurriendo a redes personales, grupos de “angels” con ámbito de inversión local y, en muchos casos, al bootstrapping, es decir, financiarse con recursos propios y reinvertir las ganancias iniciales.
Además, existe una barrera poco visible pero significativa: la falta de difusión sobre las opciones de financiamiento disponibles. En nuestra experiencia, descubrimos que hay muchas fuentes de capital ocultas para quienes están dando sus primeros pasos. Las primeras puertas que golpeamos nos llevaron a un entramado de instituciones, “angels” y fondos de inversión corporativos (CVC) que no están detallados en ningún manual. Aunque este ecosistema está creciendo y logrando mayor penetración, aún queda mucho camino por recorrer.
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“La inflación, la inestabilidad del tipo de cambio y la falta de acceso a financiamiento competitivo crean un panorama complicado"
Por otro lado, las competencias de startups están ganando popularidad como un recurso valioso. Aunque los fondos que otorgan no son particularmente altos, estas competencias brindan acompañamiento y preparan a los equipos en el arte de presentar su proyecto. En muchos casos, este apoyo puede ser suficiente para el desarrollo de un primer MVP.
El equipo, un pilar fundamental
Para emprender se requieren numerosas habilidades y características personales, pero ninguna puede reemplazar la importancia de formar un equipo sólido. La empatía, la perseverancia, la resiliencia, la adaptabilidad y el pensamiento lateral son atributos esenciales para cualquier emprendedor, pero estas cualidades individuales deben complementarse con una visión colectiva. Cada etapa del negocio presenta desafíos diferentes —desde levantar capital hasta expandirse regionalmente— y es allí donde un equipo bien estructurado marca la diferencia.
Los inversores también priorizan esta dinámica. Los factores que más les preocupan al momento de apostar por proyectos locales son la trayectoria y la cohesión del equipo fundador. La capacidad de superar situaciones adversas y adaptarse a nuevos escenarios puede ser tan importante como el propio modelo de negocio. Incluso una gran idea puede fracasar si no está respaldada por un equipo robusto que pueda pivotar cuando sea necesario.
Estrategias para captar inversores en un mercado volátil
En un entorno como el argentino, no basta con tener una buena idea; es crucial saber a quién presentársela. Cada fondo de inversión tiene su propia tesis de negocio y ecuación de riesgo/retorno, por lo que es fundamental investigar cómo nuestro proyecto se alinea con sus expectativas.
“La empatía, la perseverancia, la resiliencia, la adaptabilidad y el pensamiento lateral son atributos esenciales para cualquier emprendedor, pero estas cualidades individuales deben complementarse con una visión colectiva”
En nuestro caso, dado que comenzamos con un enfoque local, evitamos perder el tiempo contactando fondos que buscan negocios con proyección global o crecimientos exponenciales. Este análisis previo permite optimizar recursos y aumentar las probabilidades de éxito.
Cultura emprendedora resiliente
La cultura emprendedora en Argentina tiene un carácter distintivo, forjado por la adversidad. Inflación, volatilidad del tipo de cambio, un marco regulatorio complejo y restricciones a los flujos de capital son solo algunos de los desafíos que enfrentamos. Sin embargo, estas dificultades también han dado lugar a un ecosistema colaborativo y asociativo, donde los emprendedores comparten experiencias y recursos. Esta mentalidad no solo nos permite adaptarnos rápidamente a los cambios, sino también nos prepara para competir en escenarios más estables.
Y mirando hacia el futuro, soy optimista respecto al ecosistema emprendedor argentino. Se están generando condiciones positivas, como una macroeconomía más estable, una generación de jóvenes que busca alternativas a la carrera corporativa tradicional y un crecimiento en el número de “angels” y fondos de inversión. Además, los costos y tiempos para lanzar nuevos negocios han disminuido considerablemente. Hoy es más accesible crear un MVP, ya sea una app, un chatbot o una plataforma digital, lo que abre nuevas oportunidades para la innovación.
El autor es CCO de KURU
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