El reciente cambio de enfoque en las normas energéticas argentinas marca un punto de inflexión en la historia legislativa del sector. Desde la década de 1960 hasta nuestros días (con breves paréntesis), las leyes de energía en el país han orientado hacia el conceptos como el autoabastecimiento, la soberanía energética, la integración con el mundo sólo si hubiera “saldos exportables”. Este paradigma no ha sido tan exitoso como se esperaba. La balanza energética en las últimas décadas fue negativa y el país terminó dependiendo de importaciones costosas, lo que llevó a déficit de miles de millones de dólares, endeudamiento, emisión, inflación.
La Ley Bases representa un cambio hacia un paradigma de abundancia acorde con la magnitud y diversidad con que Dios ha bendecido a nuestra tierra. Bajo este nuevo paradigma Argentina aspira a desempeñar un rol crucial en el mercado energético global. Este cambio es significativo y va más allá de las modificaciones semánticas en el texto de la ley. Nos aleja del paradigma de escasez y adoptar una visión más expansiva y optimista, donde se espera que el país exporte energéticos de manera significativa y juegue un papel importante en el mercado global.
Un aspecto crucial de este cambio es la actualización de regulaciones que estaban desfasadas. Por ejemplo, el almacenamiento de gas natural subterráneo, una práctica que aunque ya existe en Argentina, carecía de un ordenamiento adecuado que incentivara su desarrollo. Esto es vital para gestionar el consumo estacional de energía, permitiendo almacenar gas durante periodos de bajo consumo para usarlo en picos de demanda. Los países desarrollados ya cuentan con diversas tecnologías de almacenamiento y es necesario que Argentina se alinee con estas prácticas.
Otro punto destacado es la regulación del gas natural licuado (GNL). Ese proceso de industrialización transforma el gas natural en un cuasi commodity a nivel mundial, permitiendo su transporte y comercialización de manera más eficiente. Con la Ley de Bases, Argentina se incorpora al mercado global de GNL, como se ha visto con los recientes anuncios de inversión de empresas como YPF y PAE, además de otros proyectos en gestión. Este desarrollo no sólo diversifica el mercado energético, sino que también ofrece una alternativa más limpia y económica a combustibles más caros contaminantes como el gasoil.
En línea con esa nueva perspectiva, la Ley de Bases impulsa la apertura de mercados libres, competitivos y transparentes en el sector energético como otro paradigma importante. En la actualidad, los consumidores no pueden elegir su proveedor de energía, lo que limita la competencia y la eficiencia del mercado. La nueva legislación busca cambiar esto, permitiendo a los usuarios elegir su proveedor y negociar precios que se ajusten mejor a sus necesidades. Este cambio, aunque puede no ser tan visible como la construcción de una planta de GNL, tiene el potencial de generar un gran impacto en la vida diaria y en la eficiencia de la oferta energética.
En resumen, la nueva legislación energética de Argentina actualiza regulaciones obsoletas e introduce cambios paradigmáticos que posicionan al país como un jugador clave en el mercado global. La adopción de un paradigma de abundancia, la regulación de nuevas tecnologías como el almacenamiento de gas y el GNL, y la apertura de mercados competitivos son pasos esenciales hacia un sector energético más eficiente, competitivo y sostenible. La clave para el éxito de estas reformas estará en su implementación efectiva y en la capacidad del país para mantener un entorno regulatorio y de comportamiento empresarial consistente en el tiempo.
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