
Desde sus inicios con los Pioneros de Rochadle, hasta mediados del siglo XIX, el movimiento cooperativo afrontó importantes desafíos en su búsqueda por establecer un modelo efectivo y sostenible. Previo a este período, se registraron fracasos notables como las experiencias de Robert Owen, que sirvieron como valiosas lecciones para el desarrollo posterior.
A lo largo del siglo XIX, se identificaron y denunciaron “falsas cooperativas”, tanto a nivel internacional por figuras prominentes como Charles Gide, como a nivel local en Argentina por Domingo Bórea.
Esta problemática ha persistido hasta nuestros días, observándose en diversos países, incluido el nuestro, situaciones problemáticas relacionadas con cooperativas fraudulentas, algunas vinculadas a la economía popular.
¿Por qué continúan existiendo estos desafíos en el movimiento cooperativo? ¿Es inevitable que las organizaciones dentro de este movimiento se enfrenten a tales desafíos? Aunque las respuestas no son simples, un análisis detallado podría revelar las causas subyacentes y allanar el camino para encontrar posibles soluciones.
A continuación, se enumerarán algunas de esas causas para abordar la cuestión de manera precisa:
- La excesiva regulación, un obstáculo que afecta a la economía argentina en su conjunto, también frena el desarrollo del cooperativismo, especialmente entre quienes poseen escasa formación y carecen de apoyo profesional especializado.
- Un entorno caracterizado por la pobreza y el clientelismo político profundamente arraigado, que favorece la transgresión de las normas, como han señalado autores como Jorge Ossona.
- Una cultura, como la descrita por Carlos Nino en su obra “Un país al margen de la ley”, caracterizada por una resistencia a las normas y a su aplicación práctica. A esta situación se suma, en ocasiones, una actitud hipócritamente progresista por parte de quienes arman e implementan estas seudo cooperativas, subestimando las consecuencias negativas de su transgresión.
- La deficiente o inexistente fiscalización por parte del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), organismo encargado de la promoción, registro y fiscalización de las cooperativas y mutuales del país, sumado a la aparente falta de compromiso concreto de los dos miembros del movimiento cooperativo que integran el directorio del organismo.
- La escasa conciencia y formación de los asociados sobre el funcionamiento de las entidades, sumado a la limitada capacidad de fiscalización interna y al insuficiente acompañamiento, salvo excepciones, por parte de las federaciones y confederaciones que deberían acompañar estas experiencias, entre otras posibles causales.
La enumeración de los factores anteriores permite identificar algunas causas que contribuyen a la persistencia de los desafíos que enfrentan las cooperativas, así como posibles vías para abordarlos y superarlos.
Estos desafíos son componentes de un fracaso que no debería existir. Para ello se deberían abordar no solo las distintas causales sino también las acciones adecuadas para evitarlas o para salir airosos.
Un trabajo de junio de 2024, denominado Aspectos a tener cuenta para que no fracasen las cooperativas, editado por Intercoop, los enumera en forma detallada. Allí se mencionan experiencias muy exitosas de Argentina (como la de la Cooperativa Obrera de Bahía Blanca, frente al difícil contexto argentino durante el Plan Bonex) como a nivel internacional del Grupo Mondragón (del País Vasco, España) y de la Coopération Agricole de Francia.
Ante el sólido legado del cooperativismo, tanto a nivel global como en Argentina, resulta imperativo un compromiso sólido para erradicar o reducir significativamente esta problemática. La inacción frente a la proliferación de seudo cooperativas podría ocasionar un daño irreversible a la valiosa tradición del cooperativismo, una alternativa económica viable y efectiva para un mundo mejor.
El autor es Economista, Miembro de Club Político Argentino
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