
La revolución de la inteligencia artificial (IA) está sacudiendo los pilares del mundo, pero América Latina todavía busca su lugar en esta nueva era. Mientras que el epicentro del avance tecnológico se sitúa en el hemisferio norte, nuestras naciones enfrentan una brecha considerable en términos de inversiones, descubrimientos y debates sobre el futuro. Según el reciente Índice Global de IA, Estados Unidos lidera el ranking seguido por China y Singapur, mientras que América Latina apenas logra situarse en el puesto 35, con Brasil a la cabeza, seguida por Chile (41) y Colombia (48). Argentina, lamentablemente, se encuentra en la posición 49. El Índice Global de IA se basa en 111 indicadores recopilados de 28 fuentes de datos públicas y privadas, así como de 62 gobiernos diferentes. Estos se dividen en siete subpilares: talento, infraestructura, entorno operativo, investigación, desarrollo, estrategia gubernamental y comercial.

La pregunta, entonces, es qué deberían hacer la región y nuestro país para alcanzar los estándares internacionales y servirse de las ventajas de la incorporación de la IA para un desarrollo sostenible. La respuesta está en la capacidad del Estado, que debe plantear una visión estratégica, regulaciones efectivas y coordinación con el sector privado y la sociedad civil que permitan invertir y desarrollar las estrategias necesarias para la innovación y el crecimiento.
Como menciona Cecilia Danesi, abogada especialista en IA, la ausencia de regulación específica dificulta el desarrollo de un ecosistema digital que utilice la IA de forma segura. Por ello, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) están dando los primeros pasos en la creación de un marco normativo. En esta línea, en 2023 el Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD) presentó la Carta Iberoamericana de Inteligencia Artificial en la Administración Pública, que coordinó Ignacio Criado, referente académico de la IA en España, mientras que el Estado argentino publicó las Recomendaciones para una Inteligencia Artificial Fiable buscando enmarcar la utilización de la IA desde una perspectiva ética.
Pero más allá de las regulaciones, los Estados latinoamericanos deben aprovechar la ventana de oportunidad que se les abre y estar a la altura de los desafíos, estableciendo una estrategia regional para crear capacidades estatales sólidas, vinculaciones efectivas y la construcción de un ecosistema colaborativo. Esto se logra formando profesionales especializados, con la colaboración entre gobiernos, industrias y la academia, que dé por resultado la construcción de un ecosistema de IA diverso y que alimente una cadena de valor eficiente para el diseño y análisis de políticas públicas.
Si miramos en detalle los resultados del índice para cada país latinoamericano, vemos recursos y terreno fértil para avanzar en el desarrollo de la IA, pero sin una estrategia regional de creación de un ecosistema que permita la retroalimentación, será muy difícil alcanzar los estándares internacionales y seguiremos corriendo por detrás del desarrollo, como una meta que se aleja en un mal sueño.

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