El Sínodo: tradición y nuevos desafíos

El papa Francisco abrió en la tarde las deliberaciones y renovó su diagnóstico de que el protagonista central del evento será “el Espíritu Santo, y no nosotros”

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El papa Francisco dio comienzo
El papa Francisco dio comienzo al Sínodo (EFE/EPA/Giuseppe Lami)

Sentado de frente a las cerca de 40 mesas en las que se ubicaron los 464 participantes del Sínodo que inició el día 4 de octubre, Fiesta de San Francisco de Asís, el papa Francisco abrió en la tarde las deliberaciones y renovó su diagnóstico de que el protagonista central del evento será “el Espíritu Santo, y no nosotros”, según les dijo a los religiosos y laicos que lo acompañaron en el Aula Pablo VI y advirtió: “No somos un parlamento, no somos las Naciones Unidas: la Iglesia es otra cosa”.

“Empezamos este camino sinodal. Fue Pablo VI quien dijo que la Iglesia en occidente había perdido la idea de la sinodalidad. Y por mucho tiempo la expresión de la sinodalidad no estaba todavía madura, no todos podían expresarse con libertad”, sostuvo el Papa.

¿Qué es un Sínodo? Un sínodo es una reunión de obispos y otros líderes de la Iglesia Católica para discutir y tomar decisiones sobre cuestiones importantes de la fe, la doctrina y la disciplina de la Iglesia. Estos eventos pueden abordar una variedad de temas y tienen como objetivo promover la comunión y la toma de decisiones en la Iglesia. Los sínodos pueden ser convocados por el Papa o por las conferencias episcopales regionales para abordar cuestiones específicas que afectan a la Iglesia en una región determinada. La novedad de este es la inclusión de laicos y de mujeres con derecho a voto.

En su discurso, el pontífice analizó que “por eso en estos casi 60 años el camino fue así y hoy podemos llegar a este sínodo sobre la sinodalidad. No es fácil pero es bello. Pero todos los obispos del mundo quisieron este sínodo. El segundo puesto de preferencia era esto, el primero era los sacerdotes, todos hablaban de la necesidad de discutir sobre la sinodalidad y con este espíritu empezamos a trabajar hoy”. “Esto no es un parlamento, es otra cosa, no es una reunión de amigos para resolver unas cosas o dar opiniones. No olvidemos que el protagonismo es del Espíritu Santo, no somos nosotros. Si le dejamos el lugar al Espíritu Santo, el Sínodo irá bien. Pero tiene que ser con armonía, la armonía de las diferencias, que no significa síntesis”; pidió.

Un sínodo es una reunión
Un sínodo es una reunión de obispos y otros líderes de la Iglesia Católica para discutir y tomar decisiones sobre cuestiones importantes de la fe y la doctrina (VATICAN MEDIA DIVISIONE FOTO)

“No somos un parlamento, no somos las Naciones Unidas. la Iglesia es otra cosa”, enfatizó luego, antes de cargar una vez más contra “la enfermedad del chusmerío”. “El chusmerío va en contra del Espíritu Santo. Es una enfermedad. Díganse las cosas en la cara si no están de acuerdo con los otros, pero no el chusmerío”, reclamó. “La peor enfermedad de la Iglesia es lo que va contra el espíritu, la mundanidad”, agregó luego.

En su discurso de apertura, pronunciado sin leer, el Papa destacó que “la prioridad” del encuentro será “la escucha”. “Que sea un ayuno de la palabra publica. El trabajo de los periodistas es muy importante, pero debemos ayudarlos a que digan este andar en el espíritu. Porque están las presiones de lo que viene de afuera, de la opinión pública, que en el Sínodo de la Familia era sobre los divorciados vueltos a casar, en el de la Amazonía sobre los viri probati. (Los “viri probati”, un concepto que se refiere a hombres casados de edad avanzada que pueden ser considerados para el diaconado o incluso el sacerdocio. Esta idea se ha discutido en el contexto de la escasez de sacerdotes en algunas regiones y la posibilidad de permitir que hombres casados, que hayan demostrado su compromiso y madurez en la fe, sean ordenados como diáconos o sacerdotes). Y ahora hay tantas hipótesis... “, repasó el Papa. “El trabajo de los periodistas es muy importante, pero que se entienda que también en la Iglesia está la prioridad de la escucha. Esto es una pausa de la Iglesia en escucha”, finalizó.

Tradición y nuevos desafíos

La relación entre la tradición y aquellos que desean cambios en la Iglesia Católica ha sido un tema importante y a menudo debatido en la historia de la Iglesia. La Iglesia Católica valora su tradición y doctrina, que se basa en siglos de enseñanzas y prácticas. La palabra “tradición” tiene su origen en el latín “traditio”, que a su vez proviene del verbo “tradere”, que significa “entregar” o “transmitir”. Por lo tanto, “tradición” se refiere a la transmisión de costumbres, creencias, valores o prácticas de una generación a otra a lo largo del tiempo. Esta palabra se ha utilizado durante siglos para describir la preservación y transmisión de conocimientos y cultura de una generación a otra. Quienes se aferran a la tradición, preferirían que nada cambie. }

La iglesia asume su tradición, sin embargo, también reconoce la necesidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes y de responder a los desafíos contemporáneos. Por poner solo un ejemplo: el Concilio Vaticano II en el Siglo XX permitió que se abandonara el latín, que se había usado durante siglos en los textos litúrgicos, para que se usara la lengua de cada pueblo. Escandalizado, Monseñor Lefebre se separó de la Iglesia y continuó celebrando en latín, aferrado a la “tradición”. El tema es que Jesús hablaba en Arameo, no en Latín. La puesta por escrito de los Evangelios fue en griego, ya presupuso una adaptación a otras culturas, del idioma que usaba Jesús.

El papa Francisco dijo que
El papa Francisco dijo que el protagonista del Sínodo es "el Espíritu Santo" (Foto: Stefano Spaziani - Europa Press)

La forma en que se maneja esta tensión varía en función de la naturaleza específica de los cambios propuestos y de la voluntad de la jerarquía de la Iglesia para considerar y debatir esos cambios. Los sínodos y otros órganos de gobierno de la Iglesia pueden proporcionar un espacio para discutir y deliberar sobre cuestiones de actualidad y potenciales cambios en la enseñanza o la práctica.

En última instancia, la Iglesia Católica busca un equilibrio entre la preservación de su tradición y la capacidad de responder a las necesidades de sus fieles y al contexto actual. La decisión de implementar cambios importantes generalmente se toma después de un proceso de reflexión, discusión y discernimiento cuidadoso, y a menudo implica la autoridad del Papa y otros líderes eclesiásticos. Esta dinámica puede ser compleja y a veces llevar mucho tiempo, ya que la Iglesia busca discernir la voluntad de Dios en relación con los cambios propuestos. Los Sínodos son solo deliberativos, al Papa no lo obligan a modificar doctrina alguna.