
“Tuve una vida hermosa, una vida digna, y quiero que mi muerte también lo sea”. Son palabras de la antropóloga Adriana Stagnaro, paciente de ELA y una destacada luchadora por la eutanasia. Ella y otras personas que atraviesan situaciones límite, nos están exigiendo abrir el debate. Llamamos eutanasia a la muerte voluntaria asistida activamente por un profesional de la salud.
Es un procedimiento médico que se sustenta en la petición libre e informada de la persona que, a causa de una enfermedad grave e incurable, una lesión, o un padecimiento crónico grave, progresivo e imposibilitante, está sufriendo intensos dolores o padecimientos psíquicos, o una condición de gran dependencia y disminución de su integridad que, a su juicio, resultan indignos o intolerables.
Esta práctica es legal en otros países (Canadá, España, Portugal, Países Bajos, Bélgica, Nueva Zelanda, Luxemburgo, Colombia, Perú, Suiza, Austria, algunos estados de Australia y Estados Unidos) y está siendo debatida en la región (Uruguay, Chile, México, Brasil). Ahora es el turno de Argentina.
En el Congreso Nacional se han presentado distintos proyectos para legalizar esta práctica, con la autoría del diputado Julio Cobos (UCR), la diputada Jimena Latorre (UCR), la diputada Carolina Moisés (FDT), la diputada Gabriela Estévez (FDT) y el mío propio. Mientras que en el Senado de la Nación está el proyecto del senador Alfredo Cornejo (UCR). Todas estas iniciativas tienen firmas de distintos bloques y comparten los mismos principios: el respeto de la libertad individual y de la dignidad de la vida humana hasta sus últimas consecuencias. Es decir, hasta la muerte.

El pasado jueves 3 de agosto organicé un panel de debate en el que por primera vez se escucharon en la Cámara de Diputados las voces de expertos comprometidos con esta causa. Entre ellos, el Dr. Mario Pecheny, politólogo y ex vicepresidente de Asuntos Científicos del Conicet, y la Dra. Graciela Jacob, socióloga y médica paliativista, ambos miembros de la Red de Cuidados, Derechos y Decisiones en el final de la vida, del Conicet. Los médicos Carlos Alberto Soriano y Mario Sebastiani, y la jurista y ex miembro de la Corte Suprema de Justicia de Mendoza, la Dra. Aída Kemelmajer. Todos coincidieron en que legalizar la eutanasia sería fortalecer la ciudadanía y dar un paso más hacia la secularización del derecho y la medicina.
En esta jornada también participaron familiares y pacientes que esperan que los legisladores abordemos el debate con madurez y sensibilidad. Y de este encuentro surgió la propuesta de armar una articulación nacional, concretamente, surgió la idea de organizar una Campaña Nacional por el Derecho a la Eutanasia que logre articular y potenciar las iniciativas que están en marcha.
Hablamos de campaña nacional porque sabemos que hay mucha gente que comienza a plantearse el tema en distintas partes de nuestro país. Esto se suma a la militancia de profesionales de la salud, de científicos de diversas áreas y por supuesto, de familiares y pacientes que cuentan con argumentos muy sólidos para avanzar hacia el tratamiento parlamentario. Y por nuestra experiencia en otras luchas, sabemos que la construcción colectiva es fundamental para conquistar derechos.
En estos 40 años de democracia, numerosas leyes han ampliado la libertad de las personas sobre su propio cuerpo y su propia vida. Divorcio vincular; salud y educación sexual; matrimonio igualitario; identidad de género; fertilización asistida; interrupción voluntaria del embarazo. Tenemos un Código Civil y Comercial moderno que reconoce la diversidad familiar, la autonomía progresiva de niños, niñas y adolescentes, y la capacidad jurídica de las personas con discapacidad.
La ley de cuidados paliativos y la modificación de la ley de derechos del paciente para incorporar lo que se llamó “muerte digna” (la posibilidad de rechazar procedimientos médicos como la hidratación y la alimentación artificial), nos enseñaron a respetar la voluntad de las personas que atraviesan enfermedades de gravedad y que buscan alivio en el final de la vida.
Pero en este camino de ampliación de derechos existe aún un gran pendiente: la eutanasia.
Hay que acompañar a quienes sufren de manera irreversible y solicitan ayuda para morir. Hay que darle a los profesionales de la salud las herramientas y las garantías para hacerlo. Es una cuestión humanitaria.
Por todo esto, hablemos de eutanasia.
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