
Los dolores de baja intensidad y poca persistencia son administrables, y con intervenciones marginales la cotidianeidad puede ser llevadera. Incluso si estas dolencias son de largo alcance, pero de baja intensidad, o viceversa, un analgésico un poco más fuerte puede ayudar a superar una situación incómoda. La complicación real es cuando hay un dolor fuerte, persistente y crónico. En este caso la intervención es un mandato. Se requiere acción y determinación.
La profundidad y constancia de los desbalances macroeconómicos son notables en la Argentina. Durante muchísimo tiempo y con copiosa intensidad, el debate gira en torno a la inflación y a los trances económicos, con sus consecuencias inmediatas: menor crecimiento, mayor pobreza y marginalidad.
Así como en el caso de una dolencia física mayúscula la persona no puede atender con claridad y en plenitud los asuntos centrales de la vida, un problema macroeconómico sustancial y continuo (para simplificar, la inflación) no le permite a la sociedad desplegar plenamente todo su potencial productivo, le impide alcanzar una generosa educación y alimentación, y le entorpece un buen desarrollo social. Y la sociedad parece haber tomado nota de esto.
La Argentina viene sin crecer hace mucho tiempo. En términos de participación en el PBI global, prácticamente se está cayendo del mapa. Los indicadores sociales hablan por sí solos.

La sociedad adopta nuevos debates
El debate local huele a naftalina. El mundo durante los últimos 20 años dejó atrás los temas que discute la Argentina y se concentró con foco en ganar competitividad, en la transición energética, en el desarrollo de tecnologías disruptivas y en revoluciones como la inteligencia artificial y el data analytics.
La necesidad y la exigencia de “¡Argentinos, a las cosas!” de Ortega y Gasset, está más vigente que nunca, e ir a las cosas importantes implica solucionar definitivamente las cuestiones contextuales. Enfocarse en el cambio real implica necesariamente salir del campo defensivo (defenderse de la inflación, de la devaluación, de la imprevisibilidad) para tomar una actitud ofensiva. Es tiempo de concentrarse en innovar, crear, producir.
Una lectura positiva de las elecciones primarias permite identificar que los argentinos parecen estar fatigados de intentar solucionar sus vidas con herramientas arcaicas y con una retórica del siglo pasado. Más allá del recorrido y de lo que cada uno de los candidatos representa, lo cierto es que el discurso de los aspirantes ganadores mutó. Con más realismo o con idealismo, con mayor o menor énfasis, el planteo prevaleciente es que las cosas se mejoran de una manera diferente a la que se ha intentado por décadas.
El dato central es la definición de la sociedad acerca de la decisión de querer una transformación rotunda. El resultado del voto en las PASO pudo parecer inconsciente y hasta irresponsable, pero expresa que la sociedad está dispuesta hasta apostar un pleno, un todo o nada, para cambiar esta situación aún sin tener claridad sobre el “cómo”.
Impresiona que la sociedad está lista para asumir riesgos porque está cansada de no tener expectativas, o (y acá lo interesante) visualizó el futuro que pretende para su vida personal, su familia y su comunidad.
Siempre hay una oportunidad
La recuperación durante los próximos años es cierta, requerirá que el contexto internacional ayude y no aparezcan cisnes negros. La situación financiera china y su correlato en la realidad de la demanda agregada mundial, las dudas sobre la tasa de interés de referencia internacional y conflictos bélicos aún sin solución son algunos de los nubarrones sobre los cuales debe prestarse atención.
La Argentina, en el medio de dificultades sonoras y conocidas por todos, se encuentra ante circunstancias inéditas en el contexto de los últimos años. Por caso, en 2024 podría recuperar alrededor de USD 20.000 millones de la exportación de productos agrícolas que por el impacto del fenómeno climático de la Niña faltaron en 2023.
Comenzará a experimentar con más potencia las mieles de una dosis homeopática y demorada de inversiones en infraestructura, revirtiendo el saldo comercial energético. Iniciará un proceso de ventas externas de litio, con promesas de sostenimiento y consolidación fuerte en el tiempo. En 2024 habrá sobre la mesa nada más y nada menos que 4/5 puntos porcentuales del PBI, solo del lado comercial externo.

Sin embargo, el núcleo de la oportunidad reside en dejar de deambular alrededor de antiguos debates y soluciones más pobres que modestas. El reconocimiento de las vulnerabilidades propias como sociedad es un paso necesario para domar el miedo y abrazar el riesgo de rediseñarse. Y la sociedad argentina parece estar en ese camino.
El desenlace es abierto, riesgoso, promisorio. Lleno de oportunidades.
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