
El comercio en el mundo ha cambiado radicalmente: desde la pandemia del Covid y luego a raíz de la guerra en Europa se sentenció a muerte a una era en la que predominó el concepto de globalización y la eficiencia productiva. En este contexto, hoy somos testigos de un continuo proceso de relocalización de prácticamente toda la producción industrial de este hemisferio hacia China y su entorno. En los últimos tiempos no he conversado con industrial argentino que no fabrique una parte de sus productos con este esquema global. La pregunta es, entonces: ¿qué hacemos ahora?
Esta nueva era impone otros criterios para administrar las operaciones, donde la flexibilidad y agilidad son la reglas que determinan la principal capacidad que tiene que tener un manager en su caja de herramientas. La vedete del cartel es la desconfianza sobre la certidumbre de la entrega; ya no hay tanta preocupación por la entrega justo a tiempo, sino acerca de si efectivamente se recibirá la mercadería.
Prestemos atención al caso de países como Guatemala, México, Paraguay y Uruguay: construyeron un marco legal sólido que permite y fomenta la relocalización de industrias en su territorio, para producir artículos con destino al mercado americano y latinoamericano, que no es otra cosa que lo que conocemos como Zona Franca, predio en el cual lo que se produce se exporta. Este fenómeno genera un beneficio de incremento de empleo y de manufactura.
¿Pero qué sucede en Argentina? El sistema de zonas francas de exportaciones encontró un bloqueo importante con las normativas del Mercosur.
Finalmente destaco lo que hace Paraguay que, a semejanza de los Estados Centroamericanos, se ha convertido en la “China de Suramérica”, produciendo cada vez mas artículos industriales. Además, cuenta con una de las mayores flotas fluviales del mundo e incrementa radicalmente sus ventas al exterior incorporando inversión y mano de obra, todo ello a un ritmo vertiginoso.
El papel de los Parques Industriales en este escenario
Los parques industriales han a alcanzado la madurez necesaria para atraer inversiones de radicación industrial que permitan incrementar exportación y niveles de empleo. Son la solución ideal al momento de abastecer eficazmente a las necesidades de la actividad industrial y logística: su diseño prevé desde instalaciones de distribución de agua, gas, energía, recolección y tratamientos de efluentes industriales y cloacales, telecomunicaciones, hasta espacios para capacitación, salas de servicios varios y espacios recreativos, entre otros .
Actualmente la demanda de estos espacios se nutre por las grandes industrias y logísticas que demandan amplias extensiones para su operación o, muy espacialmente, de las pymes industriales que se encuentran radicadas en las zonas urbanas, y que se deben relocalizar por crisis de crecimiento o cuestiones reglamentarias.
El otro pulso de demanda es el explosivo crecimiento del mercado de e-commerce, donde la venta online multiplicó exponencialmente lo cantidad de bultos a entregar obligando re diseñar la mayoría de las logísticas existentes, que no sólo tuvieron que incorporar tecnología, sino también nuevos espacios para poder participar de este asombroso fenómeno que a la fecha no ha encontrado su techo.
Por estos motivos, el metro cuadrado en un parque industrial se transformo en un producto de diseño, incorporando valor distintivo en cada desarrollo y resultando seductor y rentable.
Es sorprendente la cantidad de inversores privados, fuera de lo que son las industrias y logísticas, que deciden invertir a mediano y largo plazo en los proyectos de los parques, ya que encuentra su reserva de valor y renta en los metros cuadrados de los predios industriales.
El autor es presidente del departamento de Infraestructura y Parques Industriales de UIPBA, vicepresidente de la Unión Industrial de Quilmes y director ejecutivo de Parque Industrial La Bernalesa y Valot
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