
Cuando se observa la evolución de las reservas brutas del BCRA, antes de reglamentarse el dólar soja 2, se puede ver que la diferencia con el nivel previo al dólar soja 1 es de un aumento de solo USD 1.027 millones.
Si efectivamente la entidad monetaria compró USD 8.100 millones por liquidaciones anticipadas del complejo sojero en septiembre, como oportunamente informó Economía, quiere decir que en dos meses de esa cifra no queda casi nada. Y, aún así, siguen faltando reservas a $172 para poder importar insumos, al punto que por esa causa el Estimador Mensual de Actividad Económica del Indec acusó en septiembre una reducción del 0,3% respecto a agosto en su versión desestacionalizada.
Esos dólares soja I y ahora los que comenzaron a ingresar con la versión II a $230, se compraron con pesos que emitió el BCRA. En el primer tramo se compró a $200 y se vendió a $160, generando una pérdida que tuvo que absorber la entidad que preside Miguel Pesce. Ahora, se proyecta un movimiento similar, que afectará la ya complicada situación patrimonial del Central, porque ese sector de la economía se quita rápidamente de encima los pesos que recibe.
De ahí surge la pregunta: ¿Por qué la inflación tiene un piso alto si el BCRA dejó de financiar al Tesoro Nacional? Por la sencilla razón que cae la demanda de moneda y, además, hay menos bienes y servicios en el mercado.
Lo explico. Supongamos que hay emitidos $10.000, que la gente guarda por las dudas $2.000 (demanda de moneda) y que la oferta de bienes en el mercado es de 800 unidades. Entonces, el dinero que efectivamente circula es $8.000 y el precio promedio de cada bien no puede superar de $10. Unos bienes podrán tener un precio mayor, pero otros uno menor, según se opera en el mercado.
Ahora bien, supongamos que cae la demanda de moneda, digamos de $2.000 a $1.000, por lo tanto, sin que se haya emitido un solo peso más, el dinero que efectivamente va a estar circulando ya no será $8.000 sino que pasará a ser $9.000. Si la oferta de bienes y servicios se mantuvo en 800 unidades, el precio promedio de todos los bienes en la economía sube a 11,25 pesos.
En otros términos, cuando hay desconfianza en el gobierno y en la moneda nacional, es decir, cuando la gente espera que los precios sigan subiendo, cae la demanda de moneda y aunque el BCRA no emita, igual todo el tsunami de pesos que se volcó previamente a la economía -a lo largo de 2020, 2021 y parte de este año- tiene impacto en el nivel general de precios.

Y si se supone que junto con la mencionada caída en la demanda de moneda también disminuye la oferta de bienes y servicios, por ejemplo, de 800 a 700 unidades, entonces el precio promedio de los bienes sube a 12,86 pesos.
Como se puede ver, no es suficiente con que el Gobierno deje de emitir moneda para financiar el déficit fiscal, algo que seguramente no ocurrirá en los próximos meses y en particular en 2023, sino que además tiene que generar confianza en el peso y que la actividad económica se sostenga.
Todo parece indicar que con la enorme emisión monetaria que hizo el Gobierno en los primeros 3 años de gestión será imposible frenar el ritmo de inflación, dado que se juntan la caída en la demanda de moneda con el menor nivel de actividad, producto de la falta de dólares artificialmente baratos para importar insumos. Ir a un proceso de inflación con recesión es lo más probable en los próximos meses.
Cabe destacar que el problema fiscal hay que multiplicarlo por 2, si se agrega la pérdida que está teniendo el BCRA por esterilizar con Leliq y pases netos la emisión monetaria para comprar dólar soja. Esos instrumentos de regulación de la liquidez ya suman poco más de $9,2 billones.
Y si se quita de los ingresos fiscales la “contabilidad creativa” de incluir rentas de la propiedad como recursos corrientes, se obtiene que el déficit fiscal primario en el período enero-octubre fue superado por los intereses pagados por el stock de Leliq y pases netos. El gasto cuasifiscal ya supera al fiscal primario y le falta poco para empatar al déficit fiscal financiero.
Recursos insuficientes
A pesar de obtener el Gobierno un ingreso récord de divisas por el complejo sojero y cerealero registra serias limitaciones en el frente interno y externo por falta de dólares.
En promedio, esos dos complejos exportadores generaron ingresos de divisas por USD 20.000 millones anuales en los últimos 5 años, en tanto que en 2021 aportaron casi USD 33.000 millones y hasta octubre 2022 llevan acumulados USD 35.000 millones, es decir USD 15.000 millones más que el promedio del último lustro. Aun así, no hay cepo que le alcance para revertir la falta de reservas en el BCRA.
Peor no la podrían haber hecho. Tanto quejarse el Presidente de los efectos negativos de la invasión rusa a Ucrania, las exigencias de la pandemia, los “especuladores”, lo cierto es que con liquidación récord de exportaciones, su gobierno no logra tener un mínimo de orden fiscal y en las cuentas del sector externo.
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