
La historia de la UBA y la de Argentina están íntimamente entrelazadas. Nuestra universidad fue –y sigue siendo– una caja de resonancia de los grandes procesos nacionales. Nacida en paralelo a la patria misma, la Universidad de Buenos Aires se desarrolló con el país, se benefició de los tiempos de libertad y crecimiento y sufrió ante cada retroceso autoritario. Con el paso del tiempo, la UBA se transformó en un orgullo nacional porque contribuyó a realizar la idea de la educación pública y de calidad: un valor fundamental del contrato social argentino.
Ser parte de la UBA es, siempre, un orgullo. En todas las instancias, en todos los contextos. Estudiantes, profesores, graduados, no docentes: todos quienes pasamos por estos claustros sentimos ese orgullo UBA. El orgullo de ser parte de una Universidad que conjuga características singulares que la hacen única: la UBA es pública, gratuita, masiva, de calidad, cogobernada y de acceso irrestricto. La UBA es el orgullo de contar con 5 premios Nobel y ser la universidad que más profesionales forma. Es más ciencia e investigación en un ámbito donde no se negocia el pensamiento crítico y en donde la vida académica y política se construye en la pluralidad de ideas.
La semana próxima finaliza mi segundo mandato como rector. Hoy tengo la inmensa satisfacción de dejar una universidad que crece. Crece porque sigue formando profesionales de altísima calidad. Crece porque sigue haciendo ciencia e investigación en la frontera del conocimiento mundial. Crece porque, a pesar de las vicisitudes del contexto, sigue haciendo efectiva la idea de la educación pública como motor de inclusión e igualdad de oportunidades.
Cuando asumí como rector nunca pensé que lograríamos todo lo que con el tiempo hemos alcanzado. Mejoramos sensiblemente la infraestructura de la universidad con nuevos edificios, pabellones y laboratorios y la modernización y puesta en valor de distintos espacios. Fortalecimos y mejoramos la oferta académica con la creación de carreras estratégicas de grado y posgrado, la actualización de los planes de estudio y la apertura de nuevos colegios preuniversitarios y sedes de CBC.
Cuando empezamos la gestión en 2014, la UBA estaba en el puesto 209 del ranking QS, hoy está en el 67. Y desde hace ocho años es la mejor Universidad de Iberoamérica. Este posicionamiento se acompañó con políticas de internacionalización como la creación de nuevos centros de cooperación internacional y la multiplicación de alianzas y programas de movilidad.

Digitalizamos todos los trámites para insertar definitivamente a la UBA en el siglo XXI. Acompañamos las demandas de igualdad de género con cursos de capacitación, protocolos contra la violencia y la instauración de la paridad de género en los tres claustros de representantes. Mantuvimos en alto, siempre, la política de Memoria, Verdad y Justicia como lo indica la tradición de esta universidad. Desde la declaración de la pandemia y la emergencia sanitaria, miles de voluntarias y voluntarios UBA, personal de salud, docentes y no docentes estuvieron presentes donde más se lo necesitaba. Y lo siguen haciendo hoy desde los programas de Extensión universitaria. En 2021, un año muy especial para quienes formamos parte de la UBA, pudimos conmemorar el Bicentenario de la universidad con un festejo histórico.
Quiero agradecer especialmente a todas y todos los que me acompañaron durante estos años: decanos/as, consejeros/as, secretarios/as, subsecretarios/as, docentes, graduados/as, estudiantes y nodocentes.
Hicimos muchísimas cosas y todavía queda mucho por delante. Nada de esto hubiera sido posible sin el inmenso compromiso y el esfuerzo de toda la comunidad, que es la que hace grande a nuestra querida Universidad de Buenos Aires y son el verdadero orgullo UBA.
La UBA debe sostener este proceso de crecimiento y enfocarse en los desafíos estratégicos del futuro: debe profundizar los vínculos entre el mundo de la ciencia y la academia y el aparato productivo; afianzar la internacionalización de la universidad, y seguir actualizando la oferta académica en función de las demandas de desarrollo nacional y los cambios tecnológicos.
Se termina mi mandato como rector pero mi compromiso con la UBA permanece inalterable. Siempre me encontrarán aportando para la construcción de más y mejor educación pública, gratuita, masiva y de calidad.
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