
Mientras Antonio Guterres, Secretaro General de la ONU, afirmaba ante una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad que todo el día escuchó rumores de que la invasión de Ucrania era inminente pero no pensó que sucedería y reconocía su error, Putin transmitía un mensaje grabado días antes: una declaración de guerra digna de principios del siglo XX, en la cual aseguraba iniciar una operación militar especial para “desmilitarizar” a Ucrania y “castigar a los nazis”.
Los misiles cruceros y balísticos de corto alcance no tardaron en empezar a impactar sobre blancos estáticos ucranianos. Los primeros reportes de tropas avanzando sobre Donbass tampoco se hicieron esperar, mientras muchos miraban estremecidos las ráfagas de artillería de cohetes que impactaban en las afueras de Kharkiv. Rápidamente las redes se inundaron de fotos, videos, y reportes. Se sumaban ataques a Mariupol y Odessa, y se hablada de disparos en el aeropuerto de Kiev, donde horas antes habían aterrizado dos aeronaves militares turcas. Las primeras 48 horas saturaron redes sociales y medios de comunicación con incidentes que se reportaban en casi toda Ucrania, con batallas particularmente relevantes librándose en el aeropuerto Antonov, Chernobyl, Kharkiv, Isla de las Serpientes, y por supuesto, Kiev.
Los hechos en el terreno rápidamente reflejaron lo que el mismo Putin expresó como objetivos de la ofensiva militar sobre Ucrania: la “desmilitarización y desnazificación”. Probablemente esta fue la declaración más transparente y certera de Putin sobre la situación en Ucrania desde los inicios del despliegue militar en las fronteras en noviembre 2021. Los misiles cruceros y balísticos atacaron objetivos militares de valor estratégico y centrales para el sostenimiento de capacidades convencionales ucranianas, mientras que la artillería, las columnas mecanizadas y las fuerzas helitransportadas se encaminaron en una carrera hacia ciudades claves. ¿Las más importantes? Kiev y Kharkiv, en lo estratégico, y Odessa, Melitopol, y Mariupol en lo operacional.
Las operaciones militares sobre Kiev y Kharkiv tenían un propósito superior a las instancias tácticas y operacionales, estas ciudades son objetivos de valor estratégico al ser los mayores centros demográficos, así como enclaves de poder político. Su asedio y ocupación representan la posibilidad de que el Kremlin destruya la estructura política ucraniana, categorizada por Putin como “nazi” y por ende requiriendo la previamente mencionada “desnazificación”.
Por otro lado, Odessa, Melitopol, y Mairupol tienen un valor fundamentalmente militar, asegurar que la Armada rusa opere con relativa impunidad en el Mar Negro y el Mar de Azof, mientras que se crean las condiciones para quebrar con el aislamiento geográfico de Crimea, enclave ruso desde su anexión en 2014. Esto, en conjunto con la destrucción de las capacidades aéreas, antiaéreas y navales, generaría las condiciones necesarias para una irrelevancia militar de Ucrania.
Es así que este conjunto de operaciones contra las capacidades estratégicas de las fuerzas armadas ucranianas como el intento de toma de ciudades clave, reafirmaron la veracidad de la afirmación original de Putin minutos antes de la ofensiva: la “desmilitarización” en términos de la destrucción de la capacidad actual y futura de las fuerzas armadas ucranianas, y las “desnazificación” entendida como la destrucción de la capacidad política de un gobierno injustamente caricaturizado por el Kremlin como “nazi”. Pero como decía Helmuth von Moltke, “ningún plan de operaciones puede ser visto con alguna seguridad, más allá del primer encuentro con las fuerzas principales del enemigo”, y la realidad con la que se han encontrado los rusos en el terreno es muy diferente a la que proyectaron. Es así como al momento de cerrar esta columna Kiev sigue libre de ocupación rusa a pesar del brutal bombardeo y avance aerotransportado de las últimas horas.
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