
Iom Kipur, conocido en español como “Día del Perdón”, es un día de reconciliación entre la humanidad y Dios, cada persona con su prójimo y cada uno consigo mismo.
Dedicamos una jornada a armonizar los tres elementos que componen la existencia: Dios, el prójimo y uno mismo. Buscamos la paz y el equilibrio para poder proyectar un futuro mejor. Esa paz se consigue con el perdón sincero.
La sociedad está dividida y polarizada: las disputas de poder entre grupos políticos, económicos y culturales asumen más importancia que la búsqueda del bien común.
El ataque a quien piensa, actúa o vive distinto pareciera ser algo cotidiano. El tribalismo, la prepotencia y el desprecio al otro prevalecen por sobre el diálogo, el espíritu crítico y el análisis racional.
Con Dios también estamos en conflicto: no logramos acompasar Su creación con actitudes que fomenten la armonía, destruimos el medio ambiente, contaminamos la naturaleza, le echamos la culpa a Dios por nuestros propios errores.
Muchas veces vivimos conflictuados, enojados y furiosos con nosotros mismos. No nos aceptamos como somos. Actuamos o adoptamos posturas artificiales impuestas. Buscamos alcanzar metas establecidas por la sociedad como el dinero, la fama y el poder. Entonces vivimos en una constante dicotomía entre lo que queremos ser y lo que la sociedad nos impone.
¿Cómo salir de esta situación negativa? ¿Cómo pensar en un futuro en paz?
El único camino para la reconciliación es el perdón, y el perdón se alcanza con el diálogo.
Los prejuicios que tenemos nos llevan a ser reacios a la convivencia armoniosa, con Dios, con el prójimo e incluso con uno mismo. Los conflictos surgen porque no nos vinculamos por medio del diálogo, sino por medio de prejuicios.
La actitud de abrir la mente nos salva de nuestros propios prejuicios y nos permite descubrir y empatizar con el otro. Eso se logra dialogando.
Lo más peligroso es el prejuicio contra otro ser humano por el mero hecho de ser, pensar o vivir distinto. La intolerancia y el odio tienen su origen en el desconocimiento, que llevan a asumir erróneamente que el otro tiene determinados defectos.
En Iom Kipur dialogamos con nosotros mismos, nos confesamos, hablamos con Dios, le dirigimos nuestras oraciones para que nos inspire y nos dé sabiduría, y, por sobre todo, nos encontramos con nuestros familiares, amigos y congéneres solicitando su perdón por las faltas cometidas y manifestando nuestra deseo de renovar nuestra relación.
Valoremos el diálogo como la herramienta básica de la sociedad. Aprendamos a reconciliarnos a través del habla y la escucha. Así podremos achicar las distancias que nos separan y encontrar la tan anhelada armonía, tanto con uno mismo como con el prójimo y, en última instancia, con Dios mismo.
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