
Algunas proyecciones del ministro de Economía Martín Guzmán resultan creíbles para los mercados, considerando lo publicado por el BCRA en cuanto a Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), como ser, el PBI esperado en 2021 (5,5% en Presupuesto, 6,2% para el consenso de los analistas), y el déficit fiscal primario (incluso como porcentaje del PBI, sería menor al 4,5% proyectado en Presupuesto 2021) que se presentó en septiembre último.
Pero otras proyecciones no. En especial se observan muchas diferencias en lo atinente al tipo de cambio oficial y a la inflación. Guzmán prevé un dólar de $102,4 al cierre del año, mientras el REM espera que cotice a $118,6. Y Guzmán espera una inflación del 29%, y el REM 48,1 por ciento.
En nuestro caso, estimamos que el PBI crecerá aún más, 6,5%, y en IPC nos ubicamos en una posición intermedia: no creemos que Martín Guzmán logre sus objetivos, no tiene la fuerza (el “empoderamiento”) ni la credibilidad necesaria para alinear tanto las expectativas a su favor. Pero si creemos que la inflación puede rondar 36% en el año en base a las decisiones que se están tomando y al comportamiento esperado del mercado monetario.
Nuestra consultora tiene un buen track record en proyecciones macro, y de hecho lideramos con 21 logros (primero, segundo y tercer puestos), el ranking REM del BCRA entre las consultoras. Pero obviamente nos podemos equivocar. Guzmán puede aflojar sus objetivos (ya lo ha hecho varias veces, el más grave cuando aceptó “sin chistar” que Máximo y Cristina Kirchner le aumentaran el déficit primario para este año del 2% del PBI que él había elaborado a 4,5% del PBI finalmente aprobado por el Congreso); el mercado puede ver que las cosas se ponen feas y las brechas cambiarias jugarle una mala pasada, etc.
Por ahora, en base a una emisión monetaria “bruta” del 58%, que neta de Leliq y Pases sería del 47%, con un PBI por creciendo 6,5% y un aumento de la monetización forzosa (posible por los controles y la propia baja de la devaluación), es posible que el dólar aumente por ejemplo un 28% en el año, los regulados 28% en promedio, salarios se deslicen hacia un 38%, y la inflación termine en 36 por ciento.
Si así ocurriera sería un logro aceptable del Gobierno, que crearía un ambiente propicio para seguir bajando la inflación el año próximo.

Pero nos topamos aquí con varios problemas. Martín Guzmán confía en que la brecha cambiaria seguirá bajando, pero la forma de hacerlo, colocando bonos al 18% anual (¿no será llevado a Comodoro Py el día de mañana por esto?), y usando reservas (USD 800 millones estimado al 8 de marzo), no es “sustentable”, y seguramente no sería aceptado por el FMI en un futuro acuerdo (en principio para fines de este año).
Esta misma forma de operar es ruinosa para los bonos con el riesgo país ya superando los 1.600 puntos básicos, que en lugar de ir acercando el día en el que el gobierno pueda volver a los mercados, lo aleja cada vez más. Y esto, no hace más que aumentar las chances de un nuevo default de la deuda restructurada y de la deuda a reestructurar con el FMI.
Todo esto está muy lejos del “mantra” de tranquilizar la economía del que Guzmán es tan adepto.

Sin un sendero de ajuste fiscal significativo y creíble, es decir bendecido por Cristina y por Máximo Kirchner, la estrategia actual no podrá ser suplantada por una más genuina. Sin esto, tampoco pareciera que el FMI esté en condiciones de avalar el “plan” argentino. Y toda la situación económica y financiera podría desmadrarse tras las elecciones.
Tampoco se ve que la economía podría tranquilizarse, si el clima de desconfianza generalizada no lograra revertirse, lo que ha llevado a mínimos históricos de inversión real en la Argentina. Sin inversión privada genuina no habrá aumento de empleo genuino, y no podremos salir del pantano improductivo, ni de la decadencia general en la que estamos inmersos.
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