
Varios son los datos que pueden reflejar la coyuntura del último año. El decreciente nivel de reservas en el Banco Central, la exorbitante emisión para financiar el déficit fiscal, fuerte caída de actividad económica…un escenario que impulsó, dentro de restricciones cambiarias cada vez mayores, la búsqueda de dólares por parte del sector privado, como cobertura.
En ese contexto, la industria de FCI ofrece varias opciones para esos dólares. Hoy, el patrimonio de esas entidades alcanza a $1,8 billones, donde 10% de la cartera está representada por fondos en moneda dura -lejos del 20% que explicaban a mediados de 2019; un 5% corresponde a estrategias con activos argentinos; y el otro 5% a fondos que tienen como estrategia principal activos latinoamericanos -Fondos Latam-.
En junio de 2019, (pre-PASO), esa foto era bastante diferente: un poco más del 11% de la industria estaba en fondos comunes de inversión en dólares con bonos riesgo argentino (con las Letes como uno de los principales activos), y en torno al 9% era Latam. No obstante, la reconfiguración del escenario político, el reperfilamiento de las Letes, el canje de deuda y las restricciones cambiarias que se fueron profundizando –junto con el deterioro económico- cambiaron esta foto de forma acelerada. También lógicamente influyeron las diferentes regulaciones a las que se debió adoptar la industria.

De hecho, otra manera de ver reflejado todos estos cambios coyunturales, regulatorios y más es ver la cantidad de fondos en dólares que existen en la industria. De los casi 600 fondos, solo 20% (o un poco más de 100 fondos) son en moneda extranjera. Incluso algunos con patrimonios muy limitados. Por algo, también más del 90% está en pesos, y acá las opciones son múltiples: liquidez, CER, Dólar Linked, entre otros.
Sin embargo, aún con pocas opciones, se observa que algunos de los fondos en dólares que se encuentran en la industria pueden resultar atractivos para aquellos perfiles moderados y agresivos que buscan oportunidades para las tenencias de divisas en cartera o en bancos. Esto básicamente debe analizarse en un marco en donde las alternativas con Dólares MEP son pocas o cuentan con fichas mínimas altas, lo que limita el ingreso y la diversificación de inversores minoristas; y las colocaciones tradicionales bancarias a plazo rinden, en promedio, bastante menos que 1% anual.
En cuanto a qué exposición priorizar (corporativo, soberano o cash), se dependerá del riesgo que se esté dispuesto a afrontar y la expectativa a futuro.
Perfiles de riesgo de los inversores
Los bonos corporativos fueron castigados por el mercado hace un tiempo por la regulación del BCRA, que obligó a algunas compañías a reestructurar sus vencimientos de corto plazo. Aun así, en líneas generales, empresas como IRSA, Cresud o Banco Hipotecario, lograron un alto grado de adhesión -el promedio superó el 70%-. Los plazos se lograron extender en promedio unos 3,5 años, con cupones promedio -para la nueva deuda- que se mantuvieron en línea con la vieja.
Según el sector, los cupones de Obligaciones Negociables corporativas se ubican entre 5% y 12% anual, contra un promedio de la deuda soberana reestructurada que se mueve en un promedio de 3.1% (desde 0.13% a 5%). Un último punto que resulta atractiva para un flujo, aunque se deberá -con lógica- analizar en conjunto al riesgo de crédito de cada compañía.

Por ende, canalizar este tipo de riesgo a través de un FCI es atractivo, porque por un lado permite diversificar una cartera que de otra manera no sería posible (accediendo a un seguimiento -por profesionales- mucho más profundo de cada papel). Hay que tener en cuenta que es un mercado con poca liquidez y láminas mínimas (altas) en muchos de estos instrumentos.
Actualmente, sólo como referencia general, las tasas internas de retorno de la curva de rendimiento del sector bancario se ubica entre 10% y 12% anual con duration de entre 2/5 años, mientras que en el energético y petrolero –donde existe una mayor dispersión según el crédito- los rendimientos se ubican entre 10% y 30% anual. Por otra parte, la curva bonos soberanos en dólares marca tasas de rendimiento del 15% a 16% anual, con paridades del 40%, y la duration más corta es 5.3 años.
Hay que recordar que la reestructuración canjeó más de 25 diferentes títulos por sólo 10 nuevos, limitando muchas las opciones y en donde el vencimiento más corto es 2029. Es más, considerando los mínimos cupones que pagan (en especial, en los primeros años), el principal atractivo en este tipo de riesgo se centraría en una mejora en el contexto local que permita una reducción de los actuales spreads a niveles de 10% y 12%, mejorando las valuaciones, y logrando así capturar la apreciación de capital.

Hoy, en un pantallazo general, los FCI tienen opciones muy conservadoras, las cuales invierten el 100% en cuentas remuneradas en dólares, que son utilizadas para el manejo de la liquidez. Son transaccionales, e incluso los gastos de administración pueden a superar al interés devengado. Lo que hace difícil encontrar realmente, bajo esta composición, atractivo en estos fondos.
En tanto, otras administradoras, que balancean la liquidez (arriba igual del 40%) con bonos soberanos o corporativos, ofrecen tasas de retorno indicativas de entre 5% y 10% anual -con durations que van de entre 0.5 y 2 años-. Acá igual, la volatilidad es bastante superior, con el consecuente probable impacto en su rendimiento.
Otras carteras, en tanto, se encuentran más diversificadas con una liquidez debajo del 40%. Apuntan a menos efectivo y más renta fija -soberana, corporativa o incluso provincial-. En este punto las tasas internas de retorno indicativas suben a un rango de entre 10% y 20% anual, con una duration que también se estira hasta 4/6 años. Esta última, claramente, depende de los activos en carteras. Por último, se encuentran también carteras 100% en ON corporativas, o 100% soberanos.
La autora es Analista Senior de PPI (Portfolio Personal Inversiones)
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