Qué santo se celebra este 13 de octubre

Consulta el listado del santoral para que no se te olvide ninguna felicitación en este día

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El santoral cambia cada día
El santoral cambia cada día y recuerda a quienes se caracterizaron por sus buenas acciones. (Imagen ilustrativa Infobae)

Hace unas décadas, incluso siglos, los ancestros acostumbraban a nombrar a sus hijos con el nombre del santo del día en que nacieron, no en vano en las famosas “Mañanitas” hay una estrofa que dice: “Hoy por ser día de tu santo te las cantamos aquí…”.

El onomástico hace alusión día en que se festeja algún santo, aunque es común que mucha gente lo use como sinónimo de cumpleaños, lo cual es erróneo, pues al hablar de él sólo se alude al listado de los nombres del santoral.

Como se indica en el calendario santoral, hoy también se conmemora a las mujeres y hombres que destacaron por tener conexiones especiales con las divinidades, que hicieron buenas acciones por el prójimo y que tenían una elevada ética y moral, motivos que los llevaron a ser canonizados o beatificados y formar parte del santoral.

Este es el santoral del lunes 13 de octubre.

Festejo del día: San Eduardo III el confesor

Presentar como excusa para nuestra vida mediocre aquello de que los tiempos no son buenos o que las circunstancias presentan su cara adversa y así no es posible buscar y conseguir la santidad hoy y ahora, no deja de ser un recurso vulgar tras el cual se esconde la pereza para vivir las virtudes cristianas o la falta de confianza en Dios que lleva al desaliento. De hecho, ni los tiempos en sus usos y costumbres, ni las circunstancias personales facilitaban lo más mínimo la fidelidad cristiana de Eduardo. Nace en Inglaterra en el año 1004, casi con el siglo XI, cuando las incursiones navales de los piratas daneses o escandinavos son causa de numerosos atropellos sangrientos y de represalias aún más crueles. El pueblo sufre desde hace tiempo violencia; está en vilo soportando la ignorancia y pobreza. Los palacios de los nobles están preñados de envidia, ambición y deseos de poder; en el lujo de sus banquetes se sirve la traición. El mismo Papado en lo externo es en este tiempo más un signo de miseria que un motivo de emulación. Con las basílicas en ruinas, en la elección del Pontífice intervienen los intereses políticos y militares a los que se paga a su tiempo la cuota de dependencia. Hace falta una reforma que por más evidente no llega. Incluso el cisma de Oriente está a punto de producirse y lastimosamente se consuma. Nunca faltó la ayuda del Espíritu Santo a su Iglesia indefectible, pero hacía falta fe teologal para aceptar el Primado, sí, una fe a prueba de cismas y antipapas. Con diez años tiene que huir Eduardo de Inglaterra, pasando el Canal, a la Bretaña o Normandía donde vivirá con sus tíos —hermanos de su madre— los Duques de Bretaña, en la región por aquel entonces más civilizada de Europa. Allí, al tiempo que crece en su destierro, va recibiendo noticias de la ocupación, saqueo y tiranía del rey Swein de Dinamarca. También de la muerte de su padre, el rey Etelberto y de su hermano Edmundo que era el príncipe heredero. ¡Claro que su madre Emma llora estos sucesos! Pero un buen día lo abandona, partiendo misteriosamente; se ha marchado para hacerse la esposa de Knut, el nuevo usurpador danés. Tiene Eduardo 15 años y sigue escuchando los consejos de los monjes en Normandía; ya es un regio doncel exilado que se inclina en la oración al buen Dios. A la muerte de Knut, los ingleses le proponen la corona de Inglaterra, pero cuando está a punto de disfrutar del cariño de sus súbditos, le traiciona su madre que quiere el trono para el hijo nacido de Knut; él no quiere un reino ganado con sangre y regresa a Normandía. Los leales súbditos piden una vez más su vuelta y la de su hermano Alfredo; pero es una trampa, Alfredo es asesinado. Llega a ser rey a los cuarenta años, después de una larga, fecunda y sufrida existencia. Es la hora del heroísmo. No alimenta odio. Está lleno de nobleza y generosidad. Contrae matrimonio con Edith, hija del pernicioso, intrigante y hábil duque de Kent. Relega al olvido el pasado, perdona y no castiga. Se dedica a gobernar. A su madre la recluye en un monasterio. Se entrega a buscar el bien de sus súbditos. De Normandía importa arte y cultura. Como su vida es austera, la Corona se enriquece y pueden limitarse los impuestos. Su dinero es el erario de los pobres. Dotó a iglesias y monasterios de los que Westminster es emblema. Hoy, a la distancia de casi diez siglos, aún Inglaterra llama a su Corona "de San Eduardo". Fue patrón de Inglaterra hasta ser substituído por San Jorge. (Fuente: archimadrid.es)

Junto a este personaje hay otros santos y mártires a los que también se les celebra este lunes 13 de octubre como los siguientes:

Beata Magdalena Panattieri

Santa Chelidonia de Abruzzo (s. XII)

Beata Alejandrina María da Costa (s. XX)

San Florencio de Tesalónica (s. III)

San Geraldo de Cierges (s. X)

San Leobono de Salagnac

San Lubencio de Kobern (s. IV)

San Simberto de Augsburgo (s. IX)

San Teófilo de Antioquía (s. II)

San Venancio de Tours (s. V)

Qué se necesita para ser nombrado un santo

El Papa Francisco tras la
El Papa Francisco tras la canonización de la Madre Teresa de Calcuta, en la plaza de San Pedro en el Vaticano, el 4 de septiembre de 2016.(AFP/ANDREAS SOLARO)

La Iglesia Católica y ortodoxa usan la canonización para declarar como santo a una persona ya fallecida, lo que implica incluir su nombre en el canon (lista de santos reconocidos) y el permiso de venerarla, reconociendo su poder ante Dios.

Durante el Cristianismo, las personas eran reconocidas como santas sin necesidad de un proceso formal; sin embargo, ello cambió en la Edad Media.

En el caso del catolicismo, la Iglesia debe hacer una investigación exhaustiva de la vida de la persona a santificar y existen cuatro formas de lograr el nombramiento: la vía de las virtudes heroicas; la vía del martirio; la de las causas excepcionales, confirmadas por un culto antiguo y fuentes escritas; y la del ofrecimiento de la vida.

Además, es requisito indispensable que haya hecho al menos dos milagros (o uno en el caso de ser mártir). La canonización se hace en una solemne declaración papal y se le asigna un día de fiesta para la veneración litúrgica.

No hay un periodo establecido para realizar la canonización de un personaje, pues incluso hay casos como el de San Pedro Damián que fue canonizado hasta 756 años después de su muerte o, por el contrario, el caso de San Antonio de Padua que fue nombrado hasta 352 días después de su deceso.

La última canonización tuvo lugar en octubre de 2019, cuando el Papa declaró santos al cardenal John Henry Newman y a la hermana Dulce, de Brasil.