
Al referirse a los desafíos que enfrenta Argentina en materia de comercio exterior y competitividad, José comenta que “el desafío es saber si como país estamos preparados para acompañar los cambios que otros mercados ya están implementando”. En esta entrevista, comparte su mirada sobre el impacto de la logística en la estructura de costos y la importancia de la tecnología aplicada al transporte.
¿Cómo ves la actualidad del comercio exterior desde el norte de Santa Fe?
Con el pasar de los días uno se va dando cuenta de que Argentina tiene un potencial importantísimo, porque no solamente cuenta con producción primaria, sino también con empresas que son capaces de llegar a todas partes del mundo. Desde el norte de Santa Fe podemos dar ejemplos claros: hay empresas del sector cárnico, tanto vacuno como porcino y aviar, que hoy tienen muy buenas opciones para exportar y con perspectivas de crecimiento sostenidas.
A nivel global, las oportunidades existen. Todos los países necesitan alimentarse y eso abre mercados de forma permanente. Es cierto que en algunos momentos pueden aparecer políticas más restrictivas en determinados destinos, pero también se van abriendo nuevas puertas que permiten acceder a mercados donde Argentina tiene mucho para ofrecer.
En ese contexto, es clave mantener una política estratégica en comercio exterior. No alcanza con que las empresas tengan un norte marcado; ese rumbo necesita un contexto favorable que lo acompañe. Ahí entran la logística, la innovación, la capacitación y, sobre todo, la estabilidad en el tiempo, para que las empresas puedan prepararse y responder a las demandas del mercado internacional.
¿Encontrás ventajas o particularidades al operar desde Santa Fe frente a Buenos Aires?
Hoy gran parte de la operatoria sigue centralizada en el Puerto de Buenos Aires y en Ezeiza, pero desde la provincia de Santa Fe se está haciendo mucho hincapié en generar nuevas oportunidades. Hay un trabajo concreto para potenciar aeropuertos como Rosario o Sauce Viejo, y también para fortalecer la infraestructura portuaria.
En ese sentido, el río Paraná como vía troncal de exportación es una ventaja enorme. Las provincias que tienen acceso directo a esa vía deberían aprovecharla al máximo. Descentralizar la operatoria no solo mejora la eficiencia, sino que también puede ayudar a reducir costos y a generar desarrollo regional más equilibrado.
Desde la industria, ¿cómo influye el comercio exterior en la evolución de la logística?
Hoy los costos logísticos son un componente central de la estructura de cualquier producto. Estar en un país tan alejado de los grandes centros de consumo mundial implica redoblar esfuerzos para ser eficientes. Las mejoras no pueden ser esporádicas: tienen que ser constantes y efectivas.
La tecnología juega un rol clave. No se trata solo de incorporar innovaciones aisladas, sino de que esos avances se integren a toda la cadena logística y se reflejen en el resultado final. Para quienes estamos en el interior del interior, la diferencia es aún más marcada: lo que en Buenos Aires puede tener un costo determinado, al sumarle traslado y tiempos hacia el interior se encarece de forma significativa.
Por eso, la tecnología termina siendo una aliada fundamental para reducir costos, mejorar procesos y lograr que esa eficiencia se traduzca en competitividad real para los productos.
¿Dónde ves hoy oportunidades concretas para reducir costos logísticos?
Hay varios puntos críticos. Uno es la incorporación de equipamiento tecnológico en distintas etapas del proceso. Por ejemplo, el uso de escáneres en puertos permite dar mayor visibilidad a la mercadería y evitar aperturas innecesarias de contenedores, lo que reduce tiempos y costos.
Otro aspecto importante es la gestión de turnos para el retiro de contenedores. Muchas veces, una mala coordinación genera demoras que terminan impactando directamente en el costo final. También está todo lo vinculado al estado de las rutas: rutas en malas condiciones implican roturas, desgaste de neumáticos, problemas mecánicos y, en definitiva, mayores costos de flete.
Todo esto debería analizarse de manera integral, para que los costos logísticos se transformen en aliados del producto y no en un obstáculo para su competitividad.

En materia de innovación, ¿qué tecnologías hoy marcan una diferencia en el transporte?
Hoy existen productos y sistemas que, combinados con la tecnología que ya traen los camiones, mejoran de forma notable su performance. Hay soluciones que permiten hacer un control exhaustivo de la conducción, detectar paradas, pinchaduras o incluso si el camión queda encendido durante los descansos.
También hay avances importantes en climatización de cabina. Existen sistemas que funcionan con la batería, lo que evita dejar el camión encendido durante el descanso del chofer, algo que años atrás era habitual. Esto no solo mejora las condiciones de trabajo, sino que también reduce el consumo de combustible.
En el caso de los neumáticos, hoy hay sistemas que controlan automáticamente la presión y permiten continuar el trayecto ante una pinchadura sin alterar el cronograma de entrega. Eso impacta directamente en consumo, tiempos y costos, y termina siendo clave para toda la logística de la mercadería.
Gran parte de esa tecnología viene del exterior. ¿Qué implica gestionarla desde el comercio internacional?
Cuando hablamos de electrónica, Argentina no es un país desarrollado en la producción de componentes, por lo que la mayoría deben importarse. Eso suma complejidad, porque ya no se trata solo de logística interna, sino de una logística internacional.
Además, no siempre se puede trabajar con un único proveedor. Muchas veces hay que articular con proveedores de distintos países, según el producto, el precio y la calidad requerida. Y cuando se apunta a mercados exigentes, la calidad y el cumplimiento se vuelven condiciones indispensables.
El desafío es saber si como país estamos preparados para acompañar los cambios que otros mercados ya están implementando. Muchos proveedores exigen pagos anticipados para iniciar la producción, y las restricciones que existieron —y en parte todavía existen— pueden dejar a las empresas fuera de ciertas oportunidades o retrasar el acceso a tecnología de punta.
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