
“Todo está cambiando muy rápido y estamos obligados a reinventarnos todo el tiempo”, sostiene Ariel. Desde proveedores en China hasta los desafíos de operar desde Mendoza, comparte una mirada clara sobre tendencias, abastecimiento y oportunidades en un mercado cada vez más dinámico.
¿Cuáles son los desafíos al traer tecnología del exterior?
La compra de productos tecnológicos exige estar siempre actualizado, atento a lo último y siguiendo lo que aparece a nivel mundial. Es un mercado vertiginoso, que obliga a adaptarse rápido. Hoy, con la apertura comercial del país, surgen nuevos desafíos, porque cambian los ritmos, las reglas y también las posibilidades. Lo que antes podía estar limitado por el contexto, ahora se amplía, y eso requiere leer muy bien hacia dónde va la demanda.
Venimos de un país que estuvo bastante cerrado, y eso condicionaba las opciones de compra. Hoy se ven escenarios de negocio totalmente distintos. Aumenta la variedad de productos, aparecen nuevas marcas y la gente empieza a conocer alternativas que antes no veía. Eso te obliga a generar nuevas necesidades, a identificar tendencias y a preparar soluciones que antes no eran parte del mercado. Lo que antes estaba muy guiado por la demanda, hoy está más marcado por lo que la gente empieza a descubrir.
¿Qué tipo de transporte se utiliza para traer tecnología desde China?
Depende del tipo y del volumen del producto. Como muchos artículos tecnológicos son chicos, se trabaja mucho con carga aérea, armando consolidados desde China. Las cargas aéreas mejoraron muchísimo: hoy podés tener una entrega en seis o siete días, siempre que el producto esté terminado. Cuando todavía está en fabricación, los plazos cambian: algunos tardan entre 10 y 15 días, otros pueden ir de 30 a 45. Todo depende del plan de producción y del tipo de artículo.
¿Cómo influye operar desde Mendoza?
Estar en Mendoza implica un desafío, porque ya sabemos que “Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires”. Toda la mercadería entra por ahí, sea aérea o marítima, y esa realidad no parece que vaya a cambiar. Entonces hay que poner todo el esfuerzo, tanto tecnológico como logístico, para que lo que llega a Buenos Aires pueda estar en Mendoza —o en cualquier punto del interior— lo más rápido posible y en buen estado. Esa es una parte clave del trabajo.
En términos de ventajas, no cambia demasiado. Puede haber situaciones donde la presencialidad ayude a resolver algo más rápido, pero hoy la tecnología te permite estar conectado todo el tiempo y tener información al instante. Eso achica diferencias y te permite trabajar casi con la misma precisión que alguien que está en otra parte. Lo importante es que todo fluya y que cada dato llegue en tiempo real.
¿Qué se debe tener en cuenta al desarrollar un proveedor en China?
Hay dos caminos: buscar una fábrica que produzca algo a medida o trabajar con marcas ya instaladas. Para mí, instalar una marca nueva lleva entre tres y cuatro años, y requiere mucho esfuerzo. En cambio, operar con marcas conocidas te da respaldo, garantías y procesos más claros.
La distancia plantea desafíos, porque quien responde ante el cliente es la empresa local, no la fábrica china. Entonces necesitás tener mucha confianza en lo que importás: si no, estás comprando un problema.
¿Te toca trabajar con un rango amplio de productos tecnológicos?
Sí, aunque hoy estoy muy enfocado en traer lo que en informática se llama infraestructura. Es la parte dura: cables, fibra óptica, racks, conectividad y también hardware. Desde el interior buscamos ofrecer soluciones completas, que abarquen desde el cableado hasta los activos que permiten que todo funcione. La idea es cubrir todas las necesidades de una empresa a nivel tecnológico y de conectividad.

¿Hay particularidades normativas o documentales para importar este tipo de productos?
Hoy la situación está más abierta. Hubo un tiempo en que las certificaciones eléctricas eran un trámite burocrático complejo, y eso hacía que algunos productos directamente no se importaran. Ahora ese proceso es más simple y permite trabajar con un abanico mayor de artículos. Aun así, sigue siendo necesario conocer muy bien la documentación para evitar demoras innecesarias y asegurar que todo se pueda despachar sin problemas.
¿Qué productos resultan más complejos de gestionar?
Lo más complejo no es conseguir el producto, sino la variabilidad de precios, especialmente en tecnología ligada a memorias: almacenamiento y memoria RAM. La demanda mundial de chips generó aumentos del 70% u 80% en valores FOB(precio del producto en origen, sin incluir flete ni seguro internacional).
Hay mucha volatilidad y se hace difícil proyectar. Esto está muy ligado al crecimiento de productos de inteligencia artificial, que requieren gran cantidad de chips. Cuando el mercado global se mueve así, localmente también se siente.
¿Hay muchas empresas que fabrican este tipo de chips?
No. Hay muchas empresas que ensamblan, pero las que fabrican realmente son muy pocas: apenas tres o cuatro en todo el mundo. Ellas les venden los chips al resto de las fábricas. Esa concentración explica parte de la volatilidad y por qué es tan sensible el precio en determinados componentes.
¿Qué reflexión final te gustaría dejar sobre el sector tecnológico?
Hoy todo cambia muy rápido, y eso nos obliga a reinventarnos para poder entender esos cambios. No alcanza con adaptarse una vez: tenés que estar atentotodos los días, porque los modelos de negocio también van variando. La tecnología avanza, la demanda cambia y lo que antes funcionaba deja de hacerlo. Es un sector que exige una miradaconstante y flexible.
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