
“Estamos en el momento de la logística: pasó de ser vista como un gasto a ser reconocida como un sector estratégico para el desarrollo económico”, afirma Natalia. En esta entrevista, analiza los desafíos que atraviesa el sector, la importancia de la profesionalización y cómo la diversidad y la tecnología están moldeando el futuro.
¿Cómo ves la evolución del panorama logístico en Argentina?
Creo que la evolución recién empieza. Es el momento de la logística como sector estratégico para el desarrollo económico del país.
Hay tres hitos que marcan este cambio: primero, el nacimiento del comercio electrónico, que transformó la relación con el consumidor; segundo, la pandemia, que puso a la actividad como esencial; y tercero, la sustentabilidad, porque el transporte es una de las actividades con mayor impacto ambiental.
Estos tres puntos pusieron a la logística en el centro de la escena. Hoy dejó de ser un gasto o un costo y empezó a ser una inversión, un socio estratégico dentro de la cadena de valor. Un producto puede ser excelente, pero si el servicio no lo acompaña, el cliente deja de comprar. Esa es la clave: la logística ya no depende de otros sectores, sino que se volvió parte fundamental del negocio.
Estamos viviendo una etapa de repensar la logística. Todo se está transformando: la tecnología, la eficiencia del transporte con los bitrenes, el rol del ferrocarril en Vaca Muerta. Hay un cambio de mentalidad. Estamos subiendo la cima para que la logística sea, finalmente, el sector estrella de lo que se viene.
¿Qué papel cumple la formación profesional en este proceso de cambio?
La formación es fundamental, pero primero hay que repensar qué entendemos por “profesional”. Para mí, profesional no es solo quien tiene un título, sino quien busca mejorar continuamente lo que hace. Ser profesional implica observar los problemas, entender su origen y trabajar en cómo resolverlos, no solo reaccionar.
Hoy, lamentablemente, hay muchas personas en puestos operativos sin formación completa —algunos sin secundario o primario terminado—, mientras que la capacitación suele estar enfocada en niveles directivos o estratégicos.
Entonces, exigimos cambios a personas que no tienen todavía las herramientas para afrontarlos. Eso genera estrés y frustración, que se traducen en mal clima laboral.
La formación viene a dar recursos, conocimientos y motivación. Una persona motivada produce hasta 25% más que una desmotivada. Por eso, formar no es un gasto: es una inversión directa en productividad y bienestar.
¿Trabajás con choferes o con otros actores de la logística?
Con todos los actores de la logística, y los choferes están incluidos. Ahí también hay un cambio en la mirada. Antes, el chofer era valorado por su fuerza física: los camiones eran pesados, mecánicos, exigentes.
Hoy, con la tecnología, un camión puede tener más confort que un auto. Lo mismo pasa en los depósitos: ya no se necesita fuerza bruta para mover bultos, porque todo tiende a la automatización. Y ahí surge una pregunta importante: ¿qué hacemos cuando somos más tecnológicos? La respuesta es simple: tenemos que ser más humanos. Más comunicación, más empatía, más tiempo para el cliente. El desarrollo tecnológico tiene que venir acompañado de habilidades blandas, de relaciones interpersonales más sólidas.
¿Cómo puede acceder la gente a estas capacitaciones?
Hoy hay de todo: universidades, cursos cortos, educación no formal, opciones virtuales y presenciales. La clave es encontrar el formato que se adapte a cada perfil. Por ejemplo, para un chofer que pasa muchas horas en ruta, un curso online en vivo puede ser ideal. Pero lo más importante es medir cuánto de esa capacitación se traduce en comportamiento real.
A veces hay mucha distancia entre la teoría y la práctica. Podés capacitarte en seguridad vial, pero si después estacionás en banquina o excedés la velocidad, algo falló. Por eso, las capacitaciones deben incluir simulaciones, prácticas reales y aprendizaje vivencial, para que el conocimiento se incorpore de verdad. Frenar una operación logística tiene un costo, pero capacitar es una inversión que mejora los resultados.

¿Qué habilidades buscan hoy los empleadores del sector?
Más allá del conocimiento técnico, las empresas buscan pensamiento reflexivo y sistémico. La logística no se puede entender por partes: hay que mirar todo el sistema. También se valora la flexibilidad, porque los escenarios cambian constantemente y hay que saber adaptarse rápido.
Otra habilidad clave es la resolución de problemas. No solo “arreglar” algo que falla, sino analizar por qué ocurrió y cómo evitar que se repita. Y, sobre todo, la vocación de servicio: entender que la logística es, ante todo, una actividad orientada al cliente. Si no existe ese enfoque, no se puede crecer en un rubro que vive del servicio.
¿Qué dificultades enfrentan los jóvenes al insertarse en el sector logístico?
Estoy trabajando justo en una investigación sobre eso. Las nuevas generaciones llegan con ideas colaborativas, pero muchas veces se encuentran con estructuras rígidas e información centralizada en una sola persona o sector. Eso los frustra, porque buscan compartir, participar y entender el propósito de lo que hacen.
Además, muchas empresas siguen funcionando con puestos individuales, donde una sola persona maneja procesos críticos. Eso genera dependencia: si falta o se va, todo se detiene.
La clave está en pasar de los puestos individuales a los equipos de trabajo, donde haya colaboración y respaldo. Y en esos equipos, la diversidad es esencial: de edad, género, formación y cultura. Cuanto más diverso es el equipo, más perspectivas tiene, y eso se traduce directamente en mejores resultados para la organización.
Para cerrar, ¿qué reflexión te gustaría dejar sobre el futuro del sector?
La logística está en un punto de inflexión. Tenemos tecnología, herramientas y talento humano para dar el salto. Pero el verdadero cambio va a venir cuando logremos combinar eso con formación, empatía y diversidad. Ahí es donde la logística va a dejar de ser solo movimiento de cosas y va a convertirse en un espacio de transformación humana y profesional.
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