El humor también tiene logística: planificación, conexión y timing en cada escenario

Andy Ini, comediante y guionista, comparte su visión sobre la risa como herramienta de conexión y sobre la logística que hay detrás de cada función, donde la coordinación y el humor van de la mano

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Andy Ini es comediante y
Andy Ini es comediante y guionista (Foto: Movant Connection)

“El humor es una forma de llevar la vida adelante, que no sea tan dura”, afirma Andy. En esta entrevista, comparte su mirada sobre la risa como herramienta de vínculo, la necesidad de adaptación cultural al “exportar” su humor a otros países y la logística que exige coordinar cada función con la precisión de una cadena de suministro.

¿Qué claves encontrás para “exportar” tu humor y conectar con públicos extranjeros?

Primero, ser auténtico. Cuando voy a otro país, la gente quiere ver a un argentino, no a un imitador local. Ya saben lo que significa “che” o “boludo”, y eso genera empatía.

Después, investigo cada lugar: cómo se mueven, qué expresiones usan, cómo le dicen al colectivo o al metro. Son pequeños detalles que muestran interés y hacen que el público se sienta incluido.

Mi humor es universal, porque habla de vínculos, emociones y situaciones que todos vivimos. Pero siempre agrego algo local. En El Salvador, por ejemplo, hice un chiste sobre lo difícil que es dibujar su bandera. Dije: “fíjense, es azul, blanca, azul… pero en el medio tiene… ¿qué es eso? ¡El Guernica de Picasso!”. Y estallaron de risa.

Son cosas simples, pero que conectan. La clave está en observar, adaptarse y mantener tu esencia.

¿Qué importancia tiene la logística en tu trabajo como comediante?

Es enorme. De hecho, lo más fácil de mi trabajo es el show; lo más difícil es la logística para que ese show suceda.

A veces tengo tres o cuatro funciones en una noche, en distintos puntos del país. Calculo rutas, tiempos, distancias, tráfico, condiciones climáticas, armado de sonido y todo eso es planificación pura.

Trabajo con la misma lógica de una operación logística: coordino recursos, priorizo tiempos y evalúo contingencias. Mando mis pistas por mail a los sonidistas con anticipación, numeradas y ordenadas; coordino con los técnicos para que el equipo esté listo antes de que yo llegue; y, si sé que puedo demorarme, tengo plan B.

Una vez, sabiendo que el evento era lejos y el margen de tiempo era mínimo, mandé un pianista de backup para que arranque antes de que yo llegue. Así evito que el público se impaciente. Esa previsión es lo que te salva: si algo falla, tenés que tener un plan alternativo.

¿Qué consejos darías a quienes buscan “llegar” a su público, sea en un escenario o en una empresa logística?

Primero, hay que saber a quién le hablás. Conocer al público o al equipo. No es lo mismo hablar con jóvenes que con gente mayor, ni con un grupo relajado que con uno tenso.

Después, hay que leer el contexto. Si la gente está comiendo, no arranques con los chistes, porque la milanesa le gana a cualquiera. Ni Mick Jagger puede competir con una milanesa. Si están con cubiertos, no pueden aplaudir, y si están masticando, no se pueden reír. Entonces, arranco cantando hasta que se despabilen y después meto el humor.

En las empresas pasa igual: hay que elegir el momento justo para comunicar. Si hablás cuando todos están saturados o distraídos, el mensaje no llega. La comunicación, como la logística, tiene su propio timing.

¿Sentís que tu trabajo tiene algo en común con la logística?

Totalmente. Mi trabajo es una operación logística completa: tengo que coordinar recursos humanos (mi equipo), recursos técnicos (el sonido, la iluminación), transporte, horarios, tiempos y clientes —que en este caso son los públicos—.

Cada función tiene su hoja de ruta, sus imprevistos y su deadline. Si una parte falla, el resto se retrasa. Es exactamente lo mismo que pasa con un embarque o una entrega: el éxito depende de que todo fluya con precisión.

La diferencia es que, en mi caso, el “producto final” es la risa. Y cuando todo sale bien y la gente se ríe, siento que la operación fue un éxito total.

Refiriéndose a su labor como
Refiriéndose a su labor como comediante, Andy comenta que lo más fácil de mi trabajo es el show; lo más difícil es la logística para que ese show suceda (Foto: Movant Connection)

¿Qué significa el humor para vos?

El humor es un estilo de vida. Es una terapia. La vida es una decisión: podés vivirla con optimismo o con pesimismo, y los dos te van a costar el mismo esfuerzo. Para mí, el humor es la decisión de que la vida no sea tan dura. Pero también es tragedia, porque sin tragedia no hay humor. Están conectados.

¿Y cómo influye el humor en la forma de vincularte con la gente?

El humor siempre sirve para vincularte, hasta en lo más simple. Si vas al banco o al peaje con una sonrisa, descolocás a todos. La gente no está acostumbrada a la gente feliz. Creo que el humor descontractura, te acerca, te permite negociar mejor. Si nos tomáramos la vida con más humor, habría muchos menos problemas.

¿Cada público reacciona igual o hay diferencias según el lugar?

Cada público es distinto. Cada show también. Yo puedo decir el mismo monólogo cien veces y cada vez sale diferente. La variable es el público, la energía del momento, el clima, si están comiendo, si hay ruido de fondo. Todo influye.

El humor, a diferencia del canto, tiene una exigencia inmediata: si no se ríen, fracasaste. Yo puedo cantar y que nadie aplauda hasta el final, pero en el humor el silencio se siente. Por eso, cada función es única.