La fruticultura argentina y el desafío logístico de llegar al mundo

Marcelo Pablo Pérez, socio gerente de una empresa de servicios integrales de comercio exterior, explica el rol clave de la producción frutícola, la logística y los requisitos internacionales

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Marcelo Pablo Pérez es socio
Marcelo Pablo Pérez es socio gerente de una empresa de servicios integrales de comercio exterior (Foto: Movant Connection)

“La logística frutícola es fundamental, pero no puede limitarse al transporte. Tiene que estar complementada con conocimiento”, afirma Marcelo. En esta entrevista, recorre la importancia de las regiones productivas, los mercados de destino y el impacto de la logística en la competitividad.

¿Qué presencia tiene la producción frutícola en el comercio exterior argentino?

La producción frutícola es fundamental. Es uno de los eslabones principales porque agrupa tres puntos clave: genera empleo regional, impulsa la sustentabilidad y tiene alta demanda internacional, lo que se traduce en generación de divisas. Además, exige cumplir protocolos y requisitos sanitarios que refuerzan la confiabilidad de los productos argentinos.

¿Cuáles son las zonas más relevantes para la exportación?

Las principales son el Valle de Río Negro y Neuquén, con pera, manzana y cerezas. En el NOA, Tucumán se destaca por los cítricos, mientras que Entre Ríos aporta cítricos dulces y arándanos. La provincia de Buenos Aires también participa con producciones más acotadas, sobre todo de arándanos.

¿Qué mercados demandan fruta argentina?

El abanico de importadores se amplió en los últimos años. Los principales destinos son Estados Unidos, China, Oriente y la Unión Europea. La calidad de la fruta argentina es un factor determinante para mantener y expandir estos mercados.

¿Qué rol cumple la logística en esta cadena?

Es fundamental porque hay que cumplir tiempos y preservar calidad. Se requieren transportes con refrigeración y, en muchos casos, contenedores con atmósfera controlada para regular la maduración de la fruta en tránsitos marítimos que pueden durar entre 30 y 45 días.

Si hay una falla logística, el producto puede quedar fuera de mercado, con rechazos y rupturas de contrato. Por eso, además del transporte, la coordinación es decisiva para llegar a tiempo.

¿Qué tan frecuentes son los problemas logísticos?

Las fallas existen y pueden dejar a un exportador años fuera de un mercado. Hoy la tecnología ayuda mucho: controles satelitales, termógrafos y monitoreo de temperatura reducen márgenes de error. Sin embargo, siempre puede fallar un generador, un camión sufrir una demora o un motor detenerse. Lo importante es minimizar riesgos y reaccionar rápido.

El conocimiento es la base. No alcanza con saber sobre la fruta: hay que entender toda la cadena. Si se desconoce un eslabón, se puede incumplir un requisito sanitario o perder la salida de un buque. Eso genera extracostos y daña la confianza. Conocer cada etapa asegura que el producto llegue con la calidad necesaria y al destino acordado.

¿Qué impacto tiene el cambio climático en la producción frutícola?

Influye mucho. Sequías, lluvias, granizo, heladas o calores extremos son cada vez más frecuentes e imprevisibles. Un evento climático fuera de temporada puede arruinar una cosecha completa. La fruticultura depende de un buen clima, y hoy los productores deben convivir con una mayor incertidumbre. Estas variaciones impactan directamente en la logística y en la capacidad de cumplir compromisos internacionales.

¿Cómo está posicionada Argentina a nivel internacional?

Va creciendo y ganando mercados. Todo depende de la confianza que se genere. Si se cumplen requisitos sanitarios, plazos y calidad, los compradores amplían su demanda. La confiabilidad es el camino para escalar en la cadena de valor mundial.

Para Marcelo, "La producción frutícola
Para Marcelo, "La producción frutícola es fundamental. Es uno de los eslabones principales del comercio exterior argentino" (Foto: Shutterstock)

¿Cuánto tiempo pasa desde la cosecha hasta la góndola?

Depende del medio. En aéreo, el proceso es casi inmediato: se cosecha, se empaca, se carga en camiones refrigerados y en 24 horas puede estar en destino. En marítimo, el tránsito va de 15 a 45 días. En ese caso se cosecha antes de tiempo para que la fruta madure durante el viaje y llegue lista para ser exhibida en los supermercados.

¿Cómo se controla la temperatura en el transporte aéreo?

El proceso es distinto al marítimo. En aéreo se empaca con frío y se traslada en camiones refrigerados hasta Ezeiza. Allí se descarga en pre-cámaras que mantienen temperatura controlada. Luego, a los pallets se les colocan mantas térmicas de polipropileno y aluminio que evitan que el calor entre o el frío se pierda. Finalmente, se paletizan y se cargan en el avión. La bodega está presurizada, lo que ayuda a preservar las condiciones de la fruta durante el vuelo.

¿Qué reflexión harías sobre logística y comercio exterior en este sector?

La logística frutícola es fundamental, pero no puede limitarse al transporte. Tiene que estar complementada con conocimiento, porque eso garantiza calidad. Y la calidad genera confianza. Esa confianza se traduce en divisas y acuerdos internacionales. Si solo se piensa en mover mercadería, se corre el riesgo de incumplir requisitos sanitarios o entregar fruta de baja calidad, atentando contra todo el esfuerzo productivo.