Competencia, costos altos y nuevas reglas del juego en las importaciones

Cristian Quiñones, despachante de aduana, describe cómo la apertura del comercio generó más consultas, sobrestock y un escenario en el que la planificación y el capital disponible son decisivos para avanzar

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Cristian Quiñones es despachante de
Cristian Quiñones es despachante de aduana (Foto: Movant Connection)

“El rol del despachante hoy es muy abarcativo porque no solo sos despachante”. Desde esa mirada, Cristian abre la conversación sobre una profesión que va mucho más allá de liberar mercadería y que implica asumir múltiples funciones dentro del comercio exterior.

¿Cómo describirías el rol de despachante hoy?

El rol del despachante de aduana hoy es muy abarcativo porque no solo sos despachante. La gente se queda con la idea de que es el que te libera la mercadería en el puerto, pero no es solo eso. Sos despachante, sos abogado porque tenés que conocer las leyes, las reglas. Sos contador, porque armás el presupuesto. También es parte de la logística. Es un rol amplio e importante, siempre lo fue. Y hoy, con más competencia, todavía más.

¿Cómo estás viendo la dinámica de las importaciones y exportaciones en la Argentina?

La dinámica del comercio exterior es muy amplia. Hoy cualquiera puede intentar importar: desde el verdulero de la vuelta, al igual que otros que nunca estuvieron en el rubro. Está lleno de consultas. El problema es que muchos no hacen un estudio previo. Creen que porque en otro país un producto cuesta un dólar ya es negocio, y no tienen en cuenta todos los costos hasta que llega acá. Ahí aparecen las sorpresas, cuando muchas veces los productos terminan siendo más caros que comprarlos directamente en el mercado local.

¿Tenés una idea de cuántos de esos interesados realmente avanzan?

Si tuviera que poner un número, te diría que de las consultas que recibo, un 40% no avanza. Hay costos fijos muy altos en Argentina: el puerto es caro, el flete es caro, y si tenés poco capital, muchas veces no cierra. Entonces, al mostrarles los números, se dan cuenta y no siguen adelante.

¿Y qué pasa con los importadores que ya tenían experiencia?

Cambió mucho. Hoy todo el mundo es importador. También se sumaron los que tenían capital ahorrado y vieron una oportunidad. Eso hace que aumente la competencia y que los importadores de siempre empiecen a bajar su margen de ganancia, a mirar más los costos. Además, pasa que muchos traen el mismo producto, pero el consumo está bajo. En la calle no hay dinero, no hay tanto movimiento. Y aun así, este año fue récord la cantidad de gente que viajó a ferias internacionales para buscar mercadería.

"Si tuviera que poner un
"Si tuviera que poner un número, te diría que de las consultas que recibo, un 40% no avanza", señala Cristian sobre las personas que buscan importar por primera vez (Foto: Shutterstock)

¿Ese fenómeno generó sobrestock?

Sí, hay sobrestock y además está el tema de la calidad. Antes se decía que lo que venía de afuera era “berreta”, y eso cambió: ahora producen cosas buenas y baratas, pero también siguen existiendo productos de mala calidad.

Entonces, alguien importa un producto que ya tiene un estudio de mercado y de repente aparece otro similar, más barato pero de peor calidad, que inunda el mercado. Eso te baja la venta. Después la gente deja de comprarle al de mala calidad y vos te mantenés, pero en el camino te quitó una parte del mercado.

¿Qué expectativas tenés para el sector en el corto y mediano plazo?

Yo creo que el país va a seguir mejorando. Espero que haya políticas buenas y que el campo genere ingresos. Estoy recibiendo consultas de agricultores que quieren renovar maquinaria, aprovechando que se permite importar usadas. Están esperando terminar la siembra para juntar el dinero y traer sus cosechadoras.

La expectativa es favorable. Hubo un boom en el que todo el mundo salió desesperado a comprar y viajar. Ahora se está estabilizando un poco. Lo que falta es poder adquisitivo: que la gente pueda comprar más, así las empresas mueven más productos y hay más ventas.