
El transporte por carretera en Europa, que moviliza cerca del 75% de las mercancías terrestres en la región, atraviesa un momento crítico. La falta de conductores profesionales y el déficit de estacionamientos seguros para camiones se han convertido en dos caras de un mismo desafío: garantizar condiciones laborales dignas y sostenibles para la fuerza laboral que sostiene las cadenas logísticas.
En septiembre, la Unión Internacional del Transporte por Carretera (IRU) protagonizó dos intervenciones en Bruselas que pusieron de relieve la urgencia de actuar.
Por un lado, presentó junto con la Federación Europea de Trabajadores del Transporte y la Organización Europea de Aparcamiento Seguro una carta dirigida a la Comisión Europea, reclamando medidas inmediatas para acelerar el desarrollo de zonas de aparcamiento protegidas. Por otro, participó del Diálogo de Implementación sobre Movilidad Laboral Justa, donde expuso propuestas para hacer más atractiva la profesión de conductor y simplificar la aplicación de las normas laborales en toda la UE.
Un déficit de espacios seguros que impacta en el bienestar de los choferes
Según la IRU, el déficit de estacionamientos seguros asciende a 390.000 plazas en la actualidad y podría llegar a 483.000 en 2040 si no se toman medidas concretas. Esta carencia tiene efectos directos sobre la logística, al dificultar el cumplimiento de los tiempos de descanso obligatorios, reducir la eficiencia en las operaciones y poner en riesgo la seguridad de los transportistas.
La directora de la IRU para la UE, Raluca Marian, fue tajante: “La falta de aparcamiento seguro es más que un problema logístico; es un problema humano”. Los conductores expuestos a paradas inseguras no solo enfrentan robos o actos de violencia, sino también condiciones precarias para descansar adecuadamente, con consecuencias sobre su salud física y mental.
El documento remitido a la Comisión pide que los estacionamientos sean priorizados en la planificación territorial de los Estados miembros, que se agilicen los permisos de construcción y que se garantice financiamiento plurianual a través del Mecanismo “Conectar Europa”. Para la IRU y los sindicatos, solo un esquema de inversión coordinada entre la UE, los gobiernos nacionales y el sector privado permitirá cerrar la brecha de infraestructura.

La escasez de conductores, un problema estructural
A la falta de infraestructura se suma otro reto igualmente urgente: la escasez de personal. Según datos del sector, en Europa hay cerca de 500.000 puestos de conductor vacantes. La edad promedio de quienes están en actividad se acerca a los 50 años y menos del 5 % tiene menos de 25. La falta de recambio generacional pone en jaque la capacidad del sistema para responder a una demanda de transporte que no deja de crecer.
En el Diálogo de Movilidad Laboral Justa, la IRU subrayó que la revisión en curso de la normativa de seguridad social debe dar mayor certeza a empresas y trabajadores, evitando vacíos legales que generen desigualdades. También propuso fortalecer el rol de la Autoridad Laboral Europea, avanzar en herramientas digitales para operaciones transfronterizas y crear una calculadora comunitaria que permita calcular de forma homogénea la remuneración de los conductores desplazados.
“Sin conductores, el sistema se detiene”, resumió Marian. El transporte por carretera no solo sostiene la logística de mercancías, también garantiza la mayoría de los viajes colectivos de pasajeros en Europa.
Dos desafíos que se retroalimentan
La precariedad en las condiciones de descanso y las dificultades para atraer nuevos talentos están estrechamente ligadas. La falta de estacionamientos protegidos desincentiva a los jóvenes a sumarse a una profesión que ya enfrenta largas jornadas y un alto nivel de exigencia. A su vez, la escasez de personal incrementa la presión sobre quienes ya trabajan, exacerbando los problemas de fatiga y seguridad.
Por eso, sindicatos, operadores y autoridades coinciden en que es necesario un enfoque integral. La modernización de los espacios de descanso, con más seguridad, higiene y servicios, puede convertirse en un incentivo laboral clave y, al mismo tiempo, mejorar la resiliencia de la red logística continental.
Hacia un transporte más resiliente y humano
Las iniciativas planteadas en Bruselas comparten una visión común: el futuro del transporte por carretera europeo depende de que se garanticen mejores condiciones laborales y de descanso. Invertir en infraestructura segura y simplificar las normas de movilidad laboral no es solo una cuestión de justicia social, sino una condición indispensable para sostener el comercio y la economía en la región.
“La necesidad es urgente, las soluciones son claras y es hora de actuar”, enfatizó Marian. La advertencia refleja un consenso creciente: sin choferes motivados y protegidos, la logística europea pierde eficiencia, previsibilidad y capacidad de respuesta. Resolver este desafío será decisivo para asegurar cadenas de suministro sólidas en los próximos años.
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