
Conforme a lo que hemos planteado desde hace décadas, en relación a “la propuesta” como alternativa al trazado de vías de ferrocarril que le presentamos a las autoridades presidenciales de la Nación desde 2014 a 2025 a través de sus respectivos ministerios, mismo archivo y otros complementarios fueron entregados a Diputados Nacionales que forman parte de este proyecto, ya que representan a las provincias por dónde transita el tren. Lo propio se hizo con las autoridades provinciales y municipales de Río Negro, Neuquén, La Pampa y Buenos Aires.
Quién suscribe, manifestó en diversos ámbitos que no se puede desarrollar un trayecto ferroviario de un “monotren” para un “monoproducto”, con el propósito de transportar cargas peligrosas y altamente contaminantes, más sus derivados e insumos de gran porte y peso, que atraviesen literalmente decenas de ciudades de cuatro provincias (Buenos Aires, La Pampa, Río Negro y Neuquén). Y menos aceptable es aún que este tren (según el estudio realizado por el Ministerio de Transportes de la Nación, 2016) transitará durante el apogeo de Vaca Muerta 26 convoyes (13 de ida y 13 de vuelta) compuestos de una formación de entre 70 y 100 vagones.
Riesgos de un trazado ferroviario exclusivo para cargas peligrosas
Lo anteriormente mencionado se debe a que las autoridades gubernamentales nacionales y provinciales de Río Negro y Neuquén, han avalado el tránsito por el histórico Tren Trasandino del Sur (141 años de existencia desde su inicio). Línea ferroviaria que se utiliza para el transporte de carga de mineral agropecuario no contaminantes e insumos alimenticios; además del uso del tren de pasajeros en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén.
El tránsito del ferrocarril (mal llamado Norpatagónico, porque se confunde con el Corredor Bioceánico que transita toda la Línea Sur de la provincia de Río Negro) a Vaca Muerta, impedirá el histórico uso de la línea del Trasandino del Sur pero, además, provocará que nuestras familias se vean imposibilitadas de visitarse e ir a trabajar, por el tránsito permanente del monotren, y lo que es peor: perjudicará notoriamente la producción a varios kilómetros a la vera de las vías, de los establecimientos frutícolas, hortícolas, cerealeras y ganaderas, entre otros; producto que el traqueteo de las 26 formaciones permeará la napa freática (que ya se encuentra alta) elevando la salinidad y por lo tanto provocando la “quema” de cuanto natural se encuentre.

Una alternativa integradora para Vaca Muerta y las economías regionales
El trazado alternativo que proponemos permitirá transitar dos formaciones ferroviarias para diferentes actividades (una petrolera y la otra de varias producciones, pero no contaminantes), mientras el tren a Vaca Muerta seguirá transitando por dentro de los tejidos municipales de las ciudades en su tránsito a Añelo, es decir por el “Alto Valle de Río Negro”, solo que lo hará por sobre “la barda” (accidente geográfico en la Patagonia Argentina, que forma terrazas escalonadas o acantilados de la meseta).
El desvío debe ser desde la ciudad de Chichinales y desde aquí escalar la barda hacia Añelo. También le sumamos a esta alternativa el vínculo del trazado desde Añelo hacia las ciudades petroleras y destiladoras de petróleo, por excelencia, como lo son Plaza Huincul y Cutral Có, con un “by-pass” de 63 kilómetros de vías férreas. Con esto se uniría a la traza del Trasandino del Sur en estas ciudades y vincularía a las ciudades de Zapala con su parque industrial y Zona Franca y más allá, con las cargas que provienen desde el Pacífico chileno a través del paso fronterizo de Pino Hachado.
De esta manera, con los centros de transferencias de cargas en Zapala, se lograría derivar las mismas: una hacia Vaca Muerta, a través de Cutral Có y Plaza Huincul hacia Añelo, y otras que prosigan el trazado originario del Trasandino del Sur.
Un agregado a la potencialidad de la propuesta del trazado completo (Chichinales - La Barda; Añelo - Cutral Có - Plaza Huincul; Zapala - Chile) es que también este trayecto ferroviario puede ser utilizado por otro producto con menos característica de contaminante, pero que sí requiere resguardo; me refiero al potasio Río Colorado que se explotará desde “Pata mora” en el límite entre Neuquén y Mendoza.
En consultas de la Organización Mundial de Ciudades y Plataformas Logísticas a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura); la misma manifestó que “no avalará el compartir del tránsito de un tren con contenidos peligrosos para la salud con otro que transporte alimentos y sus derivados”.
Espero, estimado lector, haber sido lo más claro posible. Con el fin de que esta columna sea un aporte clarificador para las autoridades provinciales, nacionales, cámaras empresarias y municipalidades involucradas.
Anexo: Insumos y químicos para el fracking en Vaca Muerta
Un pozo shale en Vaca Muerta requiere entre 3.000 y 7.500 toneladas de arena (transportada en camiones) y grandes volúmenes de agua: 1.500 a 2.000 m3 por etapa de fractura, superando los 20.000 m3 por pozo e incluso llegando a 30.000 m3 en casos específicos. El costo de la arena oscila entre 140 y 180 dólares la tonelada.
El fluido de fractura combina agua, arena y una amplia gama de productos químicos con funciones específicas:
- Control microbiano: hipoclorito de sodio, glutaraldehído.
- Ajuste de pH y disolución de minerales: hidróxido de sodio, ácido clorhídrico.
- Transporte de sólidos: goma guar, poliacrilamida, gelificantes y apuntalantes.
- Protección y eficiencia: inhibidores de corrosión, reductores de fricción, surfactantes, biocidas y estabilizadores de arcillas.
Entre los químicos principales se destacan: ácido clorhídrico, metanol, etilenglicol, sales de borato, poliacrilamida, goma guar y surfactantes. Aunque varios se usan en productos domésticos, aquí se aplican en concentraciones mucho mayores.
El proceso genera riesgos asociados a la contaminación del aire, agua y suelos, la exposición de operarios y posibles sustancias peligrosas en los fluidos de retorno (metales pesados, hidrocarburos, materiales radiactivos naturales).
Frente a esto, comienzan a surgir alternativas ecológicas basadas en aditivos biodegradables de origen vegetal: inhibidores de corrosión e incrustaciones, biocidas vegetales, reductores de fricción verdes, gelificantes naturales y surfactantes sustentables, entre otros. No obstante, aún resta verificar su nivel de aplicación real en las operaciones de Vaca Muerta.
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