Puertos en transformación: lo que la IA puede y no puede hacer

La inteligencia artificial comienza a integrarse en los puertos como motor de eficiencia y seguridad, pero sus límites y riesgos obligan a diseñar marcos de gobernanza claros y responsables

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Juan Manuel Martínez Mourín es
Juan Manuel Martínez Mourín es presidente de la Asociación Española del Transporte (AET) (Foto: Movant Connection)

Los puertos empiezan a descubrir que su activo más estratégico es la información, y la inteligencia artificial la clave para gestionarla. Se empieza a consolidar como una herramienta tangible en puertos de todo el mundo y España no es una excepción: ya hay proyectos concretos en marcha que demuestran su potencial, bien entendidos y aplicados. Pero no nos dejemos llevar por el “hype” (entusiasmo o euforia): los “peros” existen y son reales, es vital reconocerlos para avanzar con responsabilidad.

Documentación accesible al instante

Uno de los desarrollos más prometedores se expone en el estudio liderado por In2AI, promovido desde el Grupo de Transformación Digital de la Asociación Española del Transporte (AET). El objetivo es ambicioso: combatir la fragmentación documental que frena la operativa portuaria, recurriendo a asistentes virtuales basados en modelos lingüísticos (LLM) y sistemas RAG (Retrieval-Augmented Generation). Según el informe, esta innovación permitiría ahorrar hasta 300 horas al año por trabajador en búsquedas de información, mejorar el cumplimiento de procedimientos, acelerar la incorporación de nuevo personal y reforzar la seguridad al mantener el control local de los datos.

Es un buen ejemplo de IA aplicada con perspectiva, no solo automatización, sino una alianza entre tecnología y experiencia portuaria. Pero valga una advertencia: estos asistentes son tan útiles como su fase de diseño y entrenamiento haya sido la adecuada. Si no captan la terminología específica, o si no evolucionan con los procedimientos reales, el riesgo es tener un chatbot estático que desinforma.

Innovación compartida: PIAP y el Puerto de Huelva abriendo camino con la IA

La Plataforma de Inteligencia Artificial para Puertos (PIAP), se configura como un repositorio público y validado para compartir soluciones aplicables en puertos con alcance a nivel mundial. Desde Huelva llegan las primeras aportaciones, fruto del trabajo conjunto este puerto, la Universidad y Elecnor: un sistema que transcribe automáticamente comunicaciones por radio y un sensor de niebla para zonas críticas del muelle. Ambos avances están disponibles en la plataforma, validados por expertos como escalables y estratégicamente relevantes.

Esto ejemplifica el valor de compartir. Un puerto que innova no lo hace solo: sus hallazgos pueden ayudar a otros, evitando duplicidades costosas. Pero conservar esa apertura exige gobernanza clara, buenas prácticas de validación y gestión técnica de las contribuciones para asegurar compatibilidad real.

En determinados contextos, el éxito
En determinados contextos, el éxito de la IA depende tanto de tecnología como casi más de la cultura organizativa (Foto: Shutterstock)

El impulso global y los escollos profesionales

A nivel global, la IA aporta eficiencia real en puertos inteligentes —por ejemplo, mejoras en la asignación de amarres, reducción de tiempos de espera y optimización del tráfico marítimo—. También puede elevar la seguridad: cámaras con análisis automático detectan intrusiones, movimientos sospechosos o irregularidades en la carga. Y modelos predictivos ajustan horarios de llegada y salida, reduciendo congestiones.

Sin embargo, hay una fotografía más compleja: en contextos como Busan (Corea del Sur), el éxito de la IA depende tanto de tecnología como casi más de la cultura organizativa. Su adopción requiere gobernanza resiliente, transformación interna y capacidad de prever riesgos —no solo reaccionar—, entendiendo que la IA aporta nuevos puntos únicos de fallo o vulnerabilidad cibernética.

En el plano de la seguridad, tampoco es un concierto completo. Los sistemas de IA aplicados a ciberseguridad marítima muestran avances importantes en detección de amenazas e intrusiones, pero siguen padeciendo déficits: datasets específicos escasos, falta de explicabilidad de modelos de la IA (un algoritmo es explicable cuando se puede interpretar y entender cómo ha obtenido sus predicciones o resultados), ausencia de regulación uniforme y riesgo de ataques.

Tecnología sí, pero con ética y formación

Hay otro frente crítico: la seguridad. Sin reglas claras y salvaguardas exigentes, la inteligencia artificial puede generar más desconfianza que soluciones. El riesgo está en que dependa demasiado de su propia ‘caja negra’: sistemas que dan respuestas sin mostrar cómo ni por qué las generan

De la promesa a la madurez

En suma, estos proyectos actuales, en los que de una manera u otra la AET está involucrada, no son meros ejercicios teóricos. Son el músculo inicial de una transformación estructurada. Pero su éxito dependerá del equilibrio entre innovación tecnológica más gobernanza, normativas, formación, transparencia y red compartida.

España e Iberoamérica, pueden y deben consolidar ese camino. Si se hace bien, los puertos ganan en eficiencia, seguridad y capacidad de competir; si se hace mal, corremos el riesgo de levantar muros digitales en lugar de puentes colaborativos.

No hay tiempo para tomársela con calma, porque como dice el refrán, “camarón que se duerme, la corriente se lo lleva”.