
Al referirse a la evolución del almacenamiento, Erich comenta que “los sistemas automáticos no solo reducen errores humanos, también evitan accidentes laborales”. En esta entrevista, detalla desafíos del sector en la Argentina, el avance de la automatización y la inteligencia artificial, la capacidad productiva local y la importancia de abrirse al comercio internacional como camino para sostener el crecimiento.
¿Cuáles son los principales desafíos actuales en el almacenamiento dentro del mundo de la logística?
La logística es trascendental. Permite que cada persona tenga lo que necesita, en tiempo y forma, y de la manera más económica posible.
Encuentro que en la Argentina todavía hay todo por hacer. Siempre venimos relegados respecto a lo que pasa en Europa o Estados Unidos, que son nuestros referentes. La logística en el país empezó recién en los años 90 y desde entonces el camino ha sido lento.
La palabra logística viene del griego y significa “hacer con inteligencia”. Primero se aplicó al ámbito militar, porque había que garantizar que los suministros llegaran a tiempo para que un ejército pudiera funcionar. Hoy, en cambio, la logística forma parte de la vida cotidiana: hablamos de la “logística” para llevar a los nietos al colegio o a las actividades.
En este contexto, los almacenes tienden a ser cada vez más inteligentes y automatizados. Es algo que recién empieza a instalarse en la Argentina. Antes se utilizaban galpones o naves ya construidas, pero el concepto cambió: ahora se diseñan espacios específicos, cubiertos con una estructura pensada para almacenamiento automático. Allí no entran personas; la mercadería se deposita en el ingreso, se traslada hacia adentro y robots se encargan de la gestión.
El almacenamiento tiene además una base de datos extraordinaria. Con el software adecuado, se puede gestionar en forma precisa: saber qué productos rotar, cuáles entregar primero y qué necesitan los clientes. Eso es imposible de lograr con un esquema manual.¡
¿Qué representa la responsabilidad diaria de liderar una organización con cientos de personas?
Para mí, eso entra en lo que llamo “actos de transparencia”. Es como respirar, levantarse de la cama o rascarse la oreja: no pensás en cada movimiento que hacés. Son cuestiones automáticas, que forman parte del día a día de la empresa cuando alcanza cierto desarrollo.
¿Qué consejo les darías a los jóvenes que hoy quieren desarrollarse profesionalmente en este sector?
Tienen que llegar a la empresa con alegría. No es un castigo ni una obligación, es el lugar donde pasan nueve horas de su día, casi tanto como lo que duermen. Lo importante es disfrutar de lo que hacen y pensar cómo pueden mejorar en cada puesto. Las propuestas de todos tienen que ser escuchadas, incluso de los operarios.
En la actualidad, ¿cuánto del equipamiento de un depósito de primer nivel se produce localmente y cuánto se importa?
La Argentina puede producir todos los elementos estructurales de un almacén, como los racks. Lo que falta es tecnología. Ahí es donde hay que trabajar con partners para que nos provean equipos automáticos y semiautomáticos. Hay empresas nacionales que empiezan a avanzar en este camino: en Rosario, por ejemplo, ya se están fabricando sistemas de automatización para clientes de gran envergadura.

¿Qué impacto tienen estas tecnologías en la reducción de errores y accidentes?
Muchísimo. Los sistemas automáticos no solo reducen errores humanos, también evitan accidentes laborales. El personal no necesita operar autoelevadores en pasillos estrechos ni trabajar a nueve metros de altura. Además, los procesos son más rápidos, compactos y requieren menos superficie, lo que también significa un ahorro de costos.
¿Cómo fue la dinámica del comercio exterior en la Argentina este último año para quienes necesitan importar?
Para quienes son importadores de bienes de capital, este año fue mucho más favorable. Se pueden traer equipos de Europa y de Asia sin las trabas de años anteriores. Aun no está todo destrabado, pero la situación mejoró sensiblemente.
Con esa experiencia, ¿qué perspectivas tenés a futuro para el comercio exterior argentino?
Mis perspectivas han cambiado. Hace algunos años pensaba que mis nietos no iban a ver una Argentina diferente. Hoy siento que hay una esperanza concreta. Hubo un cambio radical en el rumbo económico: hay formas que no me gustan, pero creo que es el camino.
La Argentina necesita integrarse al mundo. Esa idea de “vivir con lo nuestro” ya no existe. Debemos especializarnos en lo que hacemos bien y combinarlo con lo que otros países producen mejor o más barato. Esa es la base del comercio internacional.
Para cerrar, ¿qué mensaje te gustaría dejar?
Anoche cenaba con mis tres nietos y el mayor, de 17 años, me dijo: “Estoy leyendo El Quijote. Vos lo leíste, abuelo, ¿no?”. Le contesté que sí. Entonces me dijo: “Vos tenés una determinación como la de Don Quijote”. Eso me emocionó. Porque para mí la determinación es más importante que el conocimiento intelectual. Es el deseo puro de llegar al éxito. Y después, claro, se necesita perseverancia para alcanzarlo.
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