Tormenta de Santa Rosa: un fenómeno con gran repercusión en la logística y el comercio

El clásico temporal de fines de agosto puede provocar interrupciones en el transporte, demoras en entregas y riesgos operativos en múltiples sectores clave

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Aunque la tormenta de Santa
Aunque la tormenta de Santa Rosa no es predecible con exactitud, su recurrencia histórica permite que los actores logísticos y operadores de comercio exterior tomen medidas preventivas (Ilustración: Movant Connection)

Cada año, entre fines de agosto y comienzos de septiembre, buena parte del territorio argentino se prepara para un fenómeno meteorológico tan esperado como temido: la tormenta de Santa Rosa. Aunque su ocurrencia no es exacta, suele manifestarse en forma de lluvias intensas, ráfagas de viento, caída de granizo y descenso de temperatura. Si bien no se trata de un evento con fecha fija, históricamente se registran temporales dentro de los cinco días previos o posteriores a esa fecha.

Más allá del mito o la tradición, su aparición puede generar consecuencias directas en las cadenas logísticas: cortes de rutas, anegamientos, demoras en el abastecimiento, problemas en la carga y descarga de mercadería, y desafíos operativos en el transporte terrestre, aéreo y marítimo.

Logística en alerta: lluvias, viento y granizo complican las operaciones

En contextos de tormenta intensa, las principales dificultades logísticas se dan en el transporte terrestre. Las lluvias sostenidas generan anegamientos en accesos a depósitos, plantas industriales o centros de distribución, especialmente en zonas con infraestructura deficiente o con redes pluviales colapsadas. Esto repercute en demoras y reprogramaciones que afectan el ritmo habitual de entrega y recepción.

Además, el viento y el granizo representan riesgos para la seguridad de las unidades en circulación y para la integridad de la carga. En algunos casos, se suspenden salidas o se priorizan rutas alternativas que implican mayores costos y tiempos de viaje.

El transporte aéreo también puede verse afectado por tormentas intensas, con desvíos o cancelaciones en vuelos de carga. En el sector marítimo, la operatoria portuaria se interrumpe por razones de seguridad ante tormentas eléctricas o vientos superiores a los parámetros operativos.

En los centros urbanos, las precipitaciones fuertes complican el abastecimiento de comercios y el transporte de última milla. Empresas de logística urbana y ecommerce deben reforzar sus protocolos de contingencia para no comprometer la experiencia del cliente ni la integridad de su personal y flota.

Advertencia para la región núcleo: lluvias que podrían superar los 100 mm

El impacto de la tormenta de Santa Rosa no se limita al transporte: también condiciona al sector agroindustrial y a la logística de exportación. Según la Bolsa de Comercio de Rosario, el norte y noroeste de la provincia de Buenos Aires podrían recibir entre 90 y 130 milímetros de lluvia en los próximos días, con riesgo de anegamientos y complicaciones logísticas.

La región núcleo —que incluye a Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, La Pampa y Entre Ríos— afronta un escenario de alta vulnerabilidad hídrica tras un invierno que ya triplicó los valores normales de precipitaciones. En sectores del este, los suelos saturados ponen en riesgo al trigo y podrían retrasar la siembra de maíz temprano, un cultivo clave para la próxima campaña.

Cada año, entre fines de
Cada año, entre fines de agosto y comienzos de septiembre, buena parte del territorio argentino se prepara para un fenómeno meteorológico tan esperado como temido: la tormenta de Santa Rosa (Foto: Shutterstock)

Planificación y prevención: claves para minimizar el impacto

Aunque la tormenta de Santa Rosa no es predecible con exactitud, su recurrencia histórica permite que los actores logísticos y operadores de comercio exterior tomen medidas preventivas. Algunas prácticas habituales incluyen la reprogramación de entregas o despachos críticos fuera del período estimado de tormenta, el refuerzo de canales de comunicación entre centros logísticos y clientes, y la evaluación diaria de condiciones climáticas a través de los servicios meteorológicos oficiales.

También es clave acondicionar depósitos y flotas para soportar condiciones adversas, así como verificar seguros y coberturas ante daños o pérdidas por fenómenos extremos. Algunas compañías elaboran mapas de riesgo climático estacional para anticipar escenarios críticos y reducir las pérdidas materiales y económicas.

La situación de sectores que dependen de la eficiencia “just-in-time”, como la industria automotriz o la de bienes perecederos, resulta particularmente delicada. Sin planes de respaldo o buffers de inventario, un evento climático de esta magnitud puede generar fuertes disrupciones en la cadena.

Una variable estacional con gran repercusión

La tormenta de Santa Rosa es uno de los tantos recordatorios de cómo la logística se encuentra expuesta a factores climáticos. En un contexto de creciente inestabilidad global, contar con estrategias adaptativas y resilientes es parte del nuevo estándar de competitividad.

Este tipo de eventos refuerzan la necesidad de inversiones en infraestructura vial, planificación urbana, servicios meteorológicos confiables y capacitación de los equipos operativos. También destacan el rol esencial de la logística en la vida cotidiana: desde el abastecimiento de productos esenciales hasta el sostenimiento de actividades económicas estratégicas.