
“La coordinación es fundamental. Para eso la comunicación debe ser precisa, transparente y exacta”, asegura Mariano. En esta entrevista, analiza los obstáculos cotidianos del comercio exterior en Argentina, como la disponibilidad de buques, los turnos en terminales y la incidencia de las certificaciones.
¿Cuáles son hoy los principales desafíos logísticos que enfrentan las operaciones de comercio exterior en Argentina?
Los principales desafíos logísticos son bastantes y variados. Podemos empezar por la economía argentina, que impacta directamente en cada operación. Un ejemplo concreto es el giro de divisas al exterior. Hoy se está realizando el pago recién al momento del despacho de la importación.
Esto implica que, por ejemplo, un importador nuevo que inicia una operación desde China debe explicar a la fábrica o al agente en origen que el depósito por esa mercadería se hará recién cuando el contenedor llegue a Buenos Aires. El tránsito desde China hasta aquí suele tardar alrededor de 60 días, y ese plazo es una dificultad para negociar condiciones de pago con los proveedores.
Otro gran desafío es la normativa argentina, que cambia constantemente y genera incertidumbre. Si bien se reguló bastante lo vinculado a trámites previos al despacho, todavía no hay claridad total respecto a qué productos necesitan certificaciones y cuáles no.
Hoy en día la aduana ya no es la que controla esas certificaciones al momento de la nacionalización, lo cual agiliza en algunos casos. Sin embargo, las certificaciones obligatorias deben hacerse igual, y muchas veces pueden realizarse de manera posterior, pero siempre representan un punto sensible dentro del proceso.
¿Cómo es la disponibilidad de buques? ¿Es sencillo conseguir espacio?
Hoy está complicado. Las agencias y los forwarders suelen ofrecer espacio, pero en la práctica se terminan produciendo reprogramaciones constantes. Eso genera demoras tanto en los puertos de origen como en los de trasbordo. Muchas veces la mercadería queda varada en Brasil u otros puertos de la región, lo que repercute en toda la cadena logística.
Esto obliga a realizar un seguimiento constante de la operación, con un contacto fluido con el agente de transporte y el forwarder. Hay que monitorear paso a paso lo que sucede con la carga, porque cualquier desvío repercute en la fecha de arribo y en los costos totales.
¿Cómo se logra una gestión eficiente entre transportistas, aduana, depósitos y demás eslabones de la cadena?
La coordinación es fundamental. Para eso la comunicación debe ser precisa, transparente y exacta. El actor principal, a mi criterio, es el despachante de aduana. Es quien solicita al importador toda la información de la mercadería de origen, hace la clasificación arancelaria, determina tributos e identifica intervenciones de terceros organismos.
Luego sigue la coordinación con el agente de transporte para validar la documentación: conocimiento de embarque, guías aéreas, consignatarios, posiciones arancelarias, bultos y pesos. Todo debe estar chequeado antes de avanzar.
Otro punto crítico es el transporte nacional. Hoy en Argentina es muy difícil conseguir turnos en las terminales portuarias. Al abrirse más el comercio exterior, las terminales se saturaron y no ofrecen la agilidad necesaria.
Muchas veces no se consiguen turnos dentro del “forzoso”, lo que provoca demoras y costos adicionales. Una vez obtenido el turno, es clave que el transportista esté puntual y cuente con toda la documentación y habilitaciones necesarias, tanto para circular dentro de la terminal como en ruta.

¿Qué significa el “forzoso” y qué implica pasarse de ese plazo?
La terminal otorga siete días libres para retirar el contenedor. Ese período es mercadería dentro del “forzoso” y corresponde a la “tarifa uno”. Si el contenedor no se retira en ese plazo, comienza a aplicarse la “tarifa dos”, que puede llegar a duplicar el costo.
Esto genera perjuicios importantes al importador. Supongamos que un buque arriba un jueves y el viernes es feriado. Ya se pierden días hábiles, y al sumarse sábado y domingo no laborables, el margen para retirar la mercadería se reduce notablemente.
Además, el lunes muchos actores intentan sacar turno a la vez, lo que aumenta la probabilidad de quedar fuera del forzoso. Por eso muchos despachantes tienen una persona dedicada exclusivamente a gestionar turnos.
¿Cómo se gestiona la incertidumbre para cumplir con el cliente?
La clave es anticiparse. Siempre solicitamos la documentación con tiempo al importador y la revisamos al detalle. Un error en la posición arancelaria o en el documento de transporte puede generar que la mercadería quede frenada.
Además, mantenemos contacto permanente con todos los actores: agente de transporte, despachante, transportista. El objetivo es que, llegado el momento del cierre del buque o del despacho de importación, todo esté listo y sin sorpresas. La figura del despachante es esencial, porque concentra la información y asegura que la operación avance limpia.
¿Cómo organizás tu planificación para que no se escape ningún detalle en operaciones tan complejas?
Lo principal es estar encima de cada operación de manera constante. Anticipar a los transportistas cuándo va a llegar una mercadería, preparar los camiones con tiempo, informar a los equipos internos sobre posibles contingencias y coordinar cada paso.
Siempre planifico con márgenes y advierto a todos los involucrados sobre los escenarios posibles. Si hay un fin de semana largo, por ejemplo, ya sabemos que los tiempos se acortan y debemos estar listos antes. La idea es que la operación salga lo más limpia y ordenada posible.
Para cerrar, ¿qué mensaje te gustaría dejar sobre la importancia de la coordinación en el comercio exterior?
Quiero remarcar que el despachante de aduana es el actor principal y fundamental en toda la logística del comercio exterior. Está presente desde el inicio, asesorando sobre “Incoterms” y documentación, hasta el final, verificando que la mercadería llegue en condiciones al depósito del cliente.
Sin esa figura, la operativa sería mucho más desordenada. El despachante es quien ordena, coordina y da transparencia a todo el proceso, logrando que las operaciones salgan limpias y completas.
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