
“El dinero no lo es todo. Lo importante es saber para qué querés recibir inversión y elegir bien con quién asociarte”, sostiene Fernando. A lo largo de la charla, analiza el presente del ecosistema emprendedor argentino, los desafíos de atraer capital y las claves para generar compañías sólidas con proyección internacional.
¿Cómo se inserta la logística en el ecosistema de innovación y capital de riesgo?
La logística es clave. De hecho, después de “fintech”, que son compañías que dan servicios financieros apalancados en tecnología, es la segunda vertical que más inversión recibe en innovación abierta. Grandes compañías que invierten en minería, energía o consumo necesitan resolver el movimiento de cargas, la trazabilidad y la eficiencia.
Hoy el usuario espera visibilidad total: quiere saber en qué etapa está su pedido, cuánto falta y cómo se moverá. Eso genera espacio para startups de logística que aporten soluciones en depósitos, trazabilidad, última milla y digitalización de la cadena de suministro. En un país tan extenso como Argentina, la logística es un factor directo de competitividad.
¿Podrías contextualizar algunos términos clave como “venture capital” y “private equity”?
El “venture capital” es una forma de invertir en emprendedores y startups en etapas muy tempranas. Lo que sucede es que las startups ceden parte de su “equity” a cambio de capital, en acuerdos de duración limitada, con la idea de crecer, conquistar nuevos mercados y aumentar su valuación.
Esto genera retorno financiero para los inversores, pero además se busca lo que llamamos capital inteligente: socios estratégicos que, además de dinero, aporten contactos, experiencia y apertura de mercados.
Los fondos de “venture capital” suelen tener un horizonte de unos diez años, donde primero hacen “fundraising” (juntan dinero bajo una tesis de inversión) y luego destinan ese capital a proyectos específicos: fintech, logística, biotecnología, entre otros. En Argentina predominan los fondos de etapa inicial porque somos una cuna de emprendedores. Muchos proyectos nacen aquí y logran expandirse al mundo gracias al talento y la resiliencia local.
Por otro lado, el “private equity” invierte en activos de la economía real. Generalmente busca tomar control de compañías, hacerlas más eficientes y luego venderlas. Ahí la clave es la previsibilidad, la seguridad jurídica y las reglas claras, porque son inversiones de largo plazo.
¿De qué se trata la innovación abierta y cómo se relaciona con los emprendedores?
Cada vez más grandes compañías buscan la innovación afuera, a través de la innovación abierta. Las corporaciones son muy eficientes en sus procesos, pero las grandes disrupciones suelen venir de los emprendedores, que detectan un “dolor” y diseñan soluciones.
El desafío es validar el “product–market fit”, es decir, comprobar si realmente hay mercado y apetito por la solución propuesta. Ahí se generan vínculos entre startups y corporaciones: a veces a través de inversión, otras mediante acuerdos como proveedores. Lo importante es que esas soluciones innovadoras resuelvan fricciones reales y sean escalables.
¿Cómo se genera la conexión entre inversores y startups?
Primero, los fondos buscan inversores para formar su capital bajo una tesis específica: por ejemplo, fintech o logística. Luego, con ese dinero, hacen “scouting” de startups.
El proceso se llama “deal flow”: analizar muchas startups para seleccionar las más prometedoras. En etapas tempranas, la apuesta se hace tanto a la propuesta de valor como al equipo fundador. La pregunta es: ¿por qué esta persona va a lograr lo que dice que va a lograr?
Las startups se acercan a los fondos a través de competencias de “pitch”, directorios de inversores o asociaciones que conectan a las partes. Lo importante es que el emprendedor entienda las reglas de juego y busque inversores que no solo aporten capital, sino también networking, contactos y acompañamiento en los desafíos de crecer a nivel regional o global.
¿Qué oportunidades ves para las pymes argentinas en expansión e innovación con apoyo de inversión?
Podemos separar dos caminos. Por un lado, la pyme que recibe dinero para una expansión regional y busca un socio para llevar su propuesta de valor a Chile, Perú, Brasil o México.
Por otro lado, las startups tecnológicas, como las “logistic tech”, que cumplen parámetros para recibir inversión de “venture capital”. Estas compañías de base tecnológica suelen tener capacidad de crecimiento acelerado, multiplicándose en ocho o diez años.
Argentina tiene mucho talento y resiliencia. Lo valioso es que aquí los emprendedores no se enamoran tanto de la solución, sino del problema: saben que la solución va a ir cambiando. Eso permite adaptarse, pivotear y ajustar la propuesta de valor en función de los usuarios y sus demandas.
Cuando una pyme recibe inversión, lo importante no es solo el monto, sino para qué se usará y con quién asociarse. Los inversores estratégicos que abren puertas, acompañan en el crecimiento y aportan experiencia suelen marcar la diferencia.

¿Cómo ves el presente del ecosistema de inversión en Argentina?
Es un momento interesante. Venimos de años difíciles, con muchas restricciones. Hoy hay una apertura parcial: no es total, pero es un camino en construcción. El año pasado realizamos un foro de inversión con más de mil personas y uno de los temas principales fue el cepo cambiario.
Los inversores necesitan previsibilidad y libre tránsito de capitales. Ahora vemos una liberación parcial, que puede ser un paso en la dirección correcta. Estas no son inversiones de corto plazo, requieren confianza y horizonte.
Para cerrar, ¿qué mensaje te gustaría dejar a los emprendedores y pymes que buscan inversión?
El dinero no lo es todo. Lo importante es saber para qué querés recibir inversión y elegir bien con quién asociarte. El talento argentino tiene mucho para dar, pero necesita trabajar con responsabilidad y visión de largo plazo. Crear compañías sólidas, generar valor y llevar nuestras soluciones al mundo es el verdadero objetivo.
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