Infraestructura vial y tecnología inteligente: el camino hacia una Argentina más segura y eficiente

Frente a la congestión, las demoras y los altos costos logísticos, el país necesita infraestructura moderna y tecnologías inteligentes que transformen la movilidad y fortalezcan el comercio

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Daniel Russomanno es especialista en
Daniel Russomanno es especialista en dirección integrada de proyectos y docente universitario (Foto: Movant Connection)

La vialidad argentina enfrenta un momento decisivo. Los desafíos que hoy obstaculizan la movilidad, la seguridad y la competitividad no se resuelven con intervenciones aisladas, sino con una mirada integral que incorpore infraestructura moderna, digitalización y tecnologías inteligentes (ITS). En un país donde la congestión vehicular, la inseguridad vial, las demoras y los altos costos del transporte afectan la productividad y la calidad de vida, adoptar soluciones innovadoras no es una opción, es una necesidad urgente.

La congestión no sólo ralentiza el tránsito y eleva los costos logísticos: también incrementa la emisión de gases de efecto invernadero y el consumo energético. Las demoras en pasos fronterizos, la falta de carriles diferenciados y de infraestructura para inspecciones, así como los procesos burocráticos manuales, evidencian una estructura vial y de control insuficiente.

A esto se suman deficiencias en señalización, iluminación, pavimentación y vigilancia, que comprometen la seguridad y favorecen prácticas ilegales como el contrabando o el transporte irregular de cargas peligrosas.

Frente a este panorama, el despliegue de sistemas ITS ofrece una oportunidad concreta de cambio. Experiencias internacionales demuestran que la integración de equipamientos tecnológicos en la gestión del tránsito y la logística puede reducir tiempos, optimizar recursos y mejorar la seguridad. Pero para que estos beneficios se materialicen, es clave definir prioridades y articular esfuerzos entre jurisdicciones, organismos y sectores involucrados.

WIM: una herramienta clave para preservar rutas y puentes

Uno de los avances más significativos en materia de control y preservación de la infraestructura vial es el pesaje dinámico en movimiento (Weigh-In-Motion o WIM). Su implementación, aún limitada en Argentina, tiene un potencial transformador. Un sistema WIM de sanción directa reduce drásticamente el número de infractores por sobrecarga y, con ello, el daño a las rutas. Eliminar el paso de camiones con exceso de peso puede disminuir el deterioro de la calzada hasta cinco veces, prolongando su vida útil más allá de lo proyectado.

La vida útil de una carretera se calcula sobre estimaciones de tránsito y peso por eje, pero estas no siempre contemplan la incidencia de camiones sobrecargados, responsables de la mayor parte del desgaste. Un solo camión excedido en un 20% de su carga legal puede duplicar el daño que genera sobre el pavimento. En cambio, con el uso de WIM es posible obtener datos precisos de carga equivalente por eje (ESAL), planificar mantenimientos en el momento óptimo y evitar reparaciones prematuras y costosas.

El impacto del pesaje dinámico no se limita a la protección de las rutas. Instalado antes de un puente, permite identificar y detener vehículos que, por su peso, pondrían en riesgo la estructura. Esto preserva la obra y protege vidas. El sistema puede ordenar la descarga del excedente antes de permitir la continuación del viaje. Además, al integrarlo con otros subsistemas ITS —como reconocimiento automático de patentes, medición de dimensiones y velocidad, videovigilancia o identificación de tipo de carga— se obtiene un panorama completo para la gestión vial.

Condiciones técnicas y desafíos normativos

Para que un sistema WIM funcione correctamente, su instalación debe cumplir exigencias técnicas precisas. La calidad y geometría del pavimento en la zona de medición son determinantes para garantizar la exactitud. La experiencia internacional indica que el tramo donde se ubiquen los sensores debe ser recto, con pendientes mínimas y sin deformaciones. Asimismo, es fundamental que el sitio sea estratégico: cruces fronterizos, centros logísticos, zonas industriales, puertos o aeropuertos, donde el flujo de vehículos pesados es alto.

En Argentina, la implementación de WIM enfrenta desafíos adicionales. Es necesario definir si el uso será estadístico, de preselección o punitivo; establecer clases de precisión; seleccionar tecnologías compatibles con las velocidades admisibles, asegurar certificaciones nacionales e internacionales y evitar sesgos en los pliegos de especificaciones.

También se requiere adaptar la normativa vigente, ya que algunas disposiciones imponen requisitos excesivos que pueden obstaculizar su adopción. La coordinación entre el comitente vial, la Secretaría de Comercio y el INTI es esencial para unificar criterios y facilitar procesos de homologación y certificación.

Una modernización vial integral

Más allá del WIM, la modernización vial demanda un abordaje más amplio. En el plano de la infraestructura, se necesitan puentes y túneles de gran capacidad, carriles exclusivos para distintos tipos de vehículos, zonas de descanso para transportistas y corredores similares a los europeos en puntos estratégicos.

En el ámbito tecnológico, urge la digitalización de trámites y controles, la adopción de sistemas de pago electrónico de peaje de flujo libre, el uso de inteligencia artificial para analizar datos de tránsito y la instalación de escáneres no intrusivos que agilicen inspecciones sin interrumpir el flujo vehicular.

Un camión sobrecargado es un
Un camión sobrecargado es un impuesto que todos pagamos con rutas destruidas (Foto: Shutterstock)

La integración de datos es otro pilar central, por lo cual es necesario planificar y diseñar una arquitectura tecnológica inteligente y conveniente completa en las redes nacionales y subnacionales. Contar con centros de control interconectados, patrullajes coordinados y bases de datos compartidas permite una respuesta más rápida y eficaz ante incidentes o irregularidades. El intercambio de información en tiempo real entre organismos aduaneros, migratorios y de seguridad no sólo reduce demoras en fronteras, sino que también incrementa la transparencia y disminuye la corrupción.

Implementar estas soluciones exige voluntad política, inversión y planificación a largo plazo. También requiere superar las diferencias entre jurisdicciones y establecer estándares comunes, al menos en el ámbito del Mercosur y Chile, para armonizar registros, controles y procedimientos. La tecnología es una herramienta poderosa, pero su potencial se desperdicia si no se enmarca en una estrategia nacional clara y consensuada.

En definitiva, la Argentina tiene la oportunidad de transformar su red vial en un sistema más ágil, seguro y eficiente. El camino para lograrlo combina infraestructura moderna, digitalización y tecnología inteligente, con el WIM como uno de sus protagonistas. La meta no es solo mejorar el tránsito o reducir costos logísticos, sino generar beneficios tangibles en comercio, industria, transporte, salud, medio ambiente y, en última instancia, en la calidad de vida de toda la sociedad.

La modernización vial no es un gasto: es una inversión en desarrollo económico, integración social y competitividad. Y, como toda inversión estratégica, requiere actuar con visión, coordinación y compromiso, entendiendo que cada día que pasa sin estas mejoras es un día en el que se profundizan las desigualdades, se incrementan los riesgos y se pierden oportunidades.