El nuevo rol del despachante de aduana: más vínculo, más logística y más responsabilidad

Alejo Exposito, socio gerente de una empresa de despacho aduanero, forwarder y logística, remarca el impacto de los tiempos, la presión sobre los despachantes y la necesidad de anticiparse

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Alejo Exposito es socio gerente
Alejo Exposito es socio gerente de una empresa de despacho aduanero, forwarder y logística

No somos expertos en todo, pero tenemos que investigar cada caso”, afirma Alejo. En esta entrevista, repasa la evolución del rol del despachante de aduana, el impacto de los tiempos logísticos y la necesidad de resolver con precisión para que las operaciones se desarrollen con éxito, incluso ante contextos complejos.

¿Qué implica hoy el rol del despachante de aduana?

Hoy por hoy creo que el rol se basa en ser genuino, en ser frontal con el cliente y explicarle todo con antelación. Eso es fundamental. Si un cliente viene con un problema, no solo hay que darle una solución: hay que explicarle todos los pasos que se deben seguir, lo más práctico y sencillo posible. Somos un socio comercial.

Antes al despachante se lo veía diferente, pero hoy hay que especializarse y tomar otra postura. El cliente quiere entender, y eso depende de nosotros.

¿Qué cambió en la forma de ver al despachante?

Cuando le dije a mis papás que quería estudiar para despachante de aduana, la respuesta fue que era un sector que era por apellido o que se “reciben a dedo”. Antes había muy poca oferta y se pensaba que no todos podían ser despachantes.

Hoy hay muchos más despachantes y cada uno puede dar su servicio como lo crea conveniente. Pero como hay tanta oferta, uno se tiene que diferenciar, especializar y generar un vínculo. Ya no alcanza con conocer el circuito: hay que estar al lado del cliente, casi como socios.

¿Y esa especialización a qué apunta?

A nuestros servicios. Si un usuario manda un mail, hay que responderle en el momento. Si se pregunta por una máquina específica, hay que estudiarla. Saber cómo funciona, cómo se clasifica y qué posición arancelaria tiene. Porque un error en eso se traduce en plata: más impuestos y más derechos. Es una tarea de mucha responsabilidad y hay que estar preparados.

¿Recordás algún caso llamativo de esos en los que tuviste que aprender algo completamente nuevo?

Sí, claro. Cuando trabajaba con un despachante que se dedicaba a la minería, me sorprendió todo el tema de las cubiertas para camiones mineros. Son inmensas. En cada contenedor vienen dos o tres cubiertas nada más. Es impresionante.

Después, me tocó de todo: tabletas, jeringas, guantes de látex, máquinas de cortar pasto, de coser y más. Siempre hay algo nuevo. No somos expertos en todo, pero tenemos que investigar cada caso. Todos los despachantes lo hacemos.

Para Alejo, el rol del
Para Alejo, el rol del despachante de aduana "se basa en ser genuino, en ser frontal con el cliente y explicarle todo con antelación. Eso es fundamental" (Foto: Shutterstock)

¿Cuáles son las principales demandas del comercio internacional hoy?

El tiempo. Ya sea en China, en España o acá: todos quieren la mercadería lo antes posible. Tanto en exportaciones como en importaciones. Después, claro, están las certificaciones, los antidumping y demás, pero el tiempo es clave.

Hay productos que están certificados en Europa o Estados Unidos y acá tienen que certificar de nuevo. Eso genera demoras innecesarias. Por suerte algunas cosas se están empezando a revisar.

¿Te toca interactuar con proveedores del exterior?

Sí, por supuesto. Es parte del trabajo. Hay que hablar con China, con quien sea, pedir información técnica, folletos, manuales y videos. Porque el cliente no quiere lidiar con eso: quiere vender, fabricar o usar la máquina, no encargarse de la importación.

Muchos no tienen departamento de comercio exterior, así que el despachante toma ese rol: pedir cotizaciones, armar el pedido, resolver fletes y seguros. Todo eso lleva tiempo y requiere experiencia.

Las respuestas del exterior son muy dinámicas. Si mandamos un mail, enseguida contestan. Salvo por las diferencias horarias —China contesta a la noche—, no hay problema.

Pero el tiempo real al que me refiero no es solo el de la respuesta, sino el de tránsito: ¿lo traigo por avión o por barco? ¿Vale la pena pagar más por tenerlo antes? Y una vez que está en Argentina, los tiempos los marcan la Aduana y las terminales. Por ejemplo, tenés cinco días para sacar el contenedor sin pagar extra. El sexto día ya te cobran una tarifa mucho más alta. Hay que hacer todos los trámites en ese plazo.

¿Y qué pasa si hacés todo bien y aun así no llegás?

Pasa. Podés hacer todo en tiempo y forma, pero si hay feriados, si no hay turnos o si el verificador no firma, quedás afuera del plazo. Semanas de tres días hábiles nos matan. Para la logística eso es muy complicado.

Con respecto a las terminales, también hay dificultades. A veces no habilitan turnos, o los cargan de noche. Me ha pasado de sacar contenedores a la 1 o 2 de la mañana. Y eso tiene un costo: poner una persona a esa hora es insalubre y no siempre lo podés trasladar al cliente.

El nuevo rol del despachante exige mucho más que conocimiento técnico. Requiere sensibilidad logística, reacción inmediata y un compromiso real con el cliente. Ser socio, no solo gestor.