
En el universo del comercio internacional, hay un tipo de actividad comercial que ocurre de forma constante, muchas veces con baja visibilidad, pero que representa una porción cada vez más significativa del intercambio global: las operaciones intercompany. Se trata de transacciones entre empresas del mismo grupo económico —por ejemplo, entre una casa matriz y su filial en otro país— que forman parte esencial del flujo de bienes, servicios y capitales a escala global.
Aunque no siempre son reconocidas en su verdadera dimensión, se estima que entre el 50% y el 70% del comercio internacional está vinculado a este tipo de procedimientos, dependiendo de la fuente y el sector analizado. Este volumen es especialmente alto en industrias como la automotriz, farmacéutica, electrónica, energía y bienes de capital, donde las cadenas de producción están altamente integradas entre distintos países.
Qué son las operaciones intercompany y por qué importan
Una operación intercompany (o intracompany) se produce cuando una empresa transfiere bienes, servicios o intangibles a otra unidad del mismo grupo económico, en diferentes jurisdicciones. Aunque pertenecen al mismo holding, desde el punto de vista del comercio exterior son tratadas como gestiones internacionales, y deben cumplir con regulaciones aduaneras, fiscales y logísticas como cualquier otra transacción entre partes independientes.
Este tipo de intercambio es fundamental para el funcionamiento de las cadenas globales de valor, ya que permiten la asignación eficiente de recursos, la centralización o descentralización de producción, el abastecimiento desde hubs estratégicos y la optimización impositiva dentro de marcos legales.
Sin embargo, el alto volumen de transacciones entre compañías del mismo grupo también genera desafíos regulatorios: es necesario establecer precios de transferencia que resulten aceptables para las autoridades fiscales de cada país y cumplir con normativas que eviten prácticas abusivas o elusivas.
Relevancia para el comercio exterior
Desde el punto de vista del comercio internacional, las operaciones intercompany representan una parte estructural del intercambio global. No se trata solo de comprar o vender a un tercero: muchas veces, los bienes que cruzan fronteras ya tienen un destino predefinido dentro del grupo económico. Pueden ser materias primas, partes para ensamble, productos terminados que se reexportan o incluso bienes en consignación.
Según estimaciones de la OCDE y estudios de organismos regionales, más del 60 % del comercio en América Latina entre multinacionales está vinculado a relaciones intercompany, y el número puede ser mayor en zonas con fuerte presencia de empresas transnacionales.
Este tipo de operaciones también es frecuente en estrategias de centralización logística: cuando una empresa produce en un país, concentra stock en otro y distribuye hacia varios destinos.

Impacto directo en la logística internacional
Desde el lado logístico, las operaciones intercompany tienen particularidades clave. A diferencia de un flujo comercial de compraventa convencional, muchas veces la urgencia, el destino y el tipo de control sobre el producto son diferentes.
Por ejemplo, una transferencia de stock desde una planta en Asia hacia un centro de distribución en Sudamérica puede requerir coordinación multimodal, control aduanero diferenciado y gestión de documentación específica, aun cuando el dueño legal de la mercadería siga siendo el mismo grupo.
Entre los desafíos logísticos más relevantes se destacan:
- Trazabilidad y control documental: A pesar de que la operación sea interna, debe presentarse como una exportación/importación formal, con sus respectivos documentos de transporte, certificados y declaraciones aduaneras.
- Gestión de tiempos y costos: Al no tratarse de una venta a un tercero, los márgenes son más estrechos y el objetivo suele ser la eficiencia operativa. Esto exige optimizar rutas, consolidar cargas y prever costos logísticos más ajustados.
- Coordinación global: Las operaciones intercompany requieren sincronización entre múltiples actores internos: finanzas, aduanas, logística, IT, compras y comercio exterior, en al menos dos países.
- Flexibilidad regulatoria: Algunos países ofrecen regímenes especiales para este tipo de transacciones (como zonas francas, admisiones temporarias o depósitos fiscales), lo que exige alinear la estrategia logística con la fiscal.
Tendencias y desafíos
Con el avance de la digitalización, muchas compañías están invirtiendo en sistemas integrados de visibilidad global para controlar sus flujos intercompany. La automatización documental, el uso de blockchain para trazabilidad y los sistemas ERP conectados a aduanas son parte de esta transformación.
Al mismo tiempo, las tensiones geopolíticas, los cambios en acuerdos comerciales y las reformas tributarias internacionales están llevando a muchas firmas a revisar sus esquemas logísticos y de precios de transferencia.
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