
El mercado logístico global se encamina hacia una década de expansión sostenida. Según un reciente informe internacional, el sector alcanzará un valor total de 23,14 billones de dólares en 2034, partiendo de una base de 10,75 billones de dólares en 2023. Esto representa una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 7,1 %, y está impulsado por múltiples factores: el crecimiento del comercio electrónico, la adopción de tecnologías emergentes y la reactivación de políticas públicas centradas en infraestructura logística.
Este crecimiento proyectado no es solo cuantitativo. Refleja una transformación estructural en la forma en que se producen, transportan y entregan bienes y servicios a nivel global. La expansión del e-commerce, con una mayor demanda de entregas rápidas y eficientes, está obligando a las empresas logísticas a modernizar sus redes, optimizar sus procesos y adaptarse a un consumidor cada vez más exigente.
Tecnología, digitalización y nuevos modelos de operación
Uno de los ejes centrales de este crecimiento será la adopción masiva de tecnología en todos los eslabones de la cadena logística. El informe destaca la integración de herramientas como inteligencia artificial, blockchain, automatización e internet de las cosas (IoT) como motores para mejorar la trazabilidad, reducir tiempos operativos, prevenir interrupciones en la cadena de suministro y ofrecer visibilidad en tiempo real.
Estas tecnologías no solo transforman la gestión interna de las empresas, sino que también redefinen la relación con los clientes, generando servicios logísticos más personalizados, eficientes y sostenibles. En paralelo, se espera un aumento de la demanda en segmentos como el almacenamiento inteligente, la distribución de última milla y la logística inversa, especialmente en entornos urbanos densos.
Este cambio tecnológico va acompañado de una reconfiguración del modelo operativo. Las compañías que puedan ofrecer soluciones integradas, escalar tecnológicamente y adaptarse con rapidez a las condiciones del mercado global estarán mejor posicionadas. El informe anticipa una concentración progresiva de operaciones en actores con alta capacidad de innovación, sin dejar de lado el surgimiento de nuevos nichos como la logística farmacéutica, la cadena de frío o el transporte de alta precisión.

El rol del Estado y la infraestructura como política estratégica
Otro aspecto destacado por el informe es el rol activo de los gobiernos en el impulso del desarrollo logístico. En distintas regiones del mundo, se están promoviendo políticas públicas orientadas a fortalecer la infraestructura física y digital, con inversiones en redes viales, ferroviarias, puertos, aeropuertos y centros de distribución intermodales.
El fortalecimiento de los corredores logísticos y la modernización de plataformas de transporte se consideran estrategias clave para aumentar la competitividad, facilitar el comercio y generar empleo. Al mismo tiempo, se observan avances en la implementación de prácticas sustentables, como vehículos eléctricos, gestión eficiente de la energía y reducción de emisiones, alineadas con los compromisos climáticos globales.
Para los países en desarrollo, esta evolución representa una oportunidad estratégica para reducir brechas logísticas, atraer inversiones y mejorar su inserción en las cadenas globales de valor. En regiones como América Latina, los desafíos incluyen la mejora de la conectividad entre zonas productivas y puertos, la simplificación de procesos aduaneros y la profesionalización del capital humano en el sector.
El informe también hace hincapié en que, luego de la pandemia y en medio de un contexto geopolítico complejo, la resiliencia logística se ha vuelto una prioridad. La experiencia dejó en evidencia la importancia de contar con sistemas logísticos flexibles, diversificados y preparados para enfrentar disrupciones imprevistas.
Un sector clave para el desarrollo económico
Más allá de los números, el crecimiento proyectado implica una transformación cualitativa del sector. La logística dejó de ser un componente operativo para convertirse en un factor estratégico de competitividad, capaz de generar valor, reducir costos estructurales y mejorar la calidad de vida de las personas a través de un abastecimiento más eficiente y sostenible.
En este escenario, el informe estima que quienes inviertan hoy en infraestructura, tecnología y eficiencia logística estarán mejor posicionados para enfrentar la próxima década.
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