Desafíos de la logística en minería: anticipación, equipo y continuidad operativa

Eduardo Musa, gerente de supply chain en minería subterránea, destaca la importancia de anticiparse, desarrollar proveedores y sostener el abastecimiento en entornos exigentes

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Eduardo Musa es gerente de
Eduardo Musa es gerente de supply chain en minería subterránea (Foto: Movant Connection)

“En la minería todos los días son lunes”, sostiene Eduardo al referirse a la dinámica del sector. En esta entrevista, repasa los aprendizajes que trajo de otras industrias, cómo gestiona el abastecimiento de zonas remotas y por qué desarrollar proveedores locales puede ser una apuesta estratégica.

¿Qué aspectos destacás del desarrollo minero en otros países de la región?

Tuve la oportunidad de visitar ferias en Chile y también en Perú, dos países con un gran desarrollo en minería, tanto subterránea como a cielo abierto. En Chile se percibe un avance de varios años con respecto a lo que se ve en la región. Eso puede representar una gran oportunidad para nuestro país, sobre todo en lo que respecta a la transferencia de conocimientos y tecnologías en el norte argentino.

El gran desafío es lograr que se radiquen acá las empresas con experiencia en el rubro. Necesitamos una mayor especialización local, porque depender únicamente de servicios externos no deja valor agregado ni aprendizaje en el país. El camino está en construir capacidades desde adentro.

También me llamó la atención el avance en autogestión de operaciones a través de tecnología. Hay una fuerte tendencia a automatizar procesos y reducir la exposición humana en zonas de riesgo, lo que abre un debate interesante sobre cómo equilibrar eficiencia con presencia operativa.

¿Qué particularidades tiene la minería subterránea en comparación con la minería a cielo abierto?

Perú es uno de los países más avanzados en minería subterránea en Sudamérica. Este tipo de operaciones requieren una alta especialización: geólogos, personal de planeamiento, operadores capacitados y una logística muy específica.

Al tratarse de una actividad bajo tierra, los costos son más elevados y la eficiencia en la extracción del mineral es fundamental. Se sigue una veta, por ejemplo de oro o plata, y el objetivo es extraer con la menor cantidad de roca o material estéril posible.

Algunas operaciones subterráneas en Chile alcanzan más de 2000 kilómetros de túneles. En Argentina también hay minas que superan los 200 kilómetros. Es impactante imaginar esos sistemas como un hormiguero subterráneo. Todo requiere ventilación, equipos adecuados y formación para trabajar en condiciones exigentes.

Para Eduardo, "Perú es uno
Para Eduardo, "Perú es uno de los países más avanzados en minería subterránea en Sudamérica. Este tipo de operaciones requieren una alta especialización: geólogos, personal de planeamiento, operadores capacitados y una logística muy específica" (Foto: Shutterstock)

¿Cómo se trabaja la seguridad en este tipo de operaciones?

La seguridad es la primera regla en la minería. No se realiza ninguna actividad si hay riesgo para las personas. Se hacen charlas diarias de concientización, capacitaciones constantes, encuestas internas y controles exigidos tanto por las organizaciones como por sus accionistas.

Es un aspecto prioritario, está muy reglamentado y lo mismo sucede con el cuidado ambiental. Aunque a veces persistan mitos, las operaciones cumplen estándares internacionales muy exigentes. Además, se generan reportes permanentes y se trabaja bajo auditorías externas que garantizan ese cumplimiento.

¿Cómo es la gestión logística, considerando la ubicación remota de las operaciones?

Se hace todo el inbound (logística de entrada), desde el proveedor hasta la mina. Se coordina con forwarders, despachantes de aduana, depósitos fiscales y transporte terrestre. También se le da soporte al abastecimiento de insumos como alimentación y agua, sobre todo en casos de contingencia.

El entorno es muy desafiante. La minería no se detiene: todos los días son lunes. Desde el área de servicios, uno tiene que asegurar que no falte nada para que la operación siga.

En este sentido, el contacto humano sigue siendo clave. Aunque se trabaje de forma híbrida, las reuniones presenciales siguen marcando la diferencia. Acompañar a las personas, escucharlas, estar cerca cuando el tema lo requiere, es fundamental.

¿Qué desafíos actuales identificás en la relación con proveedores y en la competitividad del sector?

Hoy los costos no son los mismos que hace dos años. Hay que buscar eficiencia, competitividad y velocidad de adaptación. Se trabaja mucho para que los proveedores entiendan que el contexto cambió.

Algunos deben transformarse, otros dejan lugar a nuevas propuestas. No se trata solo de precios, sino de servicio, capacidad de respuesta y visión compartida.

Por eso también se fomenta la participación en ferias, tanto en el país como en la región. Y se apuesta al desarrollo de proveedores locales, que necesitan acompañamiento para crecer y especializarse. Es un trabajo a largo plazo, pero necesario.

¿Qué aprendizajes te dejaron tus experiencias previas en otras industrias?

Vengo de la industria automotriz, pasé por autopartistas y también por un proyecto ferroviario muy interesante. Todo eso me aportó herramientas valiosas que hoy aplico.

La automotriz me dio una visión profesional de estructura de costos y trabajo con proveedores. Aunque no todos los sectores tienen esa cultura, es posible adaptar esos conceptos.

Del ferrocarril aprendí la lógica de continuidad operativa. El tren no puede parar, como la mina. Ese enfoque me permite entender la importancia del mantenimiento y del abastecimiento preciso.

Todo eso lo traslado al día a día: conversar con usuarios, entender los tiempos de entrega, lotes mínimos, planificar según origen y destino. Esa sinergia entre experiencia y presente fortalece la gestión.