
“En logística hay una gran oportunidad para aplicar ergonomía desde la industria”, señala Sebastián al destacar el potencial de mejora en el sector. En esta conversación, explica cómo los controles ergonómicos —desde pausas activas hasta rediseño de puestos— pueden prevenir lesiones, optimizar el rendimiento y hacer más eficiente cada tarea.
¿Qué es la ergonomía y por qué es tan importante?
La ergonomía es una ciencia que se ocupa de adaptar el trabajo a las personas. El objetivo fundamental es que trabajador no se enferme por realizar esas tareas.
Cuando es quien trabaja el que tiene que adaptarse al puesto, se desarrollan trastornos musculoesqueléticos. Por eso es tan importante la ergonomía: no solo previene estas enfermedades —que en Argentina son la primera causa de enfermedad laboral y a nivel mundial afectan a nueve de cada diez trabajadores, según la OMS—, sino que también permite aumentar la capacidad productiva y la eficiencia.
¿Qué cambios se dieron en los últimos años que afectaron la ergonomía? ¿Qué rol cumple la tecnología en todo esto?
En los últimos años hubo cambios positivos y negativos, sobre todo después de la pandemia. Se borraron las barreras entre el mundo del trabajo y el hogar, lo que incrementó tanto los trastornos musculoesqueléticos como los riesgos psicosociales.
Aparecieron nuevas formas de trabajo a las que no estábamos preparados y el desarrollo tecnológico tiene mucho que ver con esto. Uno de los principios de la ergonomía es justamente preparar al trabajador para esos cambios.
En general, cuando hubo grandes cambios tecnológicos en la historia, el cuerpo del trabajador fue el que más sufrió. Las tecnologías no estaban pensadas para las personas que las usaban. Hoy, gracias a ciertos avances como los exoesqueletos y mobiliarios ergonómicos, podemos hacer que el trabajo sea más seguro, más productivo y, sobre todo, más saludable.
¿Qué industrias son las más afectadas por los trastornos musculoesqueléticos? ¿Cómo impacta esto en la logística?
Las más afectadas son la construcción, el agro y la logística. En construcción y agro, el ambiente de trabajo no suele estar dentro de plantas industriales y hay muchas tareas físicas, muchas veces precarizadas, que se hacen en condiciones no ergonómicas. Hay una cuestión cultural también que hace muy difícil aplicar ergonomía.
En logística ocurre algo similar: hay mucho empuje, arrastre, levantamiento y descenso manual de cargas. Pero la diferencia es que en logística hay una gran oportunidad para aplicar la ergonomía desde los controles industriales.
En ergonomía hablamos de dos tipos de controles: los administrativos y los de ingeniería. Los administrativos tienen que ver con cómo trabajamos: capacitaciones, procedimientos, pausas activas, descansos, tiempos de exposición. Los de ingeniería tienen que ver con el diseño de los puestos: mesas elevadoras, tractores eléctricos, exoesqueletos, ayudas mecánicas.
Hay casos donde se puede eliminar el riesgo de manipulación manual de cargas y otros donde al menos se reduce el nivel de exposición. En logística esto tiene muchísimo potencial.

Sobre los exoesqueletos, ¿cómo se clasifican y qué función cumplen?
Primero hay que aclarar que no son elementos de protección personal. Son compensadores, asistencias que reducen el impacto del trabajo sobre el sistema musculoesquelético.
Hay posturales para miembros superiores (por ejemplo, para trabajar por encima de los hombros) y para miembros inferiores (para mantener posturas semi-sentado). También hay exoesqueletos para levantamiento de cargas, que redistribuyen el esfuerzo hacia zonas musculares más fuertes, como las piernas.
Pueden ser fijos (sujetos a estructuras) o móviles. Los fijos se usan para cargas más pesadas, y los móviles para cargas más livianas que requieren desplazamiento.
También se dividen por tipo de alimentación: pasivos (sin batería, para cargas menores) y activos (más complejos). Ninguno elimina el riesgo, pero lo reduce. Y el especialista en ergonomía debe elegir el más adecuado según la zona del cuerpo que se busca proteger.
¿Qué recomendaciones les darías a los trabajadores que sufren este tipo de dolores?
Primero, tomar conciencia del cuerpo. Naturalizamos el dolor: frases como “me rompí el lomo laburando” están muy arraigadas. Pero si el trabajo duele, algo no está bien diseñado o ejecutado. Estas enfermedades suelen ser acumulativas y muchas veces apagamos la alarma con un analgésico en vez de apagar el fuego. Hay que identificar las señales tempranas de dolor y asociarlas a las tareas.
Después, organizar el espacio de trabajo: tener todo al alcance, evitar posturas forzadas, usar flexión de rodillas en vez de espalda, cuidar la higiene postural, planificar los movimientos antes de levantar algo y demás. Pensar desde dónde hasta dónde voy a mover la carga, cuánto tiempo la sostengo y si el lugar está óptimo para dejarla.
Algo fundamental es el precalentamiento y estiramiento. Hacer pausas activas de cinco minutos al comenzar la jornada y al terminar, y pequeños estiramientos durante el día. Eso reduce la fatiga y mejora el rendimiento.
¿Y qué se puede hacer desde las empresas para cuidar la salud sin resignar productividad?
El paso más importante es implementar un programa de ergonomía integrado. Existe una norma ISO que guía este proceso. El primer paso es identificar los riesgos ergonómicos, luego evaluarlos y medir el nivel de exposición. Después, armar un plan de acción y definir, en un comité de ergonomía, qué controles de ingeniería o administrativos se van a aplicar.
Para el rediseño de tareas y puestos, se pueden usar distintas normas internacionales según el tipo de actividad. Por ejemplo, hay normas específicas para oficinas con pantallas, otras para trabajos de pie y otras para manipulación manual de cargas. Seguir estas pautas no solo evita enfermedades, también mejora la eficiencia del trabajo.
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