Pymes argentinas: entre la pasión, los desafíos y la oportunidad

Con una mirada cercana y realista, Chris describe el pulso actual del mundo pyme y subraya la importancia de conectar, adaptarse y seguir apostando en contextos complejos.

Mi historia empieza con mi papá y mi hermano, que están hace muchos años en los medios. Mi papá tenía una productora que ya estaba un poco venida a menos porque él era grande, y con 23 años agarré la agencia de publicidad y la productora. Estudiaba Ciencias Políticas, y cuando me tocó estudiar el caso de las pymes me apasionó. Así nació la idea de crear una comunidad empresaria colaborativa donde pudieran vincularse, hacer negocios, capacitarse y acceder a información de valor. Empezamos con un programa de radio, después un portal de noticias, y más adelante nos metimos de lleno en la organización de eventos empresariales.

Hay temas transversales que venimos detectando en nuestras encuestas: el acceso al financiamiento, la gestión de talentos y, más recientemente, la adopción de nuevas tecnologías, especialmente inteligencia artificial. Después, claro, están los clásicos: la macro y la micro, que siempre le complican la vida al empresario argentino. Hoy tenemos una macro un poco más ordenada, y el gran desafío es reactivar la micro.

Es fundamental. Primero, porque está dentro de la estructura de costos. Segundo, porque Argentina es un país muy grande y las pymes tienen capilaridad: llegan a lugares donde otras empresas no llegan. La logística permite tener presencia en todo el país y salir a conquistar mercados.

Desde 2020, con la aceleración del e-commerce y la digitalización, el sector logístico se puso en valor. Hoy las distintas etapas del proceso —primera milla, media milla, última milla— toman una relevancia distinta. El consumidor es cada vez más exigente, quiere respuestas inmediatas. La logística es clave para eso.

Hay una visión sesgada sobre el comercio internacional en el sector, quizás porque en Argentina siempre fue difícil. Pero exportar hoy no es tan complejo como hace diez años.

Para darte una idea: solo el 0,8% de las empresas argentinas exportan. Ni siquiera alcanzamos el 1%. Hay que entender por qué puede ser por la falta de competitividad, por los vaivenes del tipo de cambio, por la necesidad de inversión. Pero creo que falta desarrollar ese músculo comercial internacional.

Lo mismo pasa con importar. Todavía existe un tabú. Hay industrias que usan toda su cadena de distribución para importar productos y comercializarlos en el país, combinando lo nacional con lo internacional. Es una manera de equilibrar y mantener la rentabilidad, que hoy está muy ajustada.

Hay dos ejes. Uno exógeno, que no depende del empresario: reforma tributaria, costos logísticos, infraestructura. El otro es endógeno, y sí depende de ellos: invertir en tecnología, capacitar al personal y diseñar estrategias que hagan más eficiente y rentable a la empresa, incluso con márgenes reducidos.

Tuve la oportunidad de viajar a España, México y Chile. Y sí, hay particularidades. El empresario pyme argentino tiene una gimnasia única para resolver problemas endógenos y no estresarse ante contextos complejos. Está acostumbrado a surfear las olas del país y aun así genera valor, mantiene empleos y busca crecer.

Cuando la economía se estabiliza, puede empezar a pensar en ser más competitivo, en vender más cantidad en lugar de trasladar costos a precios. Esa resiliencia y esa pasión diaria por hacer crecer su empresa es algo muy argentino.

En nuestros eventos, además de llevar a los oradores más importantes y tratar los temas centrales del ecosistema pyme, generamos espacios para que los empresarios se conecten y hagan negocios entre sí. Hemos visto que muchos dejan el auditorio principal para participar en esas rondas y después vuelven. Eso muestra lo valioso que resulta ese espacio de encuentro.

Tengo muchas, pero hay una que siempre recuerdo. Hace un año se me acercaron dos personas en un evento y me dijeron: “Chris, gracias. Nos conocimos acá el año pasado, nos hicimos socios y hoy estamos haciendo negocios juntos”. Eso es exactamente lo que queremos lograr. Más allá de cerrar un negocio puntual, que alguien se conecte, encuentre un socio, y genere algo nuevo, es lo más valioso.

Después del cambio de gestión, hubo un giro de rumbo. En estos últimos meses hubo ganadores —como el gas, el litio, el agro, la economía del conocimiento y la minería— pero la cadena pyme en esos sectores todavía es muy chica. En cambio, la industria metalmecánica, la construcción y el comercio vienen muy golpeados.

La clave está en cómo el gobierno nacional desactiva esa bomba: cómo reactiva el consumo interno y cómo pone en marcha a la industria nacional. Esa es la gran pregunta que tenemos todos este año.