Una prueba inédita de transporte de larga distancia con camiones eléctricos recorrió recientemente más de 5.000 kilómetros desde Shenzhen, en el sur de China, hasta Alashankou, en la frontera con Kazajistán.
La iniciativa, impulsada por una reconocida operadora global miembro de la Unión Internacional de Transporte por Carretera (IRU), marca un hito en el camino hacia una logística más sustentable y eficiente en uno de los corredores comerciales más dinámicos del mundo.
Reducción de emisiones y ahorro energético
El proyecto no solo puso a prueba la autonomía y confiabilidad del vehículo eléctrico utilizado —capaz de recorrer 680 km con una sola carga—, sino también la viabilidad operativa de una red de transporte libre de emisiones para rutas extensas que atraviesan diversas condiciones geográficas y climáticas. Durante el trayecto, se planificaron nueve paradas de recarga, de aproximadamente tres horas cada una, aprovechando una red de estaciones ubicadas estratégicamente cada 200 a 300 kilómetros a lo largo de la autopista.
La eficiencia del programa de carga y la planificación minuciosa de la ruta permitieron una circulación fluida, sin interrupciones logísticas ni retrasos operativos. Esta experiencia no solo evidenció la robustez de la infraestructura eléctrica en China, sino también la posibilidad concreta de integrar camiones eléctricos a operaciones de largo recorrido a nivel internacional.
Uno de los principales logros del piloto fue la reducción del 54% en las emisiones de dióxido de carbono —considerando el ciclo completo “del pozo a la rueda”— en comparación con un vehículo diésel convencional. Además, los costos energéticos se redujeron en un 43%, lo que refuerza la competitividad de este tipo de soluciones frente a los modelos tradicionales de transporte terrestre.
Desde la organización responsable de la prueba destacaron que este es un paso clave para ampliar los servicios eléctricos no solo dentro del territorio chino, sino también hacia regiones estratégicas como el Sudeste Asiático, Asia Central e incluso Europa. La frontera de Alashankou, donde culminó el recorrido, representa una de las principales puertas de entrada a la red de transporte terrestre euroasiática, lo que potencia las posibilidades de escalamiento de este tipo de soluciones a nivel global.
Una hoja de ruta para el futuro logístico
Este tipo de iniciativas cobra especial relevancia en un contexto donde la industria logística enfrenta el doble desafío de aumentar su eficiencia operativa y reducir su huella ambiental. En particular, el transporte de mercancías por carretera sigue siendo uno de los grandes emisores dentro del sector, por lo que los avances en electromovilidad se presentan como una alternativa concreta para transformar esa realidad.
La prueba también permitió identificar oportunidades de mejora para ampliar la cobertura de estaciones de carga rápida y optimizar el diseño de rutas específicas para vehículos eléctricos, considerando factores como topografía, clima y disponibilidad de energía. La integración de estas variables en los sistemas de gestión logística se vuelve crucial para garantizar la confiabilidad de los envíos y cumplir con los plazos de entrega que demanda el comercio internacional.
A medida que más operadores comienzan a explorar alternativas eléctricas para el transporte de larga distancia, este tipo de pruebas sienta un precedente valioso sobre lo que es técnicamente posible hoy y qué ajustes de infraestructura son necesarios para consolidar el cambio. Aunque aún quedan desafíos por resolver, la ruta Shenzhen-Alashankou representa un punto de inflexión en la transición energética del transporte terrestre a escala continental.
En definitiva, el futuro de la logística sostenible ya se está poniendo a prueba en las carreteras más exigentes del planeta. Y los resultados, por ahora, son prometedores.
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