
“Argentina podría competir en primera en todo el mundo, pero antes tiene que resolver su estructura”, sostiene. Desde su rol en el comercio internacional de maquinaria agrícola, gestiona operaciones con clientes de América, Europa y Asia, y conoce de cerca los desafíos de producir, exportar y competir desde Argentina. En esta entrevista, analiza los cuellos de botella logísticos, las tensiones geopolíticas que afectan al sector y por qué el desarrollo del tren podría cambiar las reglas del juego.
¿Cuál es tu rol y cómo es tu día a día laboral?
Básicamente, mi actividad es más la gestión comercial. Creo que es muy importante la interacción con el cliente y estoy en contacto con personas de todo el mundo: un día hablo con alguien de Chile, otro día con Australia, con Bulgaria, India o Estados Unidos.
A veces es simplemente mantener el vínculo, conversar como buenos amigos; otras veces es meterse de lleno en la gestión comercial. Esa interacción diaria es fundamental.
Trabajo en una empresa fabricante de maquinaria agrícola y vendemos implementos agrícolas. Somos proveedores de cabezales para la cosecha de maíz y girasol, y también de maquinaria para el sistema de silobolsa, tanto para embolsar como para extraer granos.
¿Cómo es vista la industria argentina de maquinaria agrícola en el exterior?
Nuestro sector es muy valorado afuera. Argentina es reconocida por tener maquinarias fuertes, de calidad, con desarrollo e innovación. Somos referentes a nivel internacional en siembra directa y en el sistema de silobolsa. Esa herramienta nos permitió optimizar recursos, dinero, logística y tiempos. El mundo asocia esa tecnología con Argentina. Y no se trata solo de esas dos cosas, nuestro sector va más allá.
A pesar de ello, hay desafíos internos que no nos permiten cerrar el ciclo de competitividad como deberíamos. Competimos con grandes multinacionales de Estados Unidos y Europa, y aún así estamos en la disputa. Pero hay mucho por mejorar.
¿Cuáles son los principales obstáculos a nivel nacional?
El principal problema son los costos internos, la carga impositiva es muy alta para las pymes. Además, nuestra industria tiene una característica particular: la mayoría de las fábricas están ubicadas en zonas alejadas, en el “interior del interior” y son fundamentales para el desarrollo de pueblos y ciudades pequeñas, especialmente en provincias como Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.
Pero esa ubicación también representa un desafío: la logística. Al estar lejos de los principales puertos y centros de distribución, nuestros costos logísticos son, en el mejor de los casos, un 50% más altos que los de países vecinos. Hay que trabajar en eso. Entiendo que un país debe insertarse en un mercado abierto, pero también debe estar preparado estructuralmente para competir de igual a igual.
Por ejemplo, somos el octavo país más grande del mundo y tenemos un sistema ferroviario muy poco desarrollado. Si eso existiera, podríamos ser mucho más competitivos.

¿Qué desafíos se enfrentan al exportar este tipo de productos de gran volumen y peso?
Nos hemos adaptado a lo que hay disponible. La mayoría de las empresas del sector tiene aduana en planta, consolida en origen y desde ahí va directo a puerto. Algunas usan "open top" o “flat rack” por las dimensiones; la mayoría utiliza contenedores "high cube". Ninguna, que yo sepa, usa el tren.
En nuestra ciudad, el tren pasa, pero está preparado solo para líquidos y granos, no para maquinaria o contenedores. En la pandemia, enviamos contenedores a Ucrania y Rusia y no teníamos tampoco acceso al bitren, que si bien se están empezando a ver de a poco en las rutas no está todavía desarrollado. Eso nos hubiera ahorrado algunos dólares. También sufrimos demoras en los puertos. Había contenedores que quedaban 15 o 20 días en Buenos Aires porque no había tráfico de importación y, por lo tanto, no había vacíos para exportar. Era desesperante, porque nuestros productos, como los cabezales para cosecha, tienen una temporada específica. Si llegan tarde, no sirven.
¿Qué criterios se tienen en cuenta al contratar servicios logísticos para operaciones complejas?
Para mí, la clave es la información. Siempre digo que en logística se vende información. Si el buque rolea, si el camión se rompe, si hay un problema documental, todo eso es información clave.
Esa información me permite planificar internamente. Si a primera hora del día ya sé lo que va a pasar, puedo tomar decisiones y no necesito seguir preguntando. También valoro que el agente tenga buena relación con su oficina en destino. Si mi cliente recibe directamente la información desde el operador, es un plus. Todo termina siendo información, y si eso fluye bien, todo lo demás se acomoda.
¿Qué creés que le falta a Argentina para aprovechar todo su potencial en comercio exterior y desarrollo industrial?
Argentina necesita más profesionales en comercio exterior. Y cuando digo profesionales, me refiero a todas las áreas.
Hay casos de éxito increíbles en el interior que merecen ser visibilizados. Tenemos recursos técnicos, humanos y naturales, no nos falta nada. Lo que falta es resolver cuestiones internas de una vez por todas.
Argentina podría competir en primera en cualquier parte del mundo. Pero para eso necesitamos que alguien, desde donde se toman decisiones, entienda que hay que unir capacidades, generar redes y convertir eso en política de Estado.
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