
La logística en México y América Latina está en un punto de quiebre. El “Pulsómetro Logístico 2025 – Datos que Sí Mueven”, en su tercera edición, ofrece una radiografía contundente: tenemos el talento, el conocimiento y las oportunidades… pero aún nos falta cohesión para transformar nuestro ecosistema logístico en un verdadero motor de competitividad regional.
Este estudio —respaldado por organizaciones como CONALOG (Consejo Nacional de Ejecutivos en Logística y Cadena de Suministro), Alvarez and Marsal, AMTI (Asociación Mexicana de Transporte Intermodal), AMACARGA (Asociación Mexicana de Agentes de Carga), AOLM (Asociación de Operadores Logísticos de México), CSCMP (Counsul Of Supply Chain Management Professionals), GS1 México, IPADE y The Logistics World— recoge la visión de más de 440 empresas. Su profundidad y representatividad lo convierten en el termómetro más confiable para medir el nivel de madurez logística en México. Y las señales son claras: México necesita un PACTO logístico.
Cinco letras que marcan el rumbo
El Pulsómetro nos invita a repensar el rumbo mediante una propuesta concreta: una hoja de ruta resumida en cinco letras que conforman el acrónimo PACTO. Cada letra representa una dimensión clave:
- Planeación
- Agilidad
- Colaboración
- Talento
- Optimización digital
Estas dimensiones no son conceptos abstractos ni metas lejanas. Son necesidades urgentes que deben ser atendidas sin demora si queremos impulsar una transformación logística real.
Hoy en día, las pequeñas empresas destinan aproximadamente un 18,8% de sus ingresos a actividades logísticas. Esta cifra es considerablemente mayor en comparación con las grandes empresas, que solo destinan el 9,7%. Esta desigualdad limita la capacidad de las pymes para competir en condiciones justas y equitativas.
Al mismo tiempo, mientras que un 66% de las grandes compañías ya incorporan herramientas digitales en sus procesos, muchas pequeñas y medianas aún se apoyan en planillas de Excel para gestionar sus operaciones, lo que profundiza la brecha tecnológica.
Por otro lado, la participación de las mujeres en el ámbito logístico ha crecido en los últimos años, pero aún existen desafíos importantes. Solo el 26% de las mujeres que forman parte de este sector ocupa cargos de liderazgo, ya sea en roles de supervisión o coordinación. Esta cifra evidencia que todavía hay un camino por recorrer en términos de equidad e inclusión.
¿Dónde estamos y hacia dónde debemos ir?
El reto no es menor: el 85% de las grandes empresas ya integran insumos importados, lo que las obliga a gestionar cadenas más complejas. Pero solo el 54% logra una precisión en su planeación mayor al 80%. En cuanto a niveles de servicio existe una brecha importante ya que 24% de las pymes ni siquiera mide su nivel de servicio. En un mundo donde la resiliencia y la anticipación lo son todo, operar sin medir es como conducir con los ojos cerrados.
La buena noticia es que tenemos datos, tenemos conciencia y tenemos aliados. El verdadero desafío es convertir los datos en decisiones, las decisiones en acciones, y las acciones en transformación.

La urgencia latinoamericana
Lo que hoy enfrentamos en México es reflejo de un fenómeno regional. América Latina aún está por debajo del promedio mundial en infraestructura, visibilidad y eficiencia aduanal. La CEPAL estima que la brecha digital en logística podría costarnos hasta el 6% del PIB si no se aborda con urgencia. El rezago en inclusión, digitalización y colaboración no es solo un tema operativo: es un problema de desarrollo económico y social.
¿Qué debemos hacer como comunidad logística?
- Apostar por la profesionalización del talento. Invertir en formación no es gasto: es garantía de sostenibilidad.
- Fomentar ecosistemas colaborativos, donde fabricantes, transportistas, operadores logísticos y agentes de carga actúen como una red integrada.
- Cerrar la brecha tecnológica con apoyo público-privado, financiamiento accesible y transferencia de conocimiento.
- Medir y mejorar continuamente, porque lo que no se mide, no se puede transformar.
¿Estamos listos para el PACTO?
Estoy convencida de que el futuro de la logística —en México y en toda Latinoamérica— se juega en la cancha de la colaboración estratégica. No basta con buenos diagnósticos. Necesitamos decisión, alineación y, sobre todo, acción. El camino comienza cuando el sector público, el privado, el académico y la sociedad civil se comprometen con un PACTO que transforme no solo nuestras cadenas logísticas, sino también las comunidades que las sostienen.
La transformación logística no es una ilusión. Es una decisión colectiva. ¿Estás listo para sumarte al PACTO?
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