
“Uno de los errores más frecuentes es asumir que todo es inmediato”, plantea Santiago. En ese marco, resalta la relevancia de la planificación, la actualización permanente y el conocimiento técnico para operar con eficiencia en comercio exterior.
¿Qué valor estratégico tiene la gestión aduanera dentro de una empresa?
La gestión aduanera es fundamental para cualquier empresa que importe o exporte. Muchas veces la compañía tiene expertos en compras, en ventas o en producción, pero no necesariamente en aduanas. Ahí entramos nosotros: somos el nexo entre el comprador y el vendedor, el que conoce la normativa y puede anticiparse a los problemas.
Un error en este rubro se traduce directamente en multas, demoras o pérdidas económicas. Desde mercaderías mal clasificadas hasta insumos que no pueden ingresar al país, los riesgos son altos. Por eso es esencial contar con alguien que sepa qué documentación se necesita, qué certificados son obligatorios y cómo cumplir con todos los requisitos de manera correcta.
¿Cómo ha evolucionado el rol del despachante de aduana en los últimos años?
El rol fue adaptándose al ritmo del mercado y a las herramientas disponibles. Hoy, la tecnología es una aliada fundamental. Nosotros estamos empezando a implementar inteligencia artificial (IA) para mejorar el control documental. Esto permite reducir errores y agilizar los procesos.
No reemplaza la mirada humana, pero sí aporta mucho valor. Si uno define bien los parámetros, la IA puede detectar inconsistencias que se nos podrían pasar. Contamos con gente joven que entiende de sistemas y eso también es un gran aporte. Al final del día, seguimos supervisando todo, pero con más respaldo y velocidad.
¿Cuáles son los errores más comunes al iniciarse en comercio exterior?
Uno de los errores más frecuentes es asumir que todo es inmediato. Muchos creen que importar o exportar es cuestión de días, cuando en realidad todo lleva su tiempo, especialmente en un país donde las reglas cambian de un día para el otro. Hoy podés tener una respuesta y mañana el panorama es completamente diferente.
También hay desconocimiento sobre los costos asociados y los requisitos específicos. A veces, una empresa quiere importar un producto sin saber que necesita certificados, autorizaciones o controles previos. Por suerte, cada vez hay más personas formadas en comercio exterior dentro de las empresas, lo que facilita el diálogo y permite anticiparse a esos obstáculos.
¿Cuáles son las multas más frecuentes en este tipo de operaciones?
Una de las más comunes es el exceso de mercadería. Suele pasar en operaciones con ciertos mercados donde, por error o intención, el proveedor envía más productos de los declarados. Si no se pesa bien en origen, al llegar a Argentina la diferencia puede ser significativa y eso genera una multa.
También hay situaciones vinculadas a una mala clasificación o a documentación incompleta. Por eso es clave contar con un despachante que conozca en detalle cada caso. Son cuestiones que, si no se manejan bien, terminan generando pérdidas evitables para la empresa.

¿Cómo está hoy la Argentina en relación con el comercio exterior?
Desde mi experiencia, después de un tiempo de muchas restricciones operativas, la Argentina muestra señales de reactivación en el comercio exterior. Durante años fue muy difícil importar y muchas empresas evitaban exportar por cuestiones vinculadas al tipo de cambio o trabas administrativas.
En los últimos meses, se percibe una mayor apertura y eso se refleja en el movimiento diario. Hay nuevas reglas que, por ahora, ayudan a dinamizar operaciones. Esto también impulsa a la industria local a ajustarse, porque la competencia del exterior obliga a ofrecer mejores precios y calidad.
¿Cómo impactan los cambios normativos en la actividad aduanera?
El impacto es enorme. Las modificaciones regulatorias son constantes, y para estar al día hay que estar informado todo el tiempo. En mi caso, todas las mañanas recibo el Boletín Oficial y lo leo para detectar las novedades. A veces te dan un par de días de margen, otras veces los cambios son inmediatos.
Estar actualizado es clave para poder advertirle al cliente lo que puede pasar y evitar sorpresas. Es una forma de mitigar riesgos y ganar tiempo. También permite planificar mejor, aunque siempre dentro de la incertidumbre que caracteriza al país.
¿Qué expectativas tenés sobre el futuro del sector?
Desde mi lugar como despachante, espero que el comercio exterior logre cierta estabilidad. En este país, cada cambio de gobierno suele implicar arrancar de cero, lo que genera mucha incertidumbre. Si se pudiera establecer una base común -más allá de los matices de cada gestión-, el sector tendría margen para crecer en forma sostenida.
De todos modos, quienes trabajamos en esto ya sabemos cómo adaptarnos. Siempre encontramos la manera de seguir adelante, incluso cuando las reglas cambian constantemente. Lo ideal sería que los próximos años nos encuentren en un camino más estable, donde podamos planificar, mejorar procesos y sumar valor real desde nuestro rol técnico y operativo. Si logramos sostener esa continuidad, el comercio exterior puede transformarse en una palanca fundamental para el desarrollo del país.
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