
Oriente Medio representa hoy una de las regiones más prometedoras para la expansión comercial del Perú. Con un mercado que importa más de 70.000 millones de dólares en alimentos cada año, las oportunidades para la agroindustria peruana son evidentes. Sin embargo, un desafío sigue marcando el ritmo de este potencial: la logística.
Así lo remarcó el canciller peruano Elmer Schialer durante su reciente gira de cinco días por Catar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Arabia Saudí. En el corazón del Golfo Pérsico, el funcionario llevó un mensaje claro: Perú está listo para intensificar su vinculación económica con la región, y necesita fortalecer los canales logísticos que permitan que sus productos, especialmente los frescos y congelados, lleguen de manera eficiente y constante.
Potencial creciente, cifras que lo respaldan
En los últimos años, las exportaciones peruanas a Medio Oriente han mostrado un crecimiento notable. En 2023, sumaron 1.084 millones de dólares, lo que representa un incremento del 44,9% respecto a 2022, según cifras de la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (Sunat). Aunque el volumen sigue siendo bajo en términos relativos, la tendencia marca un cambio de escenario: el comercio bilateral está tomando impulso.
Actualmente, la mayor parte de estos envíos se sostiene a partir de productos más tradicionales como el oro, pero hay otros sectores, como el agropecuario, el siderometalúrgico y el textil, que colaboran en gran parte a las exportaciones del país andino. Sin embargo, aún hay una brecha que cerrar. De acuerdo con Schialer, las ventas de alimentos frescos y congelados a Medio Oriente apenas superan los 11,7 millones de dólares si se consideran los registros consolidados, una cifra que contrasta con la capacidad exportadora del país en otros mercados.
El cuello de botella logístico
En ese contexto, la logística aparece como un factor determinante. El reto no es solo enviar productos desde el Perú, sino hacerlo en tiempo, forma y con costos competitivos. “Nuestro principal cliente es China y ya hay un arreglo perfecto para que los perecederos lleguen a tiempo. Si podemos llegar a China, no es imposible llegar al Golfo”, señaló Schialer. Su argumento refuerza una premisa: no se trata de capacidad productiva, sino de eficiencia logística.
Hoy existen acuerdos de servicios aéreos con Catar y Kuwait, y se espera que pronto se sumen Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. La conectividad aérea se perfila como la vía más directa para los productos perecederos, en un esquema donde el avión ya no solo transporta pasajeros, sino carga de alto valor estratégico. “Si vamos a enfrentar el desafío de la seguridad alimentaria en la región, el avión es la herramienta logística por excelencia”, enfatizó el canciller.
Un puente hacia más inversión
La misión oficial también buscó promover a Perú como destino de inversión. Los encuentros mantenidos con fondos soberanos y representantes gubernamentales permitieron presentar la cartera de proyectos en energía, minería e infraestructura. Si bien no se concretaron anuncios específicos, el interés despertado es un paso adelante para futuras negociaciones.
Más allá de los proyectos individuales, Perú se mostró como un punto de entrada a mecanismos regionales como la Alianza del Pacífico o la Comunidad Andina. Desde el Golfo, esta puerta de acceso a un mercado ampliado con reglas de origen claras y tratados de libre comercio vigentes es percibida como un valor diferencial. “Puede ser una buena plataforma, incluso para llegar a Canadá o EE.UU.”, remarcó Schialer.

Una hoja de ruta en construcción
La visita del canciller es la primera en más de una década a esta región por parte de un titular de Relaciones Exteriores peruano. Su objetivo fue claro: pasar de los discursos a los hechos, dando contenido concreto a una relación que hasta ahora había sido secundaria en la agenda diplomática y comercial del país.
El interés es mutuo. Oriente Medio ve con buenos ojos la estabilidad macroeconómica del Perú y su oferta exportable diversificada, en especial en un contexto donde la seguridad alimentaria y energética se ha vuelto central para los países del Golfo.
El desafío está en lograr que ese interés se transforme en relaciones sostenidas, y para eso, la logística será la columna vertebral. Una logística eficiente, moderna y conectada no solo permitirá exportar más, sino también atraer inversiones, generar empleo y consolidar a Perú como un socio estratégico en una de las regiones más dinámicas del mundo.
A medida que el país se encamina hacia una mayor presencia global, los acuerdos de conectividad, la infraestructura aeroportuaria y los centros de distribución serán piezas clave. En el comercio internacional, llegar a destino no es solo una cuestión de distancia, sino de estrategia.
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