
Decidir cambiar y sostener ese cambio en el tiempo son algunos de los desafíos más grandes al momento de transitar un proceso de transformación. Según Lina, “cuando llega un cambio que te obliga a hacer algo distinto, el cerebro dice no”. En esta entrevista, Lina desglosa ese proceso y enumera los factores que permiten a los profesionales de la logística y el comercio exterior abordar el cambio personal y organizacional de la mejor manera.
¿Qué lugar ocupa la gestión emocional en un entorno tan cambiante como el que viven la logística y el comercio exterior?
En un proceso de transformación la gestión emocional es fundamental, prioritario. La transformación no es solo cuestión de actitud; si querés ser distinto tenés que hacer cosas distintas. Ahí entra la gestión emocional, que no es ponerle título a las emociones, sino atravesarlas.
En el mundo lineal que conocimos, ser líder implicaba mostrar fortaleza y ocultar la vulnerabilidad. Hoy sabemos que vulnerabilidad y coraje van juntos, y la gestión emocional es fundamental porque las emociones reaccionan a factores externos constantemente.
Si no aprendés a gestionar rápidamente tus emociones, caés en un desgaste emocional que no apoya los cambios. Gestionar emociones no es debilidad o fortaleza, sino la clave para sostener las transformaciones futuras. Es prepararse emocionalmente para los cambios tecnológicos constantes que nos esperan.
¿Qué patrones ves que se repiten en líderes o equipos que se animan al cambio?
Más que patrones, veo valores. El primero es la humildad: reconocer que todo lo que sé no me va a alcanzar para los próximos años. Lo que hiciste hasta acá quizás debas dejar de hacerlo si querés sobrevivir, y la humildad permite decir: “Todo lo que sé me permitió llegar hasta acá, ahora necesito nuevas habilidades“. Es preguntarte para qué estás acá, cuál es tu contribución y tu impacto.
La humildad viene acompañada del coraje, que no es cuestión de dinero o tiempo, sino de tomar decisiones difíciles, enfrentar puntos ciegos y aceptar que quizás tengas que aprender algo nuevo o dejar atrás tu expertise anterior.
El otro valor es la honestidad con uno mismo. Lo más difícil no es cambiar, sino sostener esos cambios en el tiempo, enfrentando que quizás algo no te sale tan fácil o rápido como esperabas. Por eso armé esta regla “HCH”: Humildad, Coraje y Honestidad. Esas son las pistas que doy para las transformaciones, porque las máximas son humanas y tienen que ver con nuestra evolución social.

¿Cuál suele ser el mayor punto de resistencia que encontrás en agentes del sector?
Tengo su nombre y apellido: nuestro cerebro. El cerebro es el órgano más vago, busca comodidad y orden en las rutinas. Cuando llega un cambio que te obliga a hacer algo distinto, el cerebro dice “no”. Por eso digo que las personas somos lo que pensamos, no solo lo que hacemos.
Podés cambiar rápidamente de herramienta, pero sostener ese cambio requiere esfuerzo y nuevas habilidades. Ahí el cerebro se resiste y volvés a tus viejos hábitos. Es como empezar el gimnasio con entusiasmo y abandonar rápido al no ver resultados inmediatos.
La clave está en cambiar el mindset, entender que nuestro cerebro necesita adaptarse a pensar distinto. En sectores como la logística y el comercio exterior, donde todo cambia rápido y hay variables externas incontrolables, el desafío es mayor. Necesitamos entrenar una nueva manera de pensar, porque aunque compremos tecnología, quienes sostienen el cambio somos las personas.
¿Cómo nace tu vocación por acompañar procesos de transformación en personas y organizaciones?
Nace cuando me di cuenta que el mundo para el que me preparé ya no existía más. Ese mundo lineal en el que estudiabas una carrera a los 18 y te jubilabas haciendo lo mismo ya no está. Me replanteé decir: “Yo, Lina, me tengo que transformar“. Empecé por mí, porque siempre digo que si querés liderar la transformación de tu compañía, primero te tenés que transformar vos. Creo profundamente en que quienes lideran organizaciones hoy necesitan evolucionar con el contexto.
Me gusta hablar de evolución, porque las transformaciones no significan tirar todo, sino preguntarnos qué queremos sostener, qué necesitamos mejorar y qué tenemos que hacer distinto. Siempre pido a los equipos que piensen en términos de evolución. Yo viví ese proceso, estuve un año y medio buscando mi transformación con todas las dudas y angustias, y desde esa experiencia empecé a ayudar a organizaciones, equipos e individuos en sus propias transformaciones.
¿Qué habilidades van a marcar la diferencia en los próximos años?
Este nuevo mundo ya no diferencia entre habilidades blandas y duras. Ahora hablamos de tres habilidades: técnicas, interpersonales y estratégicas. Antes el foco estaba en lo técnico, porque las interpersonales y estratégicas eran exclusivas de mandos altos. Hoy, las habilidades técnicas las resuelve la tecnología.
Las habilidades interpersonales, cómo coordinar acciones con otros, y las estratégicas, el pensamiento crítico hacia adelante, son claves para todos, sin importar tu posición. Ahora no se trata de controlar que las cosas sucedan, sino de crear nuevos escenarios para que sucedan más cosas. Ese es el gran desafío actual.
¿Qué le recomendarías a los profesionales de logística y comercio exterior para empezar su proceso de transformación?
En las transformaciones no hay que plantearse grandes planes a diez años. Me gusta trabajar con equipos bajo la idea de "pequeños cambios de alto impacto“. Planteemos tres posibles cambios, veamos cómo funcionan, y después decidamos qué sostener o cambiar. El cerebro necesita impactos rápidos para activarse positivamente y acompañar futuras transformaciones.
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