
“Hay un gran potencial para seguir desarrollando negocios en América Latina”, afirma Camila respecto a las perspectivas de la energía solar, un rubro clave para la transición energética y la sustentabilidad. Además, destaca el avance de varios países en eficiencia aduanera, lo que podría beneficiar a la industria argentina para ampliar sus oportunidades en otros mercados.
¿Cómo es trabajar en comercio exterior dentro del sector de la energía solar y cómo ves la actualidad del rubro?
Nunca me imaginé en este rubro, pero hoy en día me apasiona. Es un sector en pleno auge: cada vez más países están apostando a la energía solar como parte de su transición hacia fuentes renovables. Se trata de un movimiento global que involucra a América Latina, Europa, Asia y otras regiones del mundo.
Es un mercado que se encuentra en constante expansión, con oportunidades de negocio que crecen año a año. En muchos países ya existen leyes que promueven el uso de estas tecnologías, tanto en instituciones públicas como en empresas privadas, y eso dinamiza aún más las importaciones y la demanda de equipamiento.
¿Qué tipos de equipos se movilizan y con qué mercados te vinculás habitualmente?
Manejo importaciones de paneles solares, inversores, baterías y sistemas de monitoreo. Con ese equipamiento se desarrollan los sistemas de generación y almacenamiento necesarios para operar instalaciones de energía solar. Argentina es un mercado en crecimiento, y hay cada vez más demanda impulsada por marcos normativos que exigen la incorporación de fuentes limpias.
También hay mucho movimiento en países como México, Puerto Rico y Costa Rica, donde incluso las escuelas nuevas se construyen directamente con proyectos solares. Hay una conciencia cada vez mayor y un interés real por desarrollar soluciones sustentables. Más allá de que algunos países tienen mayor desarrollo, todos están avanzando hacia el mismo objetivo.
¿Qué incentivos existen hoy en la región para importar estos productos?
En la mayoría de los países de Latinoamérica, los paneles solares pagan arancel cero para ingresar. Esto representa una ventaja muy importante tanto para el importador como para los desarrolladores de proyectos. En cambio, otros componentes como las baterías son considerados carga peligrosa y requieren más certificaciones y documentación específica.
Las condiciones varían según el tipo de producto y el país. Por eso es clave contar con aliados que conozcan la normativa y el mercado de destino, porque eso puede impactar directamente en los costos y los tiempos de la operación.
¿Qué desafíos presenta la logística de las baterías?
Las baterías tienen una clasificación especial: son mercadería peligrosa y eso implica una serie de complejidades. Cada tipo de batería –ya sea de litio, ácido o plomo– tiene requerimientos particulares. Es fundamental trabajar con forwarders y despachantes de aduana experimentados, tanto en origen como en destino.
También hay que considerar la disponibilidad de buques aptos para transportar este tipo de cargas, que no siempre es inmediata. El proveedor debe tener todos los testeos y certificaciones necesarios para evitar rechazos o incidentes. Hubo casos de accidentes en puertos internacionales que reforzaron la necesidad de un manejo muy profesional y riguroso de esta carga.

¿Qué variables se tienen en cuenta para mejorar la eficiencia en el transporte internacional?
Hoy los costos están bastante estandarizados, pero los tiempos de tránsito varían mucho según el forwarder. Las escalas en ciertos puertos pueden generar grandes demoras. Por eso priorizo la eficiencia en tiempos de entrega y la experiencia del operador en cada mercado.
Además, es clave que haya buena comunicación. Necesito saber en todo momento dónde está la carga, si hubo algún contratiempo o si falta algún documento. La información es vital para coordinar internamente y con el cliente final, especialmente en proyectos que tienen plazos definidos.
¿Cómo es gestionar un equipo remoto en comercio exterior?
Trabajo remoto desde hace un año. Al principio fue un desafío porque se pierde el contacto cotidiano con el equipo, pero con organización y herramientas adecuadas se puede lograr un muy buen funcionamiento. Hoy tenemos reuniones frecuentes, tanto formales como informales, que ayudan a mantenernos alineados y a conocernos mejor.
Además, viajo periódicamente para encontrarme con el equipo. Intento que no pasen más de dos o tres meses sin vernos. Hoy todo se maneja por correo, llamadas y plataformas, lo que hace que incluso desde mi casa pueda coordinar importaciones que van desde China a Costa Rica o de India a Estados Unidos.
¿Qué oportunidades identificás para el comercio exterior en la región?
Creo que hay un gran potencial para seguir desarrollando negocios en América Latina. Muchas veces desde Argentina se ve como algo complicado el hecho de salir a otros mercados, pero hay países que han avanzado muchísimo en términos de eficiencia aduanera y promoción del comercio exterior.
También es importante romper con el estereotipo de que todos los países de la región funcionan igual. Hay lugares que, aunque sean más pequeños o menos conocidos, están generando condiciones muy favorables para importar y hacer negocios. Estar atentos a esos cambios y animarse a salir creo que pueden ser claves para que en el futuro se sigan abriendo muchas puertas.
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