
Durante los meses de bajas temperaturas, el uso de productos de limpieza en el hogar puede implicar riesgos poco evidentes, especialmente cuando la ventilación se reduce para conservar el calor.
Diversas sustancias habituales en la limpieza doméstica presentan peligros específicos en estas condiciones, ya sea por la liberación de vapores irritantes o por reacciones químicas que pueden resultar en la formación de gases tóxicos.
El amoníaco (NH₃) figura entre los compuestos que requieren mayor precaución. En invierno, la tendencia a mantener las ventanas cerradas disminuye la circulación de aire, lo que favorece la acumulación de sus vapores.

Estos pueden provocar irritación en las vías respiratorias, sobre todo en ambientes cerrados. Por este motivo, se recomienda ventilar adecuadamente cualquier espacio donde se utilice amoníaco o, en caso de no poder garantizar la ventilación, evitar su uso durante los días más fríos.
El hipoclorito de sodio, conocido comúnmente como lejía o cloro, también representa un riesgo considerable en condiciones de frío. Al igual que el amoníaco, el cloro libera vapores intensos que pueden resultar nocivos si se inhalan en espacios poco ventilados.
Además, la mezcla accidental de cloro con otros productos, como vinagre o limpiadores que contienen amoníaco, puede generar cloraminas o gas cloro, ambos altamente tóxicos. En invierno, la menor ventilación incrementa la probabilidad de inhalar estos gases peligrosos. Por ello, se aconseja emplear cloro únicamente en áreas bien ventiladas y evitar cualquier combinación con otros productos de limpieza.
Los limpiadores a base de vinagre o ácido cítrico suelen considerarse alternativas naturales, pero también requieren atención especial en temporada fría. Cuando se aplican sobre superficies metálicas expuestas a bajas temperaturas, pueden desencadenar procesos de corrosión o dejar manchas. Para prevenir estos efectos, se recomienda no utilizar estos productos sobre metales o piedra natural fría, o bien calentar ligeramente la superficie o emplear agua tibia durante la limpieza.

Por último, los aerosoles y productos en spray presentan dificultades adicionales en invierno. Los gases propelentes pueden no funcionar correctamente o expandirse de manera irregular cuando la temperatura es baja, lo que afecta la eficacia del producto.
Además, la falta de ventilación favorece la concentración de vapores en el ambiente. Ante esta situación, se sugiere utilizar sprays únicamente en espacios con buena circulación de aire o, en su defecto, optar por limpiadores líquidos.
La elección y el uso responsable de estos productos durante el invierno resulta fundamental para evitar riesgos innecesarios y proteger la salud en el hogar.
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