
La percepción social suele asociar el estornudo con falta de higiene o enfermedad, pero este acto refleja un mecanismo esencial de defensa del organismo. Lejos de ser un simple gesto involuntario, estornudar cumple una función protectora al expulsar agentes irritantes de las vías respiratorias, y su represión puede acarrear riesgos considerables para la salud, según información de UNAM Global.
El proceso fisiológico que desencadena un estornudo comienza cuando el cerebro detecta una irritación en las fosas nasales. A partir de esa señal, se activa una compleja coordinación muscular: desde los músculos del esófago hasta el esfínter, pasando por el abdomen, el diafragma, el pecho, los pulmones, los párpados y, en ocasiones, la garganta.
De acuerdo con UNAM Global, todos estos grupos musculares trabajan de manera sincronizada para generar la fuerza necesaria que expulsa el agente irritante que provoca el estornudo. Debido a la intervención de tantos músculos, resulta fundamental no obstaculizarlo, ya que hacerlo puede derivar en consecuencias peligrosas.

Un caso documentado en diciembre del 2023 por la revista BMJ Case Reports ilustra los riesgos de reprimir este reflejo: un paciente sufrió un desgarro de dos milímetros en la tráquea tras evitar estornudar. Aunque el afectado no requirió cirugía y solo necesitó analgésicos durante dos semanas, el Dr. Lozano Calderón advierte que las complicaciones pueden ser graves.
Antes de estornudar, una persona puede inhalar hasta dos litros y medio de aire, que luego se expulsa a velocidades que alcanzan los setenta kilómetros por hora y pueden proyectarse hasta ocho metros. La potencia de este mecanismo es considerable, lo que explica los daños potenciales de su represión.
Entre las lesiones asociadas a evitar el estornudo se encuentran roturas vasculares, sangrado nasal, hemorragias en la conjuntiva ocular o el tímpano, aneurismas, inflamación nasal o timpánica, dolor de oído, mareos, alteraciones auditivas, dolor de cabeza y, en casos poco frecuentes, rotura de costillas o desgarro de garganta.

Además de estos riesgos posibles, según médicos de la Universidad de Dundee en Escocia, tapar la boca y la nariz al estornudar puede incrementar la presión en las vías respiratorias superiores hasta veinte veces.
La forma adecuada de estornudar depende del entorno. Si la persona se encuentra sola, en una habitación u oficina, lo recomendable es dejar que el estornudo ocurra de manera natural. En espacios públicos, se aconseja cubrirse la boca y la nariz con el interior del brazo, sin obstruir completamente los conductos, para reducir la dispersión de partículas.
Es preferible evitar el uso de las manos para no propagar virus a través del contacto. Además, UNAM Global recuerda la importancia de utilizar cubrebocas en caso de enfermedad, ya que al estornudar se liberan gotículas que pueden transmitir infecciones a quienes se encuentren cerca.
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