“¿Me da mi calaverita?”: el origen de la frase más dulce del Día de Muertos en México

Lo que hoy es sinónimo de dulces y disfraces nació como una costumbre solidaria de los niños pobres que pedían frutas y comida para su altar

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La frase “¿Me da mi
La frase “¿Me da mi calaverita?” nació como un gesto solidario entre los niños pobres del México colonial. FOTO: GALO CAÑAS /CUARTOSCURO.COM

Desde el 31 de octubre y hasta el 2 de noviembre, una expresión se escucha en calles, escuelas y tiendas de todo México: “¿Me da mi calaverita?”. La frase, pronunciada por niños con disfraces, bolsas o calabazas de plástico, se ha convertido en un símbolo de las celebraciones del Día de Muertos, una festividad que mezcla raíces prehispánicas, tradiciones coloniales y toques modernos.

Pero ¿de dónde proviene realmente esta costumbre tan entrañable?

Un origen solidario con tintes religiosos

Aunque hoy la calaverita se asocia con dulces y disfraces, su origen es mucho más antiguo y espiritual. De acuerdo con diversas versiones históricas, la tradición de pedir calaverita surgió en el siglo XVIII, cuando las familias acomodadas colocaban grandes altares de muertos para honrar a sus difuntos. Los niños de escasos recursos, que no podían montar sus propias ofrendas, pedían a las casas más ricas frutas, panes o restos de comida para adornar sus altares y recordar a sus “calaveritas”, es decir, a sus seres queridos fallecidos.

Con el paso del tiempo, esta práctica se extendió a distintas regiones del país y adoptó matices locales. En Mixquic, en la alcaldía Tláhuac de la Ciudad de México, por ejemplo, la costumbre recibe el nombre de “Campanero”: los niños y adultos recorren las calles tocando una campana, rezan frente a las ofrendas y reciben a cambio pan de muerto, fruta o tamales.

Aunque hoy se piden dulces,
Aunque hoy se piden dulces, la tradición conserva el espíritu del Día de Muertos: recordar y celebrar la vida. FOTO: EDGAR NEGRETE LIRA/CUARTOSCURO.COM

Del chilacayote a la calabaza de plástico

Antes de que existieran los recipientes modernos, los niños fabricaban sus propias calaveritas con chilacayotes o cajas perforadas, en las que colocaban velas para iluminar el camino. Estas pequeñas linternas artesanales simbolizaban la luz que guía a las almas. Hoy, las versiones tradicionales han sido reemplazadas por calabazas o cráneos de plástico, pero el sentido sigue siendo el mismo: compartir, recordar y celebrar la vida.

Una tradición entre el Día de Muertos y Halloween

Aunque la cercanía con Halloween ha influido en los últimos años —pues ambos se celebran entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre—, pedir calaverita mantiene su esencia mexicana. En Estados Unidos, los niños dicen “trick or treat”; en México, en cambio, la frase “¿me da mi calaverita?” conserva el espíritu del Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y del Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre).

Este sábado 1 de noviembre de 2025, las calles mexicanas volverán a llenarse de pequeños disfrazados de catrinas, esqueletos y fantasmas que recorrerán casas y negocios para mantener viva una costumbre que ha perdurado por generaciones. Al final, más que dulces o regalos, lo que se pide con esa frase es mantener encendida la memoria de los muertos y la alegría de los vivos.