Esta es la batalla que dirigió Miguel Hidalgo con 70 mil insurgentes contra 5 mil realistas

El enfrentamiento de 1810 marcó un antes y un después en la lucha insurgente, con un ejército numeroso pero inexperto y una retirada inesperada

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Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y
Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Mariano Jiménez lideraron un ejército insurgente de más de 70 mil hombres en su avance hacia la capital virreinal. (Imagen: Infobae México)

La Batalla del Monte de las Cruces, ocurrida el 30 de octubre de 1810, representa uno de los momentos de mayor tensión y posibilidades en la ruta de la Independencia de la Nueva España. El Archivo General de la Nación reconstruye la narrativa de los días previos y posteriores a esta confrontación que marcó el avance y eventual repliegue de los insurgentes liderados por Miguel Hidalgo y Costilla, quienes tras su triunfo quedaron a las puertas de la Ciudad de México.

En los días que antecedieron a la batalla, las fuerzas insurgentes pasaron por Toluca el 28 de octubre. La población local percibió con asombro la disciplina y orden que mantenían los hombres comandados por Miguel Hidalgo. El avance hacia la capital continuó, acompañado por Ignacio Allende y Mariano Jiménez, quienes confiaban en sumar apoyo desde el interior de la ciudad. Para entonces, el ejército independentistas superaba los 70 mil integrantes.

El choque tuvo lugar en las faldas del Monte de las Cruces, donde el jefe realista Torcuato Trujillo organizaba la defensa ante el inminente ataque con menos de 5 mil soldados. La superioridad numérica insurgente no aseguró un camino fácil: a pesar de su número, muchos eran inexpertos y mal equipados.

A pesar de la superioridad
A pesar de la superioridad numérica, el ejército insurgente carecía de experiencia y equipamiento adecuado para asegurar una victoria definitiva. Crédito: Wkimedia Commons

Al inicio del enfrentamiento, una lluvia de cornetas y gritos llenó el campo mientras la batalla se intensificaba. El saldo fue sangriento: tanto insurgentes como realistas sufrieron bajas superiores a los dos mil muertos en cada bando.

Tras el enfrentamiento, los insurgentes quedaron con el camino libre hacia la capital del virreinato. Sin embargo, a pesar de haber derrotado a los realistas, decidieron no atacar la Ciudad de México.

Esta decisión generó confusión e incertidumbre tanto en las filas insurgentes como en la población capitalina. El ejército permaneció inactivo durante dos días en el campo de batalla, esperando señales o noticias de simpatizantes dentro de la ciudad.

La decisión de no atacar
La decisión de no atacar la Ciudad de México tras la batalla generó confusión e incertidumbre entre los insurgentes y la población capitalina. Crédito: Wkimedia Commons

El motivo detrás de la retirada ha sido objeto de debate y análisis. Algunos testimonios mencionados por el Archivo General de la Nación recogen varias hipótesis: desde la falta de planificación concreta y el temor al desorden que una ocupación armada de la ciudad podría generar, hasta la escasa comunicación con potenciales aliados capitalinos y el temor a perder disciplina y control. Factores como el desgaste del ejército y la falta de municiones también influyeron de manera decisiva en la determinación de Hidalgo de replegarse.

Junto a estos elementos logísticos, Hidalgo se percató del estado anímico y físico de su tropa: gran parte de sus seguidores, especialmente los menos experimentados, mostraban signos de desmoralización y agotamiento. La falta de apoyo dentro de la capital y la incertidumbre ante la respuesta realista terminaron por inclinar la balanza hacia la retirada.

El repliegue se realizó hacia Toluca, mientras en la Ciudad de México las autoridades aprovecharon el desconcierto para proclamar una victoria propia y restablecer cierto orden tras días de zozobra.