Perros, arañas y murciélagos: con estos animales relacionaban las culturas prehispánicas la muerte y el inframundo

Diversas especies fueron símbolos clave en los rituales y creencias sobre el más allá, según investigaciones y códices antiguos

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Las creencias prehispánicas mexicanas asociaron
Las creencias prehispánicas mexicanas asociaron animales e insectos con el inframundo y la muerte. (Europa Press)

La llegada del Día de Muertos invita a recordar la riqueza de las creencias prehispánicas mexicanas, donde animales e insectos tuvieron un papel central en la visión del más allá. A diferencia de la imagen actual plagada de flores y calaveras, los antiguos pueblos de México llenaron su inframundo de criaturas cuyas vidas, hábitos e incluso formas inspiraron respeto y temor.

Este repertorio simbólico fue explorado a fondo por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, según la Secretaría de Cultura. Dentro de estas culturas, la observación cotidiana de la naturaleza permitió asociar a ciertos animales con el inframundo y la muerte. Códices, esculturas y relatos abren las puertas a un imaginario donde cada criatura desempeñaba un papel específico en el tránsito final.

El arqueólogo Matos Moctezuma destacó que desde épocas tempranas existía la idea de que las cuevas eran, a la vez, lugares de nacimiento y entradas al inframundo, lo que explica la recurrente aparición de seres de hábitos cavernícolas o nocturnos vinculados con el más allá.

El perro era considerado guía
El perro era considerado guía de almas hacia el Mictlan, ayudando a los difuntos a cruzar el río Chiconahuapan. (AP Foto/Marco Ugarte)

Uno de los insectos más antiguos en esta simbología es la araña. Su presencia se remonta al periodo Preclásico —2500 a.C. a 200 d.C.—, cuando empezó a figurar en esculturas. Los murciélagos también recibieron una consideración especial. Por su hábito de residir en cuevas y su vida nocturna, distintos pueblos mesoamericanos los convirtieron en símbolos de la muerte e incluso divinidades. Un ejemplo es Tzinacantecuhtli, conocido como “señor murciélago”, representado en el códice mixteco Fejérváry-Mayer.

“Hay que recordar que del interior de una cueva nacerán los pueblos que van a poblar el centro de México y parte de la región poblana. Estos mamíferos con alas viven en estas cavernas y se relacionan con la noche, momento en el que salen, según la especie, a alimentarse, a libar flores”, detalló Matos Moctezuma,.

El búho constituye otro símbolo de oscuridad y de la región del inframundo. Su imagen aparece en vestigios arqueológicos como un relieve en Comalcalco, Tabasco, y la Tumba 1 de Zaachila, Oaxaca.

La araña y el murciélago
La araña y el murciélago fueron símbolos antiguos de muerte y oscuridad. (Chris Galloway/Horizonline Pictures/Bat Conservation International via AP)

Entre los felinos vinculados a la muerte, el jaguar o tigre figuró en relatos míticos como el del Popol Vuh, donde en el recorrido hacia el Xibalbá (el inframundo maya), era necesario pasar por varios castigos como “la casa de los jaguares”. El mismo relato detalla también la presencia de la “casa del murciélago”.

La tradición continúa con otros animales menos evidentes que, gracias a su vida subterránea y su apariencia temida, fueron asociados directamente con la tierra y el inframundo. Así, en las láminas del Códice Borgia, se representa a Mictlantecuhtli, dios mexica de la muerte, acompañado por serpientes, búhos, alacranes, arañas y ciempiés. Según Matos, “estos tres últimos viven en la tierra y tienen una asociación directa con la misma”.

Las serpientes aparecen reiteradamente en códices como el Féjerváry-Mayer —en compañía de abejas y alacranes—, y Borbónico —ligadas a deidades como Tlazoltéotl, donde la serpiente y el ciempiés se cruzan en el centro de la imagen de la diosa. En otras láminas del mismo documento, la abeja, el ciempiés y las figuras femeninas en torno a la araña aluden a las divinidades viejas de la tierra, como Ilamatecuhtli, la “señora vieja”, diosas anciana de la tierra.

No menos importante resulta el papel del perro como guía de las almas en el viaje al Mictlan, el noveno nivel del inframundo mexica. En el Códice Vaticano A, el perro asiste a los difuntos a cruzar el río Chiconahuapan, y, según el mismo, ayuda a sortear “la culebra que guarda el camino”. Para Matos, el perro, “xólotl, era una especie de nahual de Quetzalcóatl, capaz de ver en la noche y guiar el tránsito por los oscuros parajes del mundo de los muertos.