Arriban casi 270 mil tortugas marinas a Playa La Escobilla, Oaxaca, durante cuarta temporada de anidación

Se estima la posible eclosión de más de 26 millones de crías de tortuga golfina; Profepa y Semar mantienen vigilancia para su protección

Guardar
La conservación de la tortuga
La conservación de la tortuga golfina fortalece la biodiversidad marina y el equilibrio ecológico (PROFEPA)

Un espectáculo natural de gran relevancia ambiental tuvo lugar en Playa La Escobilla, en el municipio de Santa María Tonameca, Oaxaca, donde se registró la cuarta arribada masiva de tortugas marinas golfina (Lepidochelys olivacea) entre el 12 y el 18 de septiembre.

De acuerdo con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), en esta ocasión llegaron aproximadamente 269,850 ejemplares, marcando un hito en la temporada de anidación 2025.

Cada tortuga hembra deposita, en promedio, 100 huevos por nido, lo que representa una estimación de más de 26 millones 985 mil posibles crías, que contribuirán significativamente a la recuperación de esta especie catalogada como en peligro de extinción.

La Profepa, en colaboración con la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar), implementó recorridos de vigilancia a lo largo de los 13 kilómetros de costa protegida que conforman el Santuario Playa La Escobilla, con el fin de proteger los nidos, prevenir actividades ilícitas y garantizar la seguridad de las tortugas tanto adultas como neonatas.

La conservación de esta especie no solo beneficia a la biodiversidad marina, sino que también fortalece el equilibrio ecológico de las zonas costeras, un elemento crucial ante los crecientes efectos del cambio climático.

La importancia ecológica de esta especie

Cada hembra de tortuga golfina
Cada hembra de tortuga golfina deposita cerca de 100 huevos, sumando más de 26 millones de posibles crías (PROFEPA)

La tortuga golfina, la más numerosa de las especies de tortuga marina, desempeña un papel clave en los ecosistemas costeros y marinos.

Sus nidos aportan nutrientes esenciales al sistema playa-duna, ayudan a estabilizar la vegetación costera, y participan en el equilibrio de la cadena alimenticia al regular poblaciones de medusas y esponjas.

Su caparazón es casi circular, mide entre 67.6 y 78 cm de largo, y su ancho equivale aproximadamente al 90 % de la longitud, de acuerdo con información de la Comisión de Áreas Naturales Protegidas.

Esta especie presenta más de 15 escudos dorsales, con variaciones en ambos lados del caparazón, y un plastrón con cuatro escudos inframarginales, cada uno con un poro.

Tiene una cabeza mediana, subtriangular, con dos pares de escamas prefrontales y un pico córneo sin borde aserrado. Los adultos presentan un caparazón de color gris oliváceo o amarillento, mientras que el plastrón es crema o gris verdoso.

Las crías son de color gris oscuro o negro y miden alrededor de 5 cm al nacer, en comparación, un ejemplar adulto puede pesar en promedio 38 kg.

Durante los primeros días de vida, las crías se alimentan del saco vitelino. Al volverse independientes, su dieta varía según el entorno: en aguas oceánicas consumen organismos pelágicos como huevos de peces y langostillas; en zonas costeras, se alimentan de crustáceos, moluscos, peces y salpas.

Su pico fuerte y afilado les permite aprovechar presas tanto del fondo marino como de la superficie.